Cuando un autor escribe un texto sobre el tema central de la ltima década, lo hace con calidad y honestidad sin adoptar la defensa preconcebida de ninguna tesis y aplicando los saberes acumulados en su oficio y en su vida; cuando un director respeta la senda trazada por el autor y se ahorra protagonismos estpidos sin más objetivo que escenificar algo que le gusta; y cuando unos actores son buenos profesionales y hacen lo que el director les pide, el éxito sin duda está bastante asegurado. Product es una excelente pieza corta que te confirma -Dios sea loado!- que el teatro de calidad puede divertir, que el pensar es compatible con el gozar, y que ir al teatro puede ser y debe ser uno de los imprescindibles lujos de la vida de un humano. Con Product el Centro Dramático Nacional completa para bien su inicio de temporada con Yo, el heredero.
Mark Ravenhill tiene 45 años y es alguien en el teatro británico, lo cual no es poco decir. Compaginó su carrera de autor con su estreno como actor con esta pieza en el capítulo fringe del Festival de Edimburgo de 2005, y no hay que recordar obras suyas más ambiciosas para reconocerle inteligencia, dotes de observación y cosas que decir, y de hacerlo con la sutileza y la prudencia que el espectador maduro demanda y merece. Product es el título; Producto, a secas. No se necesita más para colocarnos ante el mayor desafío de nuestra época: el absoluto triunfo del utilitarismo mercantilista ha convertido en pro-duc-to no sólo bienes y objetos sino también mentes y sentimientos. Todo es un pro-duc-to. Nosotros mismos seríamos un pro-duc-to, si bien deficiente; la industria del entretenimiento nos entretiene con pro-duc-tos. El cine está formado por pro-duc-tos originados en la enfermiza mente de guionistas que a su vez son pro-duc-tos probablemente de saldo. De la tele, no hablemos. Y el teatro ya empieza a ser la exhibición de meros pro-duc-tos.
Así que esta obra primeramente nos presenta un mundo, que es el nuestro, de ideas, emociones, sentimientos, comportamientos y movimientos que son pro-duc-tos; que no son espontáneos o propios; que son aprendidos, transmitidos, copiados y reproducidos ad infinitum.
En segundo lugar, es una reflexión sobre las consecuencias del 11-S y de la irrupción del terrorismo islamista a escala global. Y en ltimo lugar pero no menos importante, esta obra describe la forma de pensar y de actuar de las gentes que alimentan y viven de la industria del entretenimiento.
Tres razones para resultar interesante. Los significados se solapan con naturalidad sobre una trama sin pretensiones: un productor cinematográfico presenta un fabuloso guión a una actriz a la que quiere convencer para que encarne a la protagonista. El productor está acompañado de su sumiso ayudante. El productor explica, el machaca complementa y la actriz, ni está ni se la espera.
Después de Product, una especie de one-man-show satírico alrededor del
tema del terrorismo islámico, Ravenhill ha presentado The Cut, protagonizada por Ian McKellen, una obra de gran ambigedad que suscitó una gran división de opiniones en la crítica. Y luego una serie de obras cortas para adolescentes agrupadas en Ravenhill for Breakfast. Sus obras más recientes son Scenes From Family Life (2007), Shoot/Get Treasure/Repeat (2008), Over There (2009) y The Experiment (2009). Ejerce el periodismo especializado en arte desde las páginas de The Guardian, es homosexual y tiene el sida. Nos gustaría mucho conocer la versión de la ópera La coronación de Popea de Claudio Monteverdi, que ha presentado este año.
La amenaza terrorista global de Al Qaeda despierta en el ciudadano occidental una mezcla de reacciones políticamente correctas, miedos atávicos y verdades encubiertas. Por fortuna para todos, la amenaza parece controlada, aunque nunca se sabe. El protagonista de esta obra -productor, guionista, director, escritor, artista, qué más da- es un cínico o un ingenuo? Cree realmente en su historia? Cree que hay alguna verdad detrás de su historia? Vende su pro-duc-to y luego se queda tan pancho. Quedan todavía historias por contar o ya sólo hay productos? Nos queda alguna curiosidad o sólo apetito consumista?
Este pro-duc-to teatral tiene mucho trasfondo. Nos recuerda una línea de reflexión presente en el pensamiento occidental desde los años ochenta. Permítasenos a efectos complementarios reproducir las frases que servían de presentación a una novela que osadamente escribimos por entonces (Marzo de aquel año, Ediciones Libertarias, Nueva narrativa hispánica, Madrid, 1984):
-Contar sólo con ideas sugeridas y creerlas espontáneas: ésta es la ilusión propia del sonámbulo y también del hombre social (G. Tarde, Las leyes de la imitación Francia, 1921)
-No lograremos sobrevivir si no sabemos creer en algo y querer algo (Werner Heisenberg, La imagen de la naturaleza en la Física actual, R.F. Alemana, 1955).
-Nos hemos preguntado: la vida privada está privada de qué? Muy simple: de vida, la vida cruelmente ausente. La gente está privada de comunicación hasta los límites de lo posible, y de realización de sí misma. Debería decirse, privada de hacer personalmente su propia historia (G-E. Debord, Perspectivas de Modificación Consciente de la Vida Cotidiana, Francia, 1961).
-Vivimos en un tiempo en que la misma experiencia privada de tener una identidad personal que descubrir, un destino personal que cumplir, se ha convertido en una fuerza subversiva de grandes proporciones (Theodore Roszak, PersonalPlaneta, USA, 1977).
-Sinceramente me obsesiona la idea de que las concepciones nihilistas comprometieron a la humanidad en una vía de autodestrucción automática. Se puso una bomba de relojería. No está muy claro que esta situación pueda remediarse aunque la bomba de relojería pueda detenerse de alguna manera. Son muchas las personas que hoy advierten graves desajustes en la sociedad, pero por desgracia disipan sus energías protestando contra un asunto inconsecuente tras otro. Lo adecuado es protestar, -como propongo hacerlo aquí de modo parecido a la precisión matemática- en torno a la naturaleza y el origen cósmico del hombre (Fred Hoyle, El Universo Inteligente, Gran Bretaña, 1 983).
Volviendo a lo concreto: David Selvas está sobresaliente. Norbert y Sandra le acompañan debidamente. La escenografía cumple con creces. Los recursos sonoros y audiovisuales están bien dispuestos. La Troca ofrece una producción bien decente. Nueva constatación de la primacía catalana en el teatro español. Estamos ante una obra sin pretensiones y por eso meritoria, de formato pequeño tan a menudo superior al grande, de duración adecuada (una hora), bien hecha y gratificante. Necesaria. Sólo sentimos que no haya autores de aquí como estos británicos que se suceden generación tras generación. Gracias pues a todo el equipo del pro-duc-to por darnos la oportunidad de mostrarnos favorables (que es lo que siempre, siempre, querríamos).
VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Texto: 7
Dirección: 7
Interpretación: 7
Realización: 7
Producción: 7
Teatro María Guerrero | Sala de la Princesa
Product, de Mark Ravenhill
(Estrenada el 12 de marzo de 2009 en la Sala Beckett de Barcelona)
De 23 de septiembre a 30 de octubre de 2011
Reparto:
El productor, David Selvas
El secretario, Norbert Martínez
La actriz, Sandra Moncls
Dirección Julio Manrique
Traducción Cristina Genebat
Escenografía Lluc Castells
Vestuario Maria Armengol
Iluminación Jaume Ventura
Espacio sonoro Dani Aznar
Audiovisuales Marc Lleixà
Ayudante de dirección Norbet Martínez
Ayudante de escenografía Marta Castells
Producción La Troca