El realismo poético, empático y compasivo de este artista es una sorpresa digna de atención. Fue un activista comprometido con las promesas de la izquierda, pero supo alejarse de las militancias dogmáticas. Su obra hoy podría servir de acicate a los votantes de Trump, pobres y abandonados por el imperio en decadencia.
De la no conformidad es la primera retrospectiva en España de Ben Shahn (Kaunas, Lituania, 1898-Nueva
York, 1969), y la primera antológica suya que se realiza en Europa desde 1963. Organizada por el Museo Reina Sofía, rene cerca de 200 obras procedentes de cincuenta museos, galerías, archivos y colecciones privadas, así como abundante material documental y fotografías originales.
Reconocido como uno de los grandes representantes del realismo social estadounidense y como un acérrimo defensor de la justicia social, la muestra repasa el polifacético trabajo de este inmigrante de clase trabajadora de una familia judía, quien se preocupó de los asuntos transcendentales de la historia del siglo XX, como la Gran Depresión y el New Deal en Estados Unidos; el ascenso de los totalitarismos europeos; la barbarie de la II Guerra Mundial; el Macartismo y la represión de las libertades individuales durante la Guerra Fría; la amenaza de aniquilación nuclear en la era atómica; y las luchas por los derechos laborales, civiles y humanos cuando los movimientos de descolonización habían empezado a extenderse por todo el planeta y, ya al final se su vida, la guerra de Vietnam. Pero todo ello finalmente desembocó en un superar el enfoque del cambio social para concentrarse en el cambio individual interior, y abrazar el misticismo judío de su infancia en un círculo que giran muchas vidas de buscadores, de inconformistas de verdad.
Shahn es esencialmente un extraordinario ilustrador, de realismo sagaz más allá de la visible realidad. En él convivió su oficio de diseñador y propagandista, de agitación y denuncia de la injusticia en carteles y mensajes políticos, con una especial sensibilidad en captar la esencia de los desconocidos que fotografiaba y luego engrandecía en sus pinturas al temple, en sus acuarelas y gouaches, en sus cuadros de pequeño tamaño, ilustraciones de su tiempo. Usó sobre todo la témpera al huevo como otros realistas sociales. Peregrinó a Europa y aprendió a fondo del estudio de Raoul Dufy, Georges Rouault, Pablo Picasso, Henri Matisse y Paul Klee. Le influyeron también algunos contemporáneos como el fotógrafo Walker Evans, el muralista mexicano Diego Rivera y el pintor francés Jean Charlot.
La exposición, que coincide con el 125 aniversario de su nacimiento. En los años cincuenta fue muy conocido, llegando a representar a los Estados Unidos, junto a Willem de Kooning, en la bienal de Venecia de 1954, y objeto de numerosas exposiciones, programas de televisión y publicaciones. Pero tras la alianza USA-URSS que ganó la guerra a Alemania y Japón, llegó la guerra fría entre los vencedores y su colosal enfrentamiento propagandístico que hizo a los americanos patrocinar el expresionismo abstracto frente al realismo socialista de los rusos. Shahn como el resto de los socialdemócratas estadounidenses, quedó en tierra de nadie, casi cancelado en su país, culpable de incorrección política.
Pasarán décadas, girará el mundo, cambiará todo menos los obstinados ortodoxos, y la relevancia y vigencia de Shahn vuelve a la palestra. La responsable de la muestra, Laura Katzman en el catálogo de la exposición subraya que parece haber adquirido una nueva urgencia en el clima político de gran polarización que impera hoy dentro y fuera de los EE.UU., en un momento en que la política convencional ha experimentado una transformación radical. Los económicamente débiles que antes confiaron en la izquierda se han vuelto desencantados y rabiosos hacia la derecha, en su país y en el nuestro, y su realismo ya suena a menos social y más humanista, más de la promoción del individuo que de la lucha de clases empantanada.
La exposición comienza abordando el trabajo de Ben Shahn en los años treinta. Es la época de la crisis económica provocada por la Gran Depresión de octubre de 1929 y el artista se dedica a denunciar con acuarelas y gouaches casos célebres de procesos judiciales: el proceso del capitán francés Alfred Dreyfus -que fue víctima del antisemitismo entre 1894 y 1906- y el de los dos inmigrantes italianos ejecutados en Massachusetts en 1927 por un asesinato que muchos creen que no cometieron.
Shahn se aficionó a la fotografía, buscando una estética de reportaje y detalles auténticos para su pintura de realismo social. Con una Leica de 35 mm fotografió a la gente corriente, y desde entonces usaría sus imágenes como elemento recurrente de sus pinturas y carteles. Decidido defensor del New Deal del presidente Roosevelt, trabajó para los organismos creados como respuesta a la crisis agrícola, creando un enorme archivo de fotografías sencillas pero impactantes. Su trabajo para las agencias del New Deal durante la Gran Depresión cambió su vida, e inspiraron sus cuadros dominicales que dignifican la cotidianidad de la gente y sus actividades diarias, ejemplos del realismo personal de Shahn frente al realismo socialista, de un arte para las masas a un arte de los individuos.
Elaborando carteles aprovechó los proyectos artísticos del New Deal y las oportunidades que ofrecían a los artistas de dirigirse a un pblico amplio reproducidos en edificios oficiales de todo el país. Promovían una visión integradora de Estados Unidos, carecen de mensajes abiertamente patrióticos y se cuentan entre los más complejos del género. El significado de la Seguridad Social (1940-1942) será el más conocido. Segn la comisaria de la muestra, evita tanto la glorificación de los trabajadores que se encuentra en el realismo socialista soviético como la celebración simplista del modo de vida americano. Queda ejemplificado en los carteles que diseñó a mediados de la década de 1940 como artista jefe y director de la división de artes gráficas del comité de acción política de los sindicatos de la industria. Para la campaña de reelección de Franklin Delano Roosevelt en 1944, le presentó como amigo de los trabajadores.
Durante la Segunda Guerra Mundial, trabajó para la la propaganda de su país en la Oficina de Información de Guerra, que contrató a artistas para que diseñaran carteles y folletos destinados a fomentar el apoyo nacional al esfuerzo bélico. En sus obras inmediatamente posteriores al conflicto, pasó a usar la alegoría, el simbolismo y el mito para cuestionar el destino de la humanidad en el nuevo orden mundial. Las imágenes de Shahn de actividades cotidianas o de ocio adquirieron un simbolismo inquietante, como en Carnaval (1946), la elegida para anunciar esta exposición.
La obra de Shahn fue criticada en el opresivo clima político de principios de la tercera guerra mundial, esa Guerra Fría que sucedió a la segunda y ahora se está reavivando. El temor a las ideas de izquierdas se tradujo en la persecución de comunistas, liberales y progresistas. Shahn fue sospechoso para el FBI por su pacifismo, interrogado por el comité de actividades antiamericanas de la Cámara de Representantes e incluido en la lista negra de la CBS Broadcasting, para la que había diseñado anuncios publicitarios. Lo que no impidió su militancia antinuclear con obras alegóricas de formas abstractas y con su serie The Saga of the Lucky Dragon (1960-1962) tras el ensayo con una bomba H en 1954 en el atolón Bikini, que contaminó a una tripulación de pescadores japoneses y a varios centenares de isleños de las islas Marshall. Apoyó fervientemente el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos y los movimientos de resistencia contra el colonialismo que recorrieron el mundo en las décadas de 1950 y 1960, especialmente la lucha de la India por liberarse del dominio británico.
Las ltimas secciones de la exposición abordan el interés espiritual de Shahn tras tantas causas materiales, la vuelta a sus orígenes judíos, a las historias bíblicas y los textos hebreos que tan bien conocía de niño. Con imaginativas y líricas combinaciones de palabras e imágenes, abordaría la mística de esa religión, pero de esa bsqueda no conocemos testimonios escritos suyos. Con Pinceles en flor, una litografía con leyenda en hebrero sobre un ser sereno que empuña un ramillete de pinceles coloreados sutilmente, una obra de poco antes de morir, se cierra la exposición.
Ben Shahn es un genuino ejemplo de intelectual inconformista más allá de las jaulas partidistas, de esas raras personillas que mantienen el rumbo mientras la masa sigue el viento que sopla a bandazos desde arriba creyéndose fieles a sus supuestas ideas. El conjunto de su obra emociona sin demagogias y supera con mucho a la etapa de agitprop comprometida.
Aproximación a la propuesta (del 1 al 10)
Interés: 9
Despliegue: 8
Comisariado: 7
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Ben Shahn. De la no conformidad
4 de octubre de 2023-26 de febrero de 2024
COMISARIADO: Laura Katzman
COORDINACIÓN: Beatriz Velázquez y Ana Uruñuela
ASISTENTE DE COORDINACIÓN: Ana Lázaro
-Edificio Sabatini, 1 planta. Madrid
-Recorrido por la exposición con la comisaria, miércoles 4 de octubre y lunes 20 de noviembre, 18:00 h..