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Giacometti y ese hombre que camina
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Giacometti y ese hombre que camina

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
viernes 14 de junio de 2013, 01:00h

'Giacometti. Terrenos de Juego' descubre también su primera etapa de escultura surrealista y sus magníficos óleos

Me di cuenta de que nunca podría hacer otra cosa que una mujer inmóvil y un hombre caminando. Alberto Giacometti (1901-1966) fue consagrado como uno de los grandes artistas del siglo XX imponiendo su obsesión a los críticos, primero, y al pblico después. Para él, esculpir consiste en adelgazar el espacio, en comprimirlo. La Fundación Mapfre presenta una retrospectiva del artista suizo que quiere ir más allá del tópico que hasta ahora se le ha aplicado -la plasmación de la soledad del hombre moderno- para presentar su escultura no cómo objetos sino como un espacio en el que se relacionan objetos e incluso personas, en palabras de su director y comisario de la muestra. Es pues un interesante recorrido hasta llegar a El hombre que camina I y La gran mujer II en la ltima sala, sus archiconocidas piezas. Qué tienen de especial, qué dicen para ser tan famosas, qué aportan en estos convulsos días. Preguntarles en directo justifica el viaje.

Hemos comenzado por el final. Las dos célebres piezas debían formar parte del conjunto de tres esculturas que el artista pensó para la explanada que se extiende frente el Chase Manhattan Bank de Nueva York, el proyecto de su vida, al fin una plaza, un espacio pblico donde aplicar sus elucubraciones. Pero sería su gran fracaso: el orondo cliente renunció al proyecto y hoy en su lugar luce una escultura de Jean Dubuffet. Incluso el mismo tras visitar la explanada llegó a la conclusión de que hubiera sido mejor proyectar una nica figura de mujer de pie. Fracaso relativo porque siguió dando vueltas a estas dos figuras (de El hombre que camina se consideran auténticas hasta 12 fundiciones) hasta convertirlas en iconos del siglo XX. En 2010, una de ellas alcanzó el precio de74,2 millones de euros, récord absoluto de una obra de arte subastada por Sothebys, aunque desde entonces El Grito de Much y Desnudo, hojas verdes y busto de Picasso, la han relegado a la tercera posición.

La exposición pretende conducirnos a través de las investigaciones sobre la concepción espacial que el escultor realizó a lo largo de toda su vida. Parte la muestra de sus desconocidas esculturas surrealistas, concebidas como tableros de juego, maquetas de la eterna partida entre el arte, la vida y la muerte, para seguir por sus proyectos para espacios pblicos, ninguno de los cuales se llevaría a efecto. Propone a continuación una visita simulada a su pequeño taller parisino, tan sólo 18 metros cuadrados, una realidad que quizás impuso más que mil teorizaciones el mínimo grosor de sus obras, a modo de escualidos árboles desperdigados. También se expone su obra pictórica, para nosotros casi más interesante que la escultórica, hasta llegar a las dos esculturas citadas -El hombre que camina y la Gran Mujer- diseñadas para la explanada del Chase Manhattan Plaza de Nueva York, que son su inevitable imagen de marca.

Rene cerca de 190 piezas, entre esculturas, pinturas, dibujos, grabados y fotografías, procedentes de 32 colecciones pblicas y privadas. Las esculturas y las pinturas son el plato fuerte; los dibujos rellenan el conjunto; y las fotografías nos informan con mucha precisión del personaje, de su entorno, de sus cuitas. Giacometti perteneció a la élite internacional que hizo de Montparnasse una fiesta entre las dos grandes guerras; alternaba con Joan Miró, Max Ernst y Pablo Picasso, y conocía a los intelectuales más influyentes, Samuel Beckett, Jean-Paul Sartre, y antes a Paul Éluard y André Breton. Su esposa Annette Arm le aguantó estoicamente. En 1962 recibió el gran premio de escultura en la Bienal de Venecia, lo que le llevó a convertirse en una celebridad internacional.

En realidad, la segunda guerra mundial parte su producción en dos, produce un giro profundo a partir de 1945, cuando van apareciendo esas figuras humanas extremadamente delgadas y alargadas por las que es universalmente conocido. Giacometti no es un desconocido en nuestro país: en la temporada 2011-12 el Museo Picasso Málaga le dedicó una gran retrospectiva con piezas procedentes íntegramente de la colección de la Fundación Alberto y Annette Giacometti de París. Y antes, en 2001, el IVAM de la Comunidad Valenciana había hecho también un buen montaje.

Cinco espacios se suceden en los dos niveles habituales del palacio que sirve de sede a la Fundación Mapfre. En Las esculturas como tableros de juego se expone su vinculación temprana al surrealismo, a principios de los años 30. Se acabó el juego (National Gallery of Washington) es uno de los ejemplos más importantes; realizada en mármol, madera y bronce, la obra consiste en un tablero de mármol con cráteres de diferentes tamaños en los extremos, y con tres fosas sepulcrales con sus correspondientes lápidas en el centro, una de las cuales, cerrada; contienen un esqueleto y una serpiente, y dos figuritas de bronce, un hombre y una mujer, en posición vertical y en diagonal una respecto de la otra. Un ajedrez deformado por la muerte y la guerra.

Estas primeras esculturas en las que lo figurativo se oculta en la abstracción, y en la que elementos dispares conforman otra realidad -puro surrealismo- han quedado postergadas frente a la originalidad de su segunda etapa. Pero puede que al visitante le gusten más. La Mujer cuchara sería buen ejemplo del coexistir de la rigidez geométrica con lo orgánico, así como de la fuerte inspiración del arte negro africano.

Después de 1945, me juré que no dejaría que mis estatuas menguaran de tamaño sin parar. Pero sucedió lo siguiente: podía mantener la altura, pero iban adelgazando, adelgazando se volvían flacas y larguiruchas. Así contaba Giacometti su propia evolución hacia figuras más y más estilizadas. En estos años, las presenta formando conjuntos de disposición muy meditada sobre planchas de bronce.

Destacan emblemáticas esculturas como Tres hombres que caminan o Pequeña figura dentro de una caja entre dos cajas que son casas. Giacometti comienza a asociar unas esculturas con otras, un poco al azar, sobre el suelo del taller, y así surgen El bosque y El claro, conjuntos totémicos sobre planchas de bronce.

En su taller escenificará durante 40 años la interacción del arte con la vida. Ubicado en una barraca cerca de Montparnasse, no era más que un agujero. Pero cuanto más tiempo permanecía en él, más grande se volvía, decía el artista. Fue su contexto físico y su reducto mental. En el suelo del taller, una marca roja señala la posición exacta de la silla del modelo, ubicado a una distancia constante de 1,40 metros tras el caballete del artista, en un ángulo de 45 grados hacia la derecha. Annette, su mujer, y Diego, su hermano, sus dos modelos habituales, posan en interminables sesiones.

Junto a Cabeza de hombre y Mujer de pie, el hombre que camina es la tercera figura del grupo con el que Giacometti planifica su propuesta para la plaza del Chase Manhattan. En 1958 ha recibido el encargo. Tiene por fin la oportunidad de crear una gran aportación en un espacio pblico, tal y como llevaba soñando casi 30 años. Sobre la mesa de su taller, con la ayuda de una maqueta suministrada por el cliente, desarrolla el grupo de figuras. Modela el hombre que camina, la gran cabeza y la mujer de pie como figuras diminutas, experimentando una y otra vez su ubicación. Los combina de mil maneras hasta llegar a la que le convence. El proyecto será rechazado y sin embargo pervivirá despiezado y desplazado de aquel espacio original, aclamado pero descontextualizado, de alguna manera hurtado a su autor para convertirlo en algo diferente.

De las tres piezas, sin duda El hombre que camina se convertirá en la panacea. Puede interpretarse como esencia de la vida misma, de nuestra rutinaria excepcionalidad. También puede entenderse como metáfora de la bsqueda permanente, como retrato de esas gentes especiales del siglo XX que emprendieron la gran aventura espiritual, intelectual y vital en la que, a pesar de que ya se vislumbran los nuevos horizontes, generacionalmente an estamos inmersos.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Despliegue: 8
Comisariado: 8
Catálogo: 8
Folleto explicativo: 9
Actividades complementarias: n/e

FUNDACIÓN MAPFRE
Giacometti. Terrenos de Juego
Comisarios: Annabelle Grgen-Lammers y Pablo Jiménez Burillo
Coproducción de FUNDACIÓN MAPFRE y HAMBURGER KUNSTHALLE
Del 13 de junio al 4 de agosto de 2013
Sitio especial en internet.

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