Tal fantasiosa trama le ha parecido poca cosa al director artístico Dmitri Tcherniakov para atraer a nuestro incrédulo público actual, y la ha completado con otra historia paralela, en la que una mujer de hoy, abandonada por el hombre con el que ha tenido un hijo autista al que ha criado trabajosamente, se plantea que ha llegado el momento de contarle la verdad de su origen. Algo desasosegante, para sobrecoger al espectador con un drama más cercano. El niño autista sería el príncipe Guidón y su madre sería la zarina Militrisa. Tcherniakov pretende que a partir de ahí, la imaginación del niño disputa el escenario a la verdadera historia de la esposa y el hijo repudiados por el zar, recreando su universo infantil con proyecciones gigantescas de sus visiones por medio de viñetas de excelente factura y estructuras en forma de ameba de colores. Pensamos que la historia complementaria es un esfuerzo ímprobo que no contribuye a aumentar nuestro interés, y que los permanentes movimientos incontrolados del muchacho autista resultan un uso abusivo del dolor de muchas personas: para 2010 la tasa de autismo se estimaba en alrededor de uno o dos cada mil habitantes en todo el mundo, cuatro a cinco veces más frecuente en el género masculino que en el femenino.
El vestuario de Elena Zaytseva y la iluminación y sobre todo el vídeo de Gleb Filshtinsky contribuyen a que el espectador transite por las dos historias entrelazadas, intentando desentrañar los anhelos, sueños, temores, zozobras y quimeras de ese muchacho doliente a través de acuarelas mutantes, dibujos sinuosos y personajes desmesurados, con una inequívoca atmósfera eslava como la que reivindica la partitura de Nikolái Rimski-Kórsakov, claramente descriptiva, expresiva y evocadora, ajustada a la prosodia de su idioma, que combina melodiosamente folclore eslavo con sinfonismo centroeuropeo. El prólogo y las siete escenas se desarrollan en una especie de permanente cantabile, en el que la orquestación, brillante y efectista, crea una atmósfera adecuada a las ensoñaciones delirantes del pobre autista.
Tan notable partitura estuvo a cargo de la batuta del director israelí Ouri Bronchti, que debutaba en el Real en sustitución del británico Karel Mark Chichon, retirado por enfermedad. Lo que pudo parecer una lectura carente de fuerza dramática, en realidad era fiel a la idea del compositor, que reiteradamente lo buscaba premeditadamente. Su trabajo fue coherente y atento al sólido reparto vocal, en el que el tenor ucranio Bogdan Volkov (Príncipe Guidón) y la soprano rusa Svetlana Aksenova (Parina Militrisa) -que se abrazarán en los aplausos finales- cumplieron notablemente sus cometidos, destacando también el bajo croata Ante Jerkunica (Zar Saltán) y la soprano armenia Nina Minasyan (Princesa Cisne) sin olvidar a la mezzosoprano Carole Wilson (Babarija) y al resto del reparto al completo, incluida la única participación española, la del tenor Alejandro del Cerro como el mensajero traidor. Una vez más el coro del Real se lució, esta vez en una ópera que le da gran protagonismo.
Tcherniakov vuelve al Teatro Real después de más de doce años de ausencia, tras haber montado Eugenio Oneguin, Macbeth y Don Giovanni entre 2010 y 2013. Lean si pueden nuestras reseñas siguiendo los vínculos anteriores, para conocer nuestra desigual acogida en cada caso. No se le puede negar osadía a su propuesta de hoy, pero ni la historia del muchacho autista, ni las salidas laterales de los personaje por rampas en la platea, ni el excesivo protagonismo de los dibujos proyectados, nos convencieron. Asuntos capitales en la trama como el mensaje trucado o el reencuentro del zar con la zarina no se entendían sin haber leído el argumento antes, y la dirección actoral nos pareció descuidada en el caso de una actual Militrisa siempre descolocada y de un actualizado Guidón con tan patética gesticulación.
De Nikolái Rimski-Kórsakov (1844-1908), sus obras orquestales más conocidas —el Capricho español, la Obertura de la gran Pascua rusa y la suite sinfónica Scheherezade— son valoradas entre lo mejor del repertorio clásico, así como las suites y fragmentos de alguna de sus quince óperas. Buscó un estilo ruso para la música clásica, en línea con esa tendencia al nacionalismo musical -sonar a ruso, sonar a español- que se daba en toda Europa en aquella época. Sus óperas son más complejas que sus obras sinfónicas y para ellos diseñó un doble lenguaje musical: música diatónica y lírica al estilo de la música popular rusa para los personajes humanos, y cromática, música artificial para los seres mágicos. Según Harold Schonberg ‘abren un delicioso mundo nuevo, el de la Rusia Oriental, el de lo sobrenatural y lo exótico, el del panteísmo eslavo y de razas desaparecidas’. Fragmentos y suites de sus óperas están muy difundidos, siendo el más conocido ‘El vuelo del moscardón’ de esta ópera, del que se han hecho innumerables arreglos y transcripciones.
Esta coproducción se estrenó en el Théatre Royal de La Monnaie en Bruselas en 2019 recibiendo el premio ‘Opera Award Best New Production’. Esta ópera se representa poco, solo quince veces en 2005-2010, el período del que existen estadísticas. Esta producción añade un prólogo hablado al original y modifica el final para adaptarse al lastimero añadido. Que -insistimos- no hacía ninguna falta.
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 8
Partitura: 8
Libreto: 6
Dramaturgia: 6
Dirección artística: 7
Dirección musical: 8
Puesta en escena: 6
Interpretación: 8
Producción: 7
TEATRO REAL:
EL CUENTO DEL ZAR SALTÁN
Ópera en un prólogo y cuatro actos
30 de abril, 2, 4, 6, 8, 10, 11 de mayo de 2025
Música de Nikolái Rimski-Kórsakov (1844-1908)
Libreto de Vladímir Belski, basado en el cuento folclórico en verso de Aleksandr Pushkin
Estrenada en el Teatro Solodóvnikov de Moscú el 3 de noviembre de 1900
En coproducción con el Théatre Royal de La Monnaie/de Mun
Dirección musical Ouri Bronchti
Dirección de escena y escenografía Dmitri Tcherniakov
Vestuario Elena Zaytseva
Iluminación y vídeo Gleb Filshtinsky
Dirección del coro José Luis Basso
Coach de dicción Sergey Rybin
Zar Saltán – Ante Jerkunica
Zarina Militrisa – Svetlana Aksenova
Cocinera – Bernarda Bobro
Hilandera – Stine Marie Fischer
Babarija – Carole Wilson
Príncipe Guidón – Bogdan Volkov
Princesa Cisne – Nina Minasyan
Un viejo – Evgeny Akimov
Bufón/Marinero – Alexander Vassiliev
Mensajero/Marinero – Alejandro del Cerro
Marinero – Alexander Kravets
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Duración aproximada 2 horas y 55 minutos
19:30 horas. Domingos, 18:00.
Se han organizado diversas actividades culturales complementarias en Fundación SGAE, Museo Nacional de Artes Decorativas, Biblioteca Regional de Madrid Joaquín Leguina y Asociación Argadini, y una producción dirigida al público familiar (a partir de los 8 años) en el Real Teatro del Retiro.