José Catalán Deus
El bodegón tiene entusiastas y detractores; a los primeros les cuesta explicarse; los segundos tampoco tienen razones propias. Los primeros, están de enhorabuena; los segundos, deberían contemplar de cerca al enemigo y llevarse una sorpresa. El Museo del Prado dedica una exposición especial a los cuarenta bodegones españoles que componen la conocida como Colección Naseiro adquirida este verano por el Estado a cambio del pago de impuestos del BBVA. El título de la exposición, Lo fingido verdadero, está tomado de una comedia de Lope de Vega en la que, al igual que ocurre con este género pictórico, se reflexiona sobre la realidad y su representación y acerca de cómo ésta puede llegar a convertirse en una segunda realidad.
Desde hace una década, el bodegón español está de moda en el mundo, rompiendo creencias tan generalizadas como indocumentadas -como tantas en la historia española- que se podrían resumir en eso de en España no existió apenas pintura civil, sólo religiosa. La evolución del género del bodegón o la naturaleza muerta en la pintura española desde el siglo XVI hasta el XX está considerado como uno de los capítulos más singulares de la pintura europea moderna y contemporánea. Fue hace una década ña exposición Spanish Still Life de la National Gallery de Londres, la que marcó un descubrimiento sensacional, al calor del cual, el denostado bodegón ha vuelto a ser respetado por ese magma que se llama pblico.
Muchas de las pinturas son obras muy significativas dentro de la carrera de sus respectivos autores, y algunas son piezas maestras del bodegón español. Entre ellas destaca sobre todo Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio, realizado por Van der Hamen en 1627, un momento de equilibrio perfecto entre la sobriedad compositiva de sus primeras obras y el abigarramiento posterior. Muy ambicioso también es el Bodegón ochavado con racimos de uvas de Juan de Espinosa, singular no sólo por su formato octogonal sino también por la manera maestra como se mezcla una extraordinaria habilidad para la descripción precisa y verídica de formas y texturas con un gran talento para la composición, lo que da como resultado una obra monumental y equilibrada. Juan de Arellano, con una de las mejores obras de los ltimos años de su carrera, o Luis Meléndez, con su Bodegón con frutos del bosque, son otros de los grandes pintores de naturaleza muerta representados con obras de gran calidad.
También existen conjuntos muy notables de obras del mismo autor. Es el caso de los cuatro cuadros con racimos de uvas de Juan Fernández El Labrador, una referencia casi mítica de los inicios de la historia del bodegón en España, y que apenas estaba representado en el Museo. Muy rica y variada es la representación de Tomás Hiepes, el máximo exponente del bodegón levantino, del que se han adquirido siete obras que, sumadas a las que ya existían en el Prado, dan magnífica prueba de la versatilidad temática del pintor. De Pedro de Camprobín, hasta ahora ausente en el Museo, hay cuatro obras, una de las cuales, Cesto con melocotones y ciruelas, se cuenta entre sus pinturas más delicadas y de las que mejor conserva sus valores originales.
El recorrido se inicia con una selección de cuadros de pequeño formato que reproducen frutas o flores copiadas probablemente del natural, con representaciones de racimos de uvas, una de las tipologías más antiguas del bodegón español. Más adelante se exhibe una amplia sección de bodegones de mesa y el recorrido culmina con la pintura de flores. Como complemento, el pblico podrá completar la visión del género de la naturaleza muerta visitando la sala colindante a la exposición dedicada al bodegón del siglo XVII.
Los cuarenta bodegones que componen la muestra están realizadas por diecinueve autores españoles, y muestran aspectos importantes del devenir del género desde principios del siglo XVII hasta mediados del XIX. Conforman un conjunto irrepetible que permite asistir a buena parte de la historia de la naturaleza muerta en España.
La selección de los cuadros adquiridos se hizo teniendo en cuenta tanto su calidad como su representatividad y su utilidad para llenar las lagunas que existían dentro de la colección de bodegones españoles del Prado. De hecho, diez de los pintores no estaban representados con obras de esta naturaleza en la institución. Son los casos de Pedro de Camprobín, Ignacio Arias, Pedro de Medina, Miguel March, Gabriel Felipe de Ochoa, José Ferrer, Juan Bautista Romero, Santiago Alabert, Miguel Parra y José Romá. Algunos de ellos son nombres muy destacados para la historia del género en España.
Con la adquisición de la colección Naseiro, el Museo del Prado se convierte en la referencia indiscutible en la materia, con la presencia de la práctica totalidad de los maestros que han abordado este género desde los precursores como Sánchez Cotán hasta Goya. Sobresaliente paseo por una representación de la realidad que es más que eso, otra realidad paralela.
INFORMACIÓN ÚTIL
Fechas
24 de octubre 7 de enero
Salas
Sala 16b
Horario de la exposición
De martes a domingo y festivos: 09.00h 20.00h
(la entrada a la exposición está permitida hasta las 19.30h)
El Museo permanece cerrado los lunes.
Acceso a la exposición
A través de todas las puertas de entrada al Museo.
Los visitantes con minusvalía pueden acceder a la exposición por la Puerta Baja de Goya.
Catálogo
-Índice
El Prado enriquecido
Alfonso E. Pérez Sánchez
Notas para una historia sin final
Javier Ports
-Diseño gráfico
Mikel Garay
-Dimensiones
24 x 29,7 cm
-Páginas
100
-Ilustraciones
75 a color
-Encuadernación
Rstica con solapas
-Precio
18
-Compra
[emailprotected]