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El teatro (del) absurdo, por J.C.Deus

El teatro (del) absurdo, por J.C.Deus

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
domingo 25 de abril de 2010, 01:00h

El teatro rupturista de hace medio siglo supuso una provocación que hoy ha perdido todo sentido. Es mucho más absurdo un telediario cualquiera. Tiene valores permanentes pero necesita más cuidado que los clásicos para no pasar de teatro del absurdo al absurdo del teatro. Con Fin de partida de Samuel Beckett, el Teatro de la Abadía se entrega a una puesta en escena de Krystian Lupa que insistiendo en lo escatológico y tremebundo colapsa la comunicación. El absurdo se hace monótono y tedioso y tras dos horas aburridas el pblico aplaude un tanto extenuado el final de esta partida.

Dirección, escenografía, msica e interpretación son excelentes Qué falla entonces, por qué resulta tan antiguo? Porque toda esa angustia existencialista, era tedio elitista y oportunismo sensacionalista más que ninguna otra cosa. Y el tiempo, que no puede con las cosas interesantes escritas hace cinco siglos, es implacable con los bodrios de hace cinco décadas. Fueron necesarios en su momento para revolucionar unos escenarios enmohecidos, para épater a unos burgueses esclerotizados, para plantear que el desarrollo económico produciría páramos espirituales. Pero no tiene sentido seguir planteando hoy las cosas de la misma manera. Ha llovido a cántaros.

El pasaje favorito de la obra para su autor es la deducción de Hamm de que Nagg está llorando: Entonces está vivo. La frase más importante sería para Beckett ésta de Nell: No hay nada más divertido que la infelicidad. Boutades, perogrulladas, ocurrencias.

pesimismo sobre la condición humana. Fue una oleada de grandes reflexiones filosóficas y de extraordinarias obras literarias y artísticas sobre nuestra Sombra, la individual y la colectiva. Pero, luego el mundo siguió girando, y la realidad se mostró más persistente y sorprendente que todas las teorías. Desde entonces hemos vivido terremotos existenciales tan enormes, los paradigmas se han cuarteado de tal manera, los humanos han sido sometidos a tal aceleramiento en la percepción individual y en las costumbres sociales, que ha surgido un nuevo horizonte necesitado de análisis. Ésa es la tarea que no se termina de emprender tras la primera década del nuevo milenio.

Mientras, reflexionar en los asuntos del pasado, escuchar a los testigos de otras épocas, siempre será bueno. Pero no puede hacerse como si sus discursos estuvieron dichos hoy. Lo que entonces era un final de partida se demostró un punto y seguido. No podemos representarlo como un mensaje pontifical, una revelación descomunal, una predicción deslumbrante. Mejor representarlo como un testimonio más del cotidiano infierno. Queremos decir que declamaciones engoladas en un sótano maloliente con ancianos semidesnudos metidos en jaulas, es trivializar el mensaje por el camino de lo histriónico. Ponga usted al viejo tullido degenerado en un cómodo apartamento de nuestros días y hágale hablar como hablan hoy los viejos tullidos degenerados que tanto abundan. Quizás así resulte más creíble.

José Luis Gómez nos dice que Fin de partida es una de las grandes obras de teatro de todos los tiempos y reflejo desconcertante y sabio de éste que nos ha tocado vivir, que es un viaje a los confines conocidos de la persona, un viaje a las fronteras de nosotros mismos; y que Krystian Lupa es uno de los grandes referentes escénicos de nuestro tiempo. Por su parte, éste nos plantea a propósito de esta obra que el mal es la parte del sufrimiento que el hombre no puede digerir, que el personaje de Hamm es el yo universal, condenado a una existencia en la que sufro, a la vez que provoco sufrimiento, y que la eterna pregunta es quién tiene la culpa de la destrucción, corrupción y pérdida del yo, de su progresivo hundimiento?

Todo ello interesante. Clov dice en un momento dado: Nunca nadie en el mundo ha pensado de modo tan retorcido como nosotros. Efectivamente, quizás fuera verdad en 1957, ocho años después de Esperando a Godot. Pero desde entonces, repetimos, ha llovido a cántaros. Hamm está anquilosado en una silla de ruedas, incapaz de levantarse, ciego, aprovechándose de los demás. Clov, que ve pero no puede sentarse, obedece a las inagotables órdenes de Hamm. La pareja maestro-siervo se ve acompañada de Nagg y Nell, los padres de Hamm, envilecidos pordioseros de un caldo, de un bombón.

Lupa compara a Beckett con Thomas Bernhard, e insiste en que no necesariamente es triste o sombrío, recordando la indicación que dio a los actores que interpretaban a Hamm y Clov: Debemos arrancar tantas carcajadas como sea posible con esta cosa atroz, otra de sus boutades. Carcajadas no hubo ni una, bueno estaba el patio. Bostezos, bastantes. Beckett recibió el Nobel de Literatura. También lo recibieron Esproceda y Benavente.

En España se han podido ver de Lupa: Los hermanos Karamazov (Festival Grec 05), Ritter Dene Voss (Festival de Otoño y Temporada Alta 06), Extinción (Grec 02 y Festival de Otoño y Temporada Alta 07), Factory 2 (Festival de Otoño 08) y Las presidentas (Temporada Alta 09). Las seis horas que duraba Extinción nos parecieron en su momento una mortal sobredosis.

Gómez en 1995 creó el Teatro de La Abadía, Centro de Estudios y Formación Escénica de la Comunidad de Madrid, que sigue dirigiendo hasta el día de hoy. De sus trabajos realizados bajo esta cpula se pueden destacar varios, y en reciente dirección La paz perpetua de Juan Mayorga (CDN/Abadía): un buen trabajo nos pareció entonces.

Volviendo a nuestro Fin(al) de partida, muy bonitas las proyecciones de Alfonso Nieto y la msica de Pawe Szymaski. Ramón Pons parece salido de entre los locos modelos de El Greco, y Lola Cordón nos pareció más creíble que sus tres compañeros. Por alguna razón (personal?), el joven sirviente del perverso pedófilo es en esta versión una buena actriz obligada a pomposas declamaciones y trascendentes miradas que perjudican al personaje. José Luis Gómez demuestra todo su oficio, pero es él y no Hamm el personaje. Qué buena función para una obra más interesante.

Sobre el proceso de creación de la obra.

Fin de partida
Samuel Beckett
Del 13 de abril al 23 de mayo
TEATRO DE LA ABADIA
C/ Fernández de los Ríos, 42
28015 Madrid
Duración aproximada: 2 horas

REPARTO
José Luis Gómez: Hamm
Susi Sánchez: Clov
Ramón Pons: Nagg
Lola Cordón: Nell

Dirección y escenografía
Krystian Lupa
Traducción
Ana María Moix
Vestuario
Piotr Skiba
Proyecciones
Alfonso Nieto
Composición musical
Pawe Szymaski

Una producción de Teatro de La Abadía en coproducción con El Canal Centre dArts Escèniques de Salt/Girona, Palacio de Festivales de Cantabria (Santander), Teatro Arriaga (Bilbao), Teatro Calderón (Valladolid). Con el apoyo del Instituto Polaco de Cultura.

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