Una cena íntima que promete pero que termina frustrándose. Una chica enamoradiza cuyo sueño naufraga antes de izar el ancla. Estamos ante una coproducción de lo mejorcito del teatro europeo. Sweet nothings, estas dulces y decadentes naderías, es un despliegue magnífico de saber teatral al servicio de una causa discutible: la de resucitar este melodrama de finales del imperio austrohngaro, y convertirlo al peculiar género british del apunte histórico victoriano -Retorno a Bridgehead, Upper and Down, Pride and Prejudice- con intento romántico de saltarse sus eternas clases sociales. A ambos lados del Canal existe un pblico maduro y cultivado harto de experimentaciones que está recibiendo con alborozo la propuesta. A este lado de los Pirineos la tarea parece más difícil.
Luc Bondy, vaca sagrada del teatro actual, propone un escenario circular semirodeado por los espectadores, de los que se separa por un foso aparentemente incómodo e inservible al que descienden y del que remontan continuamente los actores con cierto riesgo de abrirse la cabeza con los marcos de las ventanas que cuelgan del techo. La plataforma circular va girando levemente a lo largo de las dos horas de espectáculo. La escenografía es brillante, un apartamento de estudiante rico en el primer acto, una buhardilla de gente modesta, en el segundo. El vestuario es de época.
En el primer acto, dos estudiantes pijos invitan a cenar a dos chicas con las que tener una aventura fácil. El protagonista vive aquejado de dudas existenciales y su amigo es un viva la virgen, dos caracteres contrapuestos. Igualmente, de las dos chicas una es romanticona y la otra realista en grado sumo, la primera está dispuesta a enamorarse a la primera carantoña; la segunda sabe que el ligue es un pulso entre conquistador y conquistada, máxime si él es rico y ella una chica sin más patrimonio que su decencia. Las dos parejas se entrecruzan en un habilidoso juego escénico, una fiestecita íntima con mucho alcohol, algo de cena para disimular y msica, la justa. Cuando va a empezar la cama revuelta aparece un desconocido amenazante y se agua la fiesta.
Resulta ser el marido de la amante del estudiante atormentado, que descubrimos ahora no lo está por grandes dilemas filosóficos sino por el temor de que el marido descubra sus amoríos. Así ocurre, y al estilo de la época lo desafía a duelo a muerte. Pobre chaval, que sólo tiene un bonito uniforme pero apenas sabe lo que es una pistola. Con la perspectiva de enfrentarse a la muerte a la mañana siguiente, el protagonista queda con la protagonista por la tarde, más suponiendo que nunca podrá ir a la cita que esperando ser el ganador del duelo.
El acto segundo se desarrolla en la vivienda de la chica romántica, que vive humildemente con su papá, violinista en una orquesta, y sueña y sueña con la cita, viéndose ya ante un idilio extraordinario. La portera cotilla o una vecina entrometida -el mejor personaje sin duda de la obra- la coloca en un brete de murmuraciones contra su amiga la despendolada y sus sueños de grandeza. El protagonista no acudirá a la cita. La protagonista sufre una dura decepción. Que será poco cuando descubra la razón de la ausencia de su amado que ha muerto en el duelo de la mañana. Dolor enorme, trágico final de un sueño aplastado.
Sweet Nothings es una actualización libérrima de Liebelei (Amoríos), el tercer drama de Arthur Schnitzler, cronista de la Viena de principios del siglo pasado y autor de Relato soñado, obra en la que se basó Stanley Kubrick para su película Eyes Wide Shut. Se estrenó hace un par de meses en Londres y, camino de los festivales de teatro de Viena y el Rurh, se detiene brevemente en Madrid: otro acierto, y van unos cuantos, del insustituible Festival de Otoño en primavera de Madrid.
Bondy nació en Zurich y es ciudadano europeo que vive entre Berlín y Bruselas, entre Lausana y París, entre Viena y Londres. Había dirigido anteriormente otras dos obras de Schnitzler: Anatol (Burg Theatre, Viena) y Undiscovered Country (Théâtre des Amandiers, Nanterre). Nos presenta una preciosa historia, muy decadente, algo gratuita.
Schnitzler (1862-1931) era médico de profesión, un pedazo de intelectual centroeuropeo autor de 48 obras dramáticas, 58 relatos de variable extensión, tres ensayos, un libro de aforismos y otro de recuerdos autobiográficos, Juventud en Viena. Creador de personajes psicológicos complejos, investigador en las profundidades del alma humana donde se combinan las pulsiones del deseo complicando las bondades amorosas. Su obra queda convertida al género de enredo amoroso décimonónico con trasfondo de lucha de clases, producto británico de exportación rentable en los ltimos años.
En 2008 hizo Bondy en estos lares un Idomeneo, la nica de las siete grandes óperas de madurez de Mozart que todavía no había sido representada en el Teatro Real, en coproducción con la Scala de Milán y la Ópera Nacional de París. Y volvió en noviembre de ese año con dos montajes en el Festival de Otoño, Las criadas de Jean Genet y La seconde surprise de lamour (La segunda sorpresa del amor) de Pierre Carlet de Chamblain de Marivaux (1688-1763), otro especialista en enredos y amoríos dos siglos anterior a Schnitzler, y en francés en vez de alemán: a la trivialidad del inacabable texto, Bondy aportó entonces un montaje muy posh, quizás finolis sea la traducción en castizo. Entre aquel Marivaux y este Schnitzler hay una indudable continuidad temática y estética, que admiramos en lo que vale pero que no goza de nuestra máxima preferencia.
Qué actores. Kate y Natalie estuvieron gigantescas y achicaron la presencia de Hayley y Tom, un poco estereotipados. Fue una larga sesión de teatro de máxima categoría con la que no pudimos conectar demasiado emocionalmente. Los dos actos tienen méritos propios, la dramaturgia del primero, la atmósfera del segundo. En medio, un descanso que hizo la jornada más que completa.
XXVII festival de otoño en primavera
Comunidad de Madrid
Sweet nothings, de ARTHUR SCHNITZLER
En versión de DAVID HARROWER
Dirección LUC BONDY
Teatros del Canal
Sala Verde
www.teatrosdelcanal.org
26, 27 y 28 de mayo a las 20.30 horas.
29 de mayo a las 17 y 21 horas.
30 de mayo a las 18.30 horas.
Escenografía e iluminación KARL-ERNST HERRMANN
Vestuario MOIDELE BICKEL
Sonido GARETH FRY
Dramaturgia GEOFFREY LAYTON
Adjunta a la diseñadora de vestuario EVA DESSECKER
Intérpretes
KATE BURDETTE
HAYLEY CARMICHAEL
NATALIE DORMER
TOM HUGHES
JACK LASKEY
DAVID SIBLEY
ANDREW WINCOTT
Una coproducción de Young Vic, Wiener Festwochen y Ruhrfestspiele Recklinhausen.
Un co-encargo del Warwick Arts Centre.
Más información en
www.youngvic.org
www.festwochen.at
www.ruhrfestspiele.de
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