El Museo Reina Sofía dedica una exposición antológica a Hans-Peter Feldmann, (Dsseldorf, 1941), un artista que representa la desacralización del arte, su democratización masiva y el concepto de que aparte de la excelencia, como en todas laas facetas, de la vida, todos nosotros, ciudadanos corrientes, podemos y hasta debemos ser atistas, incorporando la estética, la observación, la interrelación, la paradoja y demás mecanismo intelectuales a la vida cotidiana, a nuestro contexto particular, a los objetos que aleatoriamente llegan a nuestras manos, a los lugares corrientes y molientes donde desarrollamos nuestra modesta existencia. Un montón de zapatos de tacón, una columna de libros apilados, un cuadro al revés sobre el vetusto tresillo, una exposición entretenida, sugerente, divertida y honesta para decidirnos a ser también nosotros mismos artistas de nuestra vida.
A Feldmann se le considera uno de los artistas más representativos de la escena alemana de los años sesenta y setenta, los años en que cambia el paradigma occidental, los años de la ruptura reformada y la reforma rupturista, los años inmediatamente sepultados por la reacción conservadora, pero que se resisten a morir y retornan en este fin de era que vivimos, aspirando a jugar un papel esencial en el arte del futuro con su contribución subversiva, con su vocación demoledora, que tantos abusos ha protagonizado pero que tan esencial papel juega en una civilización que arriesga asfixiarse en sus logros.
Durante años, Feldmann ha coleccionado, clasificado, recortado y pegado
imágenes que componen su propio museo: fotos de aficionado, fotocopias,
postales, juguetes, Desde muy pequeño ya recortaba sellos, imágenes
maravillosas, diminutas y llenas de colorido y las pegaba en cuadernos
cuenta el artista. Y es que segn la comisaria, Helena Tatay, Feldmann elige entre las cosas que nos rodean y las expone a nuestra atención utilizando procedimientos muy sencillos. Es evidente que busca en lo cotidiano una fuente de inspiración porque como él ha afirmado en alguna ocasión: No me interesan los momentos culminantes de la vida. Sólo cinco minutos al día son interesantes. Lo que yo quiero mostrar es el resto, la vida normal.
Ese interés por el mundo cotidiano ha estado presente en su obra desde sus primeros trabajos, como en la serie de pequeños libritos impresos en offset titulados Bilders (Imágenes) en las que reproducía una o más imágenes de algn objeto cotidiano: herramientas, aviones, rodillas, etc. Desde entonces su interés por la imagen fotográfica, que colecciona obsesivamente, le ha llevado a producir numerosas series, algunas tan conocidas como sus Time Series series de tiempo, en las que retrata, en las 36 imágenes de un carrete analógico, un hecho insignificante, como un barco que pasa o una mujer limpiando una ventana. De la fotografía no le interesa la imagen individual sino
la serie de imágenes, o mejor dicho, lo que aparece al agruparlas. Suele decir que una foto es un trozo de papel, un objeto; si la miramos nos produce sentimientos o estados de ánimo. La foto de un muerto puede hacernos sentir pena, y si es la de un niño, ternura, pero no es la foto la que lo produce, es nuestra mente. Además esto sucede con todo tipo de fotos buenas, malas, colectivas o privadas.
En conjunto, el trabajo de Hans-Peter Feldmann, se ha caracterizado por su interés por las experiencias menos llamativas, por una conciencia crítica frente a las estructuras donde se produce la experiencia estética y por una ironía que aligera pero no esconde las cuestiones morales. Otra peculiaridad que define la singularidad de este artista es que, en raras ocasiones, titula, numera y fecha sus obras. Esta actitud, reflejo de una posición vital y moral frente al mundo, lo ha convertido, en los ltimos años, en un referente para artistas más jóvenes.
Su trabajo se podría agrupar en dos etapas, separadas por diez años de
silencio. La primera fase de actividad artística se desarrolla entre 1968 y 1980, periodo en el que se dedica a coleccionar imágenes y objetos. Feldmann crea así sus propios archivos, agrupando diferentes tipos de imágenes, como reproducciones extraídas de revistas, cartas, carteles, postales o sus propias fotografías, y las reagrupa por familias, series o temas. Crea además diferentes colecciones de objetos, como su colección de juguetes antiguos, o la de reproducciones en yeso de esculturas clásicas pintadas con colores vivos.
Su actitud crítica frente al mundo del arte y la cultura, le llevan en 1980 a abandonar el circuito artístico y a abrir una tienda de recuerdos, curiosidades, objetos de segunda mano y antigedades en Dsseldorf. Diez años después, y gracias a la insistencia de Kasper Knig (director del Museum Ludwig de Colonia) vuelve a exponer en Portikus en 1990 donde se edita el primer catálogo sobre su trabajo y retoma su vocabulario habitual para cuestionar la iniquidad de las imágenes, de los valores culturales, y en general, de los sentimientos que se producen masivamente.
Estas dos etapas quedan recogidas en la muestra antológica que ahora
presenta el Museo Reina Sofía. Entre las piezas seleccionadas figuran todas sus influyentes series fotográficas de los años 70 como Sunday Pictures, Time series, Car radios o Fotos from hotel windows. También se exhiben las imágenes y esculturas coloreadas de los años 80, y su producción fotográfica de los años 90 y 2000 como Bookshelves.
En una serie presente en la muestra All the clothes of a woman, Feldmann muestra lo que el título describe: setenta piezas de ropa femenina, retratadas una a una. Las ropas, como las fotografías, son modestas, y es que segn la comisaria, el artista se limita a informarnos o mostrarnos algo que ha encontrado, esperando que nosotros lo carguemos de sentido.
Feldman, un cabellero teutón con rostro amable, porte señorial y en el umbral de los setenta años, sigue trabajando. De hecho es su ltima instalación Shadow Play lo más destacable de la exposición. Al atravesar las cortinas que velan una gran sala rectangular, nos encontramos con un gigantesco teatro de sombras proyectado en el muro de enfrente, sombras móviles procedentes de una sucesión de plataformas giratorias donde los más insospechados objetos baratos forman tíovivos iluminados que se proyectan en el muro formando ese poblado bosque fantasmal que por un momento nos ha petrificado. Aunque descubras el origen simple del efecto perturbador, la magia no desaparece.
Como siempre, el director del Reina, Manuel Borja-Villel, contribuyó con su presentación a la contextualización del invitado. Como estamos en un museo de arte pues empezamos la temporada con arte, ironizó en el más puro estilo de Feldmann, un señor que ha dedicado su vida a agrupar imágenes, a coleccionar objetos sin valor, a archivar utensilios cotidianos, a penetrar en la abundante banalidad que nos rodea como reacción a la visión épica del expresionismo abstracto. Podría leerse el conjunto de su obra como una crítica al creciente exceso en la producción de imágenes que ha llevado a una pérdida ostensible de contenido, y que nosotros solemos resumir con la boutade de una palabra vale mil imágenes. Es un seguidor de Duchamp. Su arte es arte porque están en los museos, si no fuera por ello, no sería considerado arte. Es la paradoja con la que contribuye al debate inacabable.
A Feldman no le gusta hablar, un buen detalle, cultiva el silencio en su obra con la ausencia de títulos y de firma, y viene a decir que todo es arte, todo puede ser arte, todo debe ser arte, algo en lo que creemos desde esos años sesenta, desde el situacionismo y la deconstrucción. Feldmann es un cachondo que titula siempre sus exposiciones Una exposición de arte por si acaso, que coloca en un rincón de una de las salas un montoncillo de colillas y basura para que dudemos si ha habido un descuido por parte del servicio de limpieza, y que nos interroga sobre lo que es el arte, el Arte, el aRTE, mientras que el Museo Tyssen nos ofrece fotografías refinadas de tías buenas y el Museo del Prado nos amenaza otro año más con los oropeles del impresionismo.
Dos destacados enclaves del conjunto expositivo: la serie titulada 100 years donde el artista fotografía a 101 personas, de entre ocho meses y cien años de edad. La foto de una persona por año. Y sobre todo para los que an guardan cierto respeto por la prensa, la instalación 9/12 en la que expone 150 portadas de periódicos de todo el mundo el día siguiente a los atentados del 11 de septiembre del 2001.
HANS-PETER FELDMANN
Una Exposición de Arte
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
21 de septiembre de 2010 28 de febrero de 2011
Edificio Sabatini 3 planta (zona A)
COMISARIA: Helena Tatay
COORDINACIÓN: Verónica Castillo
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