La cuarta entrega del ciclo Una mirada al mundo que está ofreciendo el Centro Dramático Nacional confirma la tendencia artística actual de evocar esta crisis utilizando materiales de hace un siglo; de rescatar las reflexiones artísticas del primer tercio del XX a falta -alguien piensa y trabaja ahí fuera?- de reflexiones artísticas sobre lo que está pasando ahora; de hablar de aquella Gran Depresión pensando en ésta. Este El hombre sin atributos ofrecido por el afamado director belga Guy Cassiers es un extraordinario fresco de las vísperas de la primera guerra mundial y los ltimos momentos del imperio austro-hngaro en el que captar entre líneas el mismo desasosiego subterráneo, la misma vacuidad en las personas, el mismo resonar an lejano de tambores de guerra.
Der Mann ohne Eigenschaften fue la gran novela del escritor austriaco Robert Musil, una de las más influyentes de la literatura en alemán del siglo pasado, una sinfonía inacabada que retrata con colores vivos y tonos satíricos la paradoja de un mundo que parece destinado a brillar eternamente y sin embargo está a punto de desplomarse. Estamos en Viena en 1913. El Imperio Austro-Hngaro, denominado no sin humor Kakania en el texto, es la superpotencia europea. Su Establishment arrogante y obtuso se dispone a conmemorar el setenta aniversario del emperador Francisco José en el trono de forma inolvidable. Será en 1918, pero al estilo germano hay que empezar a prepararlo ahora. Tiene que ser una celebración más grande y espléndida que la que han empezado a preparar los parientes y rivales de la Alemania Prusiana para su emperador Guillermo II, que conmemora sus treinta años en el trono.
Guy Cassiers, que se atreve con todo, ha adaptado fielmente la novela a las tablas, y el resultado es ciertamente deslumbrante. Ha pensado en una trilogía de la que ésta será la primera entrega, y la ofrece en idioma flamenco. Su perspicaz y penetrante texto se ha transmutado en diálogos magníficos al coste de una duración excesiva, tres horas de representación y media hora de entreacto. El coste para el pblico español se ve muy agravado por los subtítulos, agotadores en una obra tan literaria, deficientes en una adaptación del alemán al holandés, de éste al flamenco, y del flamenco al español, y a menudo casi ilegibles por imperdonables errores de superposición sin contraste. Era todo lo que tenía que aportar el CDN -subtítulos correctos y legibles- y lo hizo mal. Falta absoluta de profesionalidad.
Queremos decir que los espectadores que llenaron a rebosar las tres funciones del Valle Inclán tuvieron que pasar por más dura prueba que otros pblicos europeos, sin contar con que Musil en Centroeuropa es un clásico obligatorio y aquí un desconocido. El enorme y fabuloso texto de Musil reducido a subtítulos de serie televisiva sería un obstáculo insalvable si Cassiers no hubiera tendido el puente de plata de una representación sobresaliente. Un elenco de impresionantes actores se convierte en un espectáculo que va incluso más allá del incisivo y afinado texto. El correcto uso de micrófonos inalámbricos permite calibrar al máximo tono y volumen a los actores, y erradicar ese griterío que an asola nuestras tablas. La proyección abundante de primeros planos de los actores contribuye al dramatismo y la comprensión, por contraste con el habitual uso caprichoso y abuso contumaz de imágenes de vídeo en los escenarios de estos días.
Y por encima de todo, el ambiente y la unidad de acción lo proporciona una escenografía sonora extraordinaria que brota de un piano situado en una esquina en penumbra convertido en el principal protagonista: aquella Viena evocada en sus notas, aquel preciso momento histórico entre Vagner y el dodecafonismo. En fin, magistrales lecciones de sonido e imagen que por si solas justifican la experiencia.
El hombre sin atributos es el joven Ulrich, que de nada sabe a fondo y para todo sirve, que sabe adecuarse y que es el perfecto material moldeable tanto para un roto como para un descosido. Por esa versatilidad suya tan actual es nombrado secretario de un think tank llamado Acción Paralela encargado de decidir en qué va a consistir la magna celebración. El organismo lo dirigirá la vacua condesa Diotima y de él formarán parte una colección de destacadas personalidades no menos histriónicas en su petulancia, como el general General Stumm von Bordwehr, a los cuales se une no sin polémica un prusiano, el empresario-poeta Von Arnheim, que es un adelanto de los ricachones filántropos de hoy día. De telón de fondo acta un suceso truculento por el que va a ser condenado a muerte un supuesto asesino propiciatorio, el misterioso Moosbrugger que nunca aparecerá en escena.
Nos encontramos con un vistoso desfile de personajes, que no saben que el volcán está a punto de erupción. Su referencia es el pasado. Ven la realidad nicamente a través de los ojos de una nostálgica grandeza que está a punto de colapsar. Los imponentes estruendos al final de la obra son fuegos artificiales pero podrían ser los primeros cañonazos de la Primera Guerra Mundial.
La novela costó sangre, sudor y lágrimas a su autor, que la dedicó doce años de su vida sin conseguir llevarla a término. Junto a Ulrich, el hombre sin atributos, el matemático idealista, el cómodo espectador, encontramos también a Leona y Bonadea, las dos mujeres de su vida, desbancadas por Diotima, cerebro dirigente de la Acción Paralela. Hay una trama social y una trama amorosa, la segunda menos accesible.
Por el contrario, Arnheim, es el hombre con atributos, el Bill Gates de la Viena prebélica, un millonario prusiano cuya conversación flucta entre las modernas técnicas de la inseminación artificial y las tallas medievales blgaras. Alrededor de ellos se mueve, como en un esperpéntico vodevil, la digna, honrada, aristocrática sociedad de Kakania (el imperio austro-hngaro), que vive los ltimos momentos de su vacía decadencia antes de sucumbir a la hecatombe de la Gran Guerra.
Cassiers combina su manejo de la tecnología con su pasión por la literatura, una fórmula ganadora en el teatro de altura intelectual. Entre sus principales espectáculos figura un cuarteto de obras basadas en En busca del tiempo perdido de Marcel Prosut, el ciclo Triptych of Power Mefisto for ever, Wolfskers y Atropa. Avenging peace sobre las complejas relaciones entre el arte, la política y el poder (cuya primera parte fue estrenada en Barcelona hace dos temporadas), y una versión de Bajo el volcán, la novela de Malcolm Lowry, así como la dirección artísitica de un Der Ring des Nibelungen (El anillo de los nibelungos), de Wagner, en Milán y Berlín, que se ha considerado muy valiosa.
Hace un año trajo a La mirada al mundo del Centro Dramático Nacional, Rojo reposado, una propuesta basada en la novela Bezonken rood (1981) del autor holandés Jeroen Brouwers (nacido en 1940), centrada en los terribles recuerdos del campo de concentración donde fue encerrado por los japoneses durante la segunda guerra mundial junto con su madre y miles de mujeres y niños holandeses residentes en Indonesia, un monólogo asfixiante de un neurótico perseguido por el recuerdo, igualmente con un gran texto, un creativo despliegue audiovisual y una selección musical de alta calidad.
El hombre sin atributos es la más contundente de las miradas de este año en espera del ltimo trabajo de Wadji Mouawad. Un aldabonazo al que sólo faltó el texto en español. Lo que en 1913 comenzaba en 2010 está terminando: un siglo de cataclismos que impuso el capitalismo sobre sus enemigos, otros ismos como el comunismo, el fascimo, el nacional socialismo y también el cristianismo. Se resiste el pasar página, los creadores miran hacia atrás, nadie se atreve a anunciar lo que viene.
Teatro Valle-Inclán
Ciclo UNA MIRADA AL MUNDO
Jueves 4 a domingo 7 noviembre 2010
De man zonder eigenschappen I (El hombre sin atributos I)
Texto: Robert Musil |
Dirección: Guy Cassiers |
Adaptación: Filip Vanluchene, Guy Cassiers, Erwin Jans |
Dramaturgia: Erwin Jans |
Escenografía: Guy Cassiers, Enrico Bagnoli |
Iluminación: Enrico Bagnoli |
Diseño de sonido: Diederik De Cock|
Montaje de imágenes: Frederik Jassogne |
Arreglos musicales y piano en directo: Johan Bossers |
Vestuario: BELGAT (Valentine Kempynck con Johanna Trudzinski).
Reparto:
Dirk Buyse, Katelijne Damen, Gilda De Bal, Vic De Wachter, Tom Dewispelaere, Johan Van Assche, Liesa Van der AA, Wim Van der Grijn, Marc Van Eeghem, Dries Vanhegen
Producción, Toneelhuis
Coproducción: De Tijd | Centre Dramatique National dOrléans (Francia) | Maison de la Culture dAmiens (Francia)| Holland Festival (Holanda) | Centro Dramático Nacional.
Imágenes: James Ensor, Entrada de Cristo en Bruselas, Leonardo da Vinci, La ltima cena.
Guión basado en la traducción holandesa de Ingeborg Lesener.
Duración: 3 horas 30 minutos incluido un intermedio.
Idioma: Flamenco, con sobretítulos en castellano.