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De cuevas por Cantabria, Altamira(1), por J.C.Deus

De cuevas por Cantabria, Altamira(1), por J.C.Deus

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
sábado 27 de noviembre de 2010, 01:00h

48 - Cueva de Altamira - Patrimonio UNESCOEn el penltimo tramo de la vida, nada hay más gratificante que una intensa actividad cultural, que dejarse mecer y hasta sacudir por impulsos variados procedentes de la inmensa noosfera intelectual de la que se ha rodeado nuestra especie para poder aguantar esta perra vida. Todas las artes colaboran a desentrañar y paliar la decepción, el desengaño, la nostalgia y la melancolía que la existencia ofrece a estas alturas. Pero de vez en cuando hay que desengancharse de la dura y solitaria droga artística. Entonces es el momento de ir a buscar el arte a sus orígenes, la Naturaleza. Un viaje de tres días a Cantabria, y más concretamente a su espectacular patrimonio subterráneo, puede ejercer de bálsamo curalotodo. Lo hicimos para contárselo.

Resulta que una compañía aérea como Ryanair, paradigmática de los temidos vuelos-basura, te lleva a Santander con puntualidad y buen oficio, a pesar de un incompetente responsable de facturación. Primer descubrimiento. Van a ser tres días de eso que llaman turismo de cuevas a falta de mejor nombre, una visita al arte natural underground aderezado con pintura rupestre, el origen conocido de toda nuestra iconografía, el primer paso en doce o quince mil años de intentar reflejar las formas y el significado de lo que nos rodea.

Comenzamos como no podía ser de otra manera en Altamira, donde está esa capilla sixtina del arte ruprestre que deslumbró al mundo a mediados del siglo pasado, provocando avalanchas de visitantes hasta que hubo que cerrarla si no se quería destruirla irremisiblemente. Desde 2001 y probablemente por mucho tiempo an, lo que vemos es una réplica, la llamada Neocueva, y nuestro primer desafío será juzgar si mantiene no sólo la verosimilitud sino también la emoción del original.

Y lo primero que hay que decir es que sí. Temíamos un sucedáneo, un descafeinado; pero es tan verídica que consigue que olvides su artificialidad. La cueva de Altamira es relativamente pequeña: sólo tiene 270 metros de longitud. Presenta una estructura sencilla formada por una galería con escasas ramificaciones que parte de un vestíbulo amplio, iluminado por la luz natural y habitado por muchas generaciones desde comienzos del Paleolítico Superior, a continuación del cual se llega a la gran sala de pinturas polícromas, la apoteosis del incipiente arte Cuaternario.

El animal más representado es el bisonte. Hay 16 ejemplares de diversos tamaños, posturas y técnicas pictóricas. Junto a ellos, encontramos caballos, ciervos y signos tectiformes, que son una especie de cuadrículas rectangulares que recuerdan la forma de un tejado, unos signos enigmáticos, más o menos geométricos y complejos, que han sido interpretados como representaciones de trampas o de la femineidad, pero que pueden ser simplemente expresión de unas mentes que comenzan a ejercer el pensamiento abstracto.

La Neocueva de Altamira, esta reproducción de la original de hace 15.000 años, fue realizada por el catedrático de Fotografía Pedro Saura y la profesora de Bellas Artes Matilde Mzquiz (fallecida hace unos meses), ambos de la Universidad Complutense de Madrid, a los que no parece que se hayan rendido muchos homenajes pblicos por su excepcional contribución. Han reproducido el Gran Techo de la cueva, utilizando las mismas técnicas de dibujo, grabado y pintura que emplearon los pintores paleolíticos. La reproducción se llevó a tal extremo que durante el estudio de las originales se descubrieron nuevas pinturas y grabados. Su bóveda sigue manteniendo los 18 m de largo por los 9 m de ancho, pero su altura originaria (entre 190 y 110 cm) se ha aumentado al rebajarse el suelo para facilitar la cómoda contemplación de las pinturas.

Las pinturas originales se hicieron con pigmentos minerales ocres, marrones, amarillentos y rojizos, mezclados con aglutinantes como la grasa animal. El contorno de líneas negras de las figuras se realizó con carbón vegetal. Se aplicaron con los dedos, con algn utensilio a modo de pincel y en ocasiones soplando la pintura a modo de aerógrafo.

Aprovechan el relieve natural de la roca y a veces la modelan interiormente para dar un efecto de volumen y movilidad. El relieve de la cueva y el raspado de ciertas zonas aportan a las imágenes gran movilidad y expresividad. La sensación de realismo se consigue pues mediante el aprovechamiento de los abultamientos naturales de la roca que crean la ilusión de volumen, la viveza de los colores que rellenan las superficies interiores (rojo, negro, amarillo, pardos), y la técnica del dibujo y del grabado, que delimita los contornos de las figuras.

Son tres sus figuras más famosas. El llamado Bisonte Encogido es una de las pinturas más expresivas y admiradas de todo el conjunto. Está pintado sobre un abultamiento de la bóveda. El autor ha sabido encajar la figura del bisonte, encogiéndolo, plegando sus patas y forzando la posición de la cabeza hacia abajo. Todo ello deja patente el espíritu de observación naturalista de su realizador y la enorme capacidad expresiva de la composición.

La gran cierva, la mayor de todas las figuras representadas, tiene 2,25 m. Manifiesta una perfección técnica magistral. La estilización de las extremidades, la firmeza del trazo grabado y el modelado cromático le dotan de un gran realismo. No obstante, acusa en su factura algo pesada una cierta deformación, quizás debido a la posición del autor. Debajo del cuello de la cierva aparece un pequeño bisonte en trazo negro. Finalmente, El caballo ocre, situado en uno de los extremos de la bóveda, debió de ser un tipo de caballito enano frecuente en la cornisa cantábrica.

Las representaciones rupestres de Altamira podrían ser imágenes de significado religioso, ritos de fertilidad, ceremonias para propiciar la caza, o hasta interpretarse como la batalla entre dos clanes representados por la cierva y el bisonte. Han corrido ríos de tinta y son innumerables las teorías. Para nosotros, no hay significado especial: esas pinturas eran hechas por amor al arte, para entretenerse, para deleitarse y para adornar: son la primera manifestación del arte de la pintura y la escultura humanas.

Los humanos del paleolítico superior vivieron durante la glaciación del Wiirm. En aquella época, gran parte de Europa estaba cubierta por los hielos. Buscaron sus habitats en los valles donde el clima era más benigno, al amparo de las laderas soleadas. Allí habitaron a la entrada de las cuevas, donde construyeron con pieles y troncos refugios donde cobijarse y protegerse de la propia humedad de las cuevas. Recogían frutos silvestres, pescaban en los ríos y marisqueaban a la orilla del mar. Cazaban los animales que entonces compartían con él las praderas y bosques: bisontes, renos, uros, ciervos.

Las líneas del grabado o dibujo denotan un gran conocimiento de la estructura ósea del animal. El trazo es firme. Los animales interpretados son ágiles y elegantes, con la elegancia del que es austero porque conoce lo esencial. Interpretan siempre la vida. Contienen un significado que, aunque sin descifrar, está ahí, desafiante, y su magia ha permanecido hasta nuestros días, opina Matilde Mzquiz.

Debió el pintor mirar largamente a los ojos de los bisontes con los que convivió, creía la profesora Mzquiz, pues quiso interpretar la intensidad de su mirada, a través de la cual hoy se comunica con la nuestra. Los bisontes pesan, respiran, y el haber pintado en distinta posición la cola de cada uno de ellos nos hace recordar el constante movimiento de la cola de los animales vivos. El pintor ha transferido su vida a su obra de tal forma que en la gran sala parce percibirse su presencia. Su obra es fruto de su capacidad creadora, del conocimiento y de un intenso y prolongado trabajo por el que ha ido penetrando profundamente en ella. Además. estas grandes figuras no están recortadas sobre un techo uniforme. Por el contrario, están compartiendo el espacio con innumerables grabados, dibujos y pinturas que hacen de este recinto una de las obras de arte más importante de todos los tiempos. (Matilde Mzquiz. Técnicas, procedimientos de ejecución, autores y planteamientos artísticos de las pinturas de Altamira. En: Altamira. Barcelona: Lunwerg, 1998, pp. 59-87).

No pocos pintores contemporáneos han sido influidos por las pinturas de la cueva de Altamira. Después de una visita, Picasso parece que exclamó emocionado: Después de Altamira, todo parece decadente. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985. El método del carbono 14 llevó a los investigadores Laming y Leroi-Gurhan a proponer para las pinturas de Altamira una datación entre 15.000 y 12.000 años a.C.

Sustituirá para siempre en Altamira la reproducción al original? En junio de 2010 se reunió el Patronato que la cuida y manifestó que quería establecer las condiciones de máxima accesibilidad que simultáneamente garanticen la sostenibilidad de la cueva. Para ello estableció un grupo de expertos que en este otoño debiera comunicar su decisión. En Cantabria hay enorme expectación. Frente a la opinión primera de que Altamira volverá a abrir sus puertas en 2011, en estos momentos predomina el pesimismo. Es posible que nunca pueda volver a verse la cueva original. Algunas personas del aparato turístico de la Comunidad de Cantabria critican al director de Altamira, José A. Lasheras Corruchaga, y el que la cueva y el complejo montado alrededor siga dependiendo del ministerio de Cultura.

La visita a la Neocueva de Altamira dura un par de horas. Está amenizada por recursos audiovisuales discretos que permiten hacerse una idea de cómo eran sus habitantes y cómo trabajaron los autores de las pinturas. Dicen las guías de viaje que en el entorno natural que rodea al edificio del Museo de Altamira se puede pasear libremente, disfrutando de su magnífico paisaje. Pero el camino que permite contemplar a lo lejos la entrada de la cueva original, está desgraciadamente cerrado desde hace tiempo.

En el recinto se ha realizado una restitución paisajística con las especies vegetales que a través de los análisis de polen del yacimiento de Altamira sabemos que poblaban los alrededores de la cavidad. En las inmediaciones de la Neocueva crece un bosquecillo de abedules y avellanos. En otros lugares, prosperan manchas dispersas de pinos, robles, fresnos y multitud de brezos y otras herbáceas. Todo ello conforma un paisaje vegetal que se supone similar al que acompañó a las gentes de Altamira durante el Paleolítico Superior.

Hacia el norte se contemplan las verdes praderías cantábricas, con suaves colinas que llegan al mar. Hacia el sur, en días despejados, se divisan los Picos de Europa. No nos atreveremos esta vez a llegar a los Picos y al teleférico de Fuentedé, pero es inevitable acercarse a la célebre villa de Santillana del Mar, a tan sólo dos kilómetros, una de las más hermosas de la Península, pero cuya superviviencia está amenazada por un turismo veraniego masivo y sobre todo, por una sobreexplotación comercial agresiva y desagradable. En muchos lugares del mundo, -véase Roma- se ha evitado la contaminación visual de sus calles impidendo el uso de las fachadas para exposición de artículos, publicidad de locales, y rótulos y anuncios dispares y chillones que rompen toda la magia del conjunto. Aquí habrá que hacer con urgencia algo parecido.

14 - Universidad Pontificia de Comillas26 - San Vicente de la BarqueraEl recorrido de la costa cercana es sumamente atractivo, una sucesión de bellísimos paisajes donde los bosques y los prados llegan hasta la orilla del mar, y las playas completan ese despliegue verde, amarillo y azul que es el paradigma de felicidad para el veraneante urbano. Comillas es hoy un emporio residencial, con el Palacio abierto al pblico y la Universidad de nuevo en marcha, tras la recuperación de ambos por parte del gobierno autonómico. En Comillas como en la magnífica San Vicente de la Barquera, los excesos intolerables de la burbuja inmobiliaria han dejado también huellas nefastas, y eso que estamos en la parte mejor conservada de la costa cántabra. Si hoy el marqués de Comillas bajara las escalinatas de su mansión se encontraría con cientos y cientos de ventanas a menos de quinientos metros. Algo parecido pasa en la privilegiada localidad de San Vicente, rodeada de enormes promociones turísticas y amenazadas buena parte de sus excepcionales vistas por densidades desmedidas y urbanizaciones seriales poblando promontorios y laderas.

Tal desagradable contagio de la peste constructora mediterránea sólo puede olvidarse gozando de su buena gastronomía. San Vicente tiene un bulevar repleto de restaurantes donde las gentes se explayan. A nosotros nos llevaron al Boga-Boga donde el surtido de pescados frescos resultó estupendo y digestivo.

Para ampliar la informacin:
Bsqueda de vuelos
Neocueva de Altamira
Cueva de Altamira
Tesis doctoral sobre la pintura rupestre
Comunicado del ministerio de Cultura

Próximos capítulos:
De cuevas por Cantabria: El Soplao (2)
De cuevas por Cantabria: Puente Viesgo (y 3)

02 - San Vicente de la Barquera - Panorámica 2

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