Muy pocas veces el teatro español aborda los problemas actuales con seriedad y solvencia, así que 19:30 es de lo mejor que le ha pasado en varias temporadas. Un texto magnífico, un elenco excelente, una producción aceptable. Pero sobre todo, una propuesta intelectual que aporta material excelente para la reflexión pblica y privada, ese arma cargada de futuro, como decía de la poesía Gabriel Celaya. Acabó la transición política española a la democracia, cuándo lo hizo y con qué resultado? Estamos mejor realmente que hace treinta años? Necesitamos una segunda transición, una purificación catárquica, o no hay solución frente a los demonios patrios?
No se asusten: el autor no es un editorialista, ni ensayista, ni apóstol bloguero, ni predicador tertuliano. Simplemente ha observado con perspicacia y oficio la realidad política, y nos ofrece una crónica tan verídica y tan ajustada de ella, que parece un insider arrepentido, una lcida garganta profunda que hubiera sido hasta ayer cronista parlamentario, aparatchik de cualquier partido, spin doctor desalmado, asesor de imagen, jefe de comunicación, responsable de gabinete o encargado de prensa de cualquier poder municipal, autonómico, estatal, empresarial, gremial, colegial o sindical de los que se disputan a dentelladas la presa de la opinión pblica, de los que envenenan todos los días el debate, de los que inventan, tergiversan, ocultan, destruyen, manipulan, decoran, maquillan y reescriben la actualidad cavando la fosa séptica en la que el periodismo yace.
Está claro, no? Un texto impresionante en su eficacia y veracidad, sin errores destacables. Un diputado del partido en el poder, habitualmente serio y discreto, es detenido en pelotas y borracho a la salida de un club de alterne. Lleva consigo cinco millones de euros en billetes de 500. Hay que tapar el escándalo en vísperas de firmar un acuerdo capital con la oposición tras arduas negociaciones. Las 19:30 es la hora límite para la firma del documento. Así va a terminar el curso político y comenzar unas largas vacaciones veraniegas. Se pone en funcionamiento la maquinaria del partido para minimizar los daños del flagrante caso de corrupción que se vislumbra. El secretario general y el portavoz del grupo parlamentario tienen que asumir personalmente la dirección de un gabinete de crisis que velozmente va descubriendo unas implicaciones que afectan a la cpula misma del partido. Los encargados de prensa se lanzan a su tarea intoxicadora con la ayuda de los medios amigos. Las piezas de esa maquinaria habitual chocan y rozan entre sí poniendo al descubierto la mezquindad de sus componentes. El cinismo, la mentira, la traición y el desencanto han oxidado el mecanismo. La firma de ese pacto es vital para continuar en el poder. Alguien tendrá que sacrificarse para lograrlo.
Más que un documento esclarecedor de la decrepitud moral de los políticos profesionales, -pobres esbirros tantas veces-, es una formidable denuncia contra la inmensa corrupción moral en que han caído de los medios de comunicación en general y muchos periodistas en particular, corrupción an más responsable que la de los políticos en la degeneración de la vida pblica española, en el fracaso de una Transición que traicionó sus someras metas, que ahogó las esperanzas democráticas, que convirtió en doloroso y negativo el balance de toda una generación. Que nos ha llenado de vergenza y oprobio.
Dicen los directores querer desvelar los mecanismos reales que conforman eso que se llama el Poder, el volcán silencioso -pero en ebullición constante- que dormita en los partidos en el poder. Y hacerlo como observadores de la conducta humana centrándose en el carácter intrínsecamente humano de la degradación moral. Así hay que ver esta obra: no como un alegato contra políticos y periodistas como si fueran especiales, sino como un reflejo en estas profesiones de lo que se ha convertido en normal en la sociedad española de 2010. El problema no son los políticos, sino que los políticos reflejan a los ciudadanos. El problema lo somos todos, queridos.
En todo caso, los actores y actrices están sobresalientes. Antonio Molero haciendo un Razquín memorable, un periodista cínico cuyos gestos hemos visto tantas veces en las redacciones y las ruedas de prensa, y Sonia Almarcha haciendo una Urquijo de las que también conocemos muchas en la vida real, son nuestros favoritos. Pero Fernando Cayo, Nerea Garmendia, Sonia Almarcha, Óscar Sánchez Zafra, Rafael Martín y ngel Solo merecen ser mencionados en sus contribuciones al realismo de la obra. Ramón Ibarra y Adolfo Fernández, al tiempo que dirigen la pieza, hacen de Fuentes y Méndez respectivamente, un fontanero de la sede central, y el portavoz del grupo parlamentario del partido. Cayo vuelve a acertar en el papel de dirigente político, pero no repite al Adolfo Suárez que hizo en la tele. Adolfo Fernández dirigió la temporada pasada La charca intil y se mostró ya convincente entonces. Podríamos hablar y hablar de los muchos momentos memorables en esta pieza, pero ciertamente es recomendable toda ella entera. Tiene gracia la canción que ilustra la nostalgia venenosa de estos dos políticos deleznables que fueron una vez jóvenes rockeros. En lo que se refiere a la escenografía, se limita a acompañar sin estorbar.
Al parecer, el navarro Patxi Amezcua, guionista y director de cine que llega al teatro buscando lo que otros buscan en la tele y el cine (todos de un lado para otro buscando una maldita oportunidad), escribió esta obra casi de casualidad, en el descanso que se tomó tras finalizar la coproducción de 25 kilates, su primer largometraje como realizador, un pequeño éxito que estos días busca rememorarse con un segundo intento, Trastorno. Y lo que iba a ser un modo de pasar el tiempo y de probar, se convirtió en un proyecto de K Producciones, una compañía teatral vasca que parece bien interesante. El interés del Teatro Arriaga empujó materialmente. Se estrenó el 22 de abril pasado y llega a Madrid procedente de Salamanca.
Corran al teatro antes de que la buena nueva agote las localidades. A ver si se nos ocurren ideas entre todos para impedir el naufragio que estamos presenciando. A ver si nuestra sociedad es capaz de sacar fuerzas de flaqueza para convertir esta crisis terminal en una remontada decente.
Antiguo Matadero de Madrid
Naves del Español
19:30
Dirección: Adolfo Fernández y Ramón Ibarra
Autor: Patxi Amezcua
Actores: Antonio Molero Fernando Cayo Sonia Almarcha Nerea Garmendia Oscar Sanchez Zafra Rafael Martin Angel Solo Ramón Ibarra Adolfo Fernández
Iluminación: Miguel ngel Camacho
Vestuario: Iban López
Duración: 75 min. aprox.
Escenografía: José Ibarrola
Msica y Sonido: Mariano Marín
Diseño Gráfico: Minim Comunicación
Producción: Esther Velasco
Producción Ejecutiva: Cristina Elso
Distribución: Emilia Yage Producciones
Con la colaboración en los audiovisuales de Klara Badiola y Miriam Duque
Hasta el 28 de Noviembre
De martes a sábado 20 h. Domingos 18h.
Entradas 22 . Martes y miércoles 25% de dto.