Dirección, escenografía, msica e interpretación son excelentes Qué falla entonces, por qué resulta tan antiguo? Porque toda esa angustia existencialista, era tedio elitista y oportunismo sensacionalista más que ninguna otra cosa. Y el tiempo, que no puede con las cosas interesantes escritas hace cinco siglos, es implacable con los bodrios de hace cinco décadas. Fueron necesarios en su momento para revolucionar unos escenarios enmohecidos, para épater a unos burgueses esclerotizados, para plantear que el desarrollo económico produciría páramos espirituales. Pero no tiene sentido seguir planteando hoy las cosas de la misma manera. Ha llovido a cántaros.
El pasaje favorito de la obra para su autor es la deducción de Hamm de que Nagg está llorando: Entonces está vivo. La frase más importante sería para Beckett ésta de Nell: No hay nada más divertido que la infelicidad. Boutades, perogrulladas, ocurrencias.
Mientras, reflexionar en los asuntos del pasado, escuchar a los testigos de otras épocas, siempre será bueno. Pero no puede hacerse como si sus discursos estuvieron dichos hoy. Lo que entonces era un final de partida se demostró un punto y seguido. No podemos representarlo como un mensaje pontifical, una revelación descomunal, una predicción deslumbrante. Mejor representarlo como un testimonio más del cotidiano infierno. Queremos decir que declamaciones engoladas en un sótano maloliente con ancianos semidesnudos metidos en jaulas, es trivializar el mensaje por el camino de lo histriónico. Ponga usted al viejo tullido degenerado en un cómodo apartamento de nuestros días y hágale hablar como hablan hoy los viejos tullidos degenerados que tanto abundan. Quizás así resulte más creíble.
Todo ello interesante. Clov dice en un momento dado: Nunca nadie en el mundo ha pensado de modo tan retorcido como nosotros. Efectivamente, quizás fuera verdad en 1957, ocho años después de Esperando a Godot. Pero desde entonces, repetimos, ha llovido a cántaros. Hamm está anquilosado en una silla de ruedas, incapaz de levantarse, ciego, aprovechándose de los demás. Clov, que ve pero no puede sentarse, obedece a las inagotables órdenes de Hamm. La pareja maestro-siervo se ve acompañada de Nagg y Nell, los padres de Hamm, envilecidos pordioseros de un caldo, de un bombón.
Lupa compara a Beckett con Thomas Bernhard, e insiste en que no necesariamente es triste o sombrío, recordando la indicación que dio a los actores que interpretaban a Hamm y Clov: Debemos arrancar tantas carcajadas como sea posible con esta cosa atroz, otra de sus boutades. Carcajadas no hubo ni una, bueno estaba el patio. Bostezos, bastantes. Beckett recibió el Nobel de Literatura. También lo recibieron Esproceda y Benavente.
Gómez en 1995 creó el Teatro de La Abadía, Centro de Estudios y Formación Escénica de la Comunidad de Madrid, que sigue dirigiendo hasta el día de hoy. De sus trabajos realizados bajo esta cpula se pueden destacar varios, y en reciente dirección La paz perpetua de Juan Mayorga (CDN/Abadía): un buen trabajo nos pareció entonces.
Sobre el proceso de creación de la obra.
Fin de partida
Samuel Beckett
Del 13 de abril al 23 de mayo
TEATRO DE LA ABADIA
C/ Fernández de los Ríos, 42
28015 Madrid
Duración aproximada: 2 horas
REPARTO
José Luis Gómez: Hamm
Susi Sánchez: Clov
Ramón Pons: Nagg
Lola Cordón: Nell
Dirección y escenografía
Krystian Lupa
Traducción
Ana María Moix
Vestuario
Piotr Skiba
Proyecciones
Alfonso Nieto
Composición musical
Pawe Szymaski
Una producción de Teatro de La Abadía en coproducción con El Canal Centre dArts Escèniques de Salt/Girona, Palacio de Festivales de Cantabria (Santander), Teatro Arriaga (Bilbao), Teatro Calderón (Valladolid). Con el apoyo del Instituto Polaco de Cultura.