guía cultural

Microcosmos y callejuelas de un artista raro

José Catalán Deus | Martes 18 de febrero de 2014

Alfred Otto Wolfgang Schulze, alias Wols, nació en Berlín en 1913 y murió en París en 1951: corta vida la de una de las muchas figuras enigmáticas del arte del siglo XX. Un artista maldito, sí, pero en estos momentos en rápido proceso de recuperación al que con esta muestra exquisita y abordable, placentera y reflexiva, el Museo Reina Sofía se suma.

La exposición Wols. El cosmos y la calle se concentra en los dos focos principales del quehacer artístico de Wols. Por un lado, repasa los dibujos, grabados y acuarelas abstractos producidos por Wols, tanto durante la Segunda Guerra Mundial como en la posguerra, cuando el artista vivía de forma bien precaria en Francia.

Por otro, revisa sus trabajos fotográficos, realizados antes del conflicto bélico, entre 1932 y 1938. Cosmos es sinónimo de sus exquisitos dibujos, la creación de una visión de la energía universal que se expresa en fluidas construcciones de formas biológicas y orgánicas.

La calle representa lo cotidiano, lo terrenal, detalles despreciados y despreciables de la existencia humana que solemos no mirar. Ambas secciones se articulan en una pequeña sala que recoge seis de sus cuarenta óleos sobre lienzo, una grata sorpresa que demuestra lo que podía haber hecho este gran artista de haber querido hacerlo. De haber tenido ganas. De haber tenido fuerzas.

Se trata de otro de los discursos dispersos del arte europeo surgido en el traumático período de la posguerra mundial, un momento malo sin duda para ser artista y hasta para ser humano. La muestra, además de enlazar con la propia colección del Museo que cuenta con obras del creador alemán-, se ha concebido no como una retrospectiva con estructura cronológica, sino como una exposición concentrada al mismo tiempo en los dos focos principales de su quehacer artístico.

Una exposición tanto para ser pensada como para ser mirada y en cuyo recorrido nos guiarán las propias palabras del artista, que `pensaba que ver significa cerrar los ojos. Si consideramos las circunstancias que contribuyeron a formar la obra de Wols en las diversas etapas, así como sus preocupaciones y sensibilidades, se aprecia en ella un juego continuo entre la abstracción y la figuración; el grado de abstracción de las fotografías figurativas es casi equiparable al grado de figuración de los dibujos, acuarelas y grabados abstractos. Participan la una en la otra, al tiempo que permanecen diferenciadas. Se crea una zona fluida, un área de transición concebida como algo vasto y diminuto a la vez. En la creación de este espacio incierto radica la perspicacia y el ingenio de la obra de Wols añade Guy Brett.

En la organización de esta exposición hay como decimos tres ámbitos distintos. Por un lado, uno de los espacios habilitados recoge una selección de 41 dibujos y acuarelas de Wols, así como una decena de libros de autores como Sartre o Artaud ilustrados con grabados suyos. Un segundo apartado alberga una reducida pero rigurosa selección de seis de las obras realizadas entre 1946 y 1949 en las que Wols trabajó a una mayor escala de tamaño, los óleos. En el tercero se recogen 29 fotografías de Wols de los años treinta que, si bien en un primer momento se podrían relacionar con la poética fotográfica del surrealismo, cobran un sentido muy diverso en el contexto de su obra posterior. Su actividad fotográfica abarca las calles de la urbe, en escenas diurnas y nocturnas, y sobre todo sus veneradas naturalezas muertas. Existen documentadas unas dos mil fotografías que han sobrevivido en forma de negativos, copias por contacto y copias originales, aunque muchas se deterioraron a causa del aparente desinterés de Wols por la conservación.

Es un fotografiar lo marginal, aquello que linda con el detritus. Son bodegones callejeros, naturalezas urbanas requetemuertas. Es la fotografía de lo marginal, una fotografía que se contenta con cosas despreciables y que surge del entorno del cubo de la basura municipal. Son bellas imágenes de feos retazos callejeros, un muestrario de la sórdida vida cotidiana, una visión pesimista de la existencia.

Las fotografías de Wols comparten con su pintura lo que ha sido juzgado como un cierto delirio inducido por el alcohol. El Museo Reina Sofía ha reunido en esta exposición algunos de los mejores dibujos y acuarelas del artista alemán, formas totalmente novedosas que con razón han sido asociadas a las descripciones de Ramón y Cajal del cuerpo humano visto al microscopio. Más que cosmos de galaxias soñadas son microcosmos encerrados en el alma de la materia, universos en una partícula, cosmogonías del corazón unicelular.

Wols predice el existencialismo filosófico y literario, la angustia del Ser ante la Nada:su obra representa la evolución del surrealismo parisino de la década de 1930 hacia el existencialismo de posguerra, hacia el art brut, el informalismo, hacia artistas como Fautrier, Dubuffet, Giacometti y, en ltima instancia, Tinguely y Takis. Las creaciones de Wols son terrenales, biológicas y viscerales, pero también reflejan un modelo del universo y un deseo de encontrar un nuevo lenguaje visual susceptible de abarcar la dilatada concepción del espacio y el tiempo asociada a los descubrimientos de la ciencia moderna.

Este alemán que huye prematuramente de Alemania y que fallece a los 37 años alcoholizado hasta la extenuación, nunca aspiró a la fama. Le parecía excesivo pintar sobre lienzo y se conformaba con acuarelas del tamaño de una mano sobre papeles viejos, mientras pasaba media vida en el lecho y tocaba el banjo. Queremos pensar que fue feliz viviendo de esta forma y que eligió hacerlo así.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 7
Comisariado: 7
Catálogo: 8
Documentación a los medios: 7
Programa de mano: n/v

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Edificio Sabatini. 3 Planta
Wols. El cosmos y la calle
13 de febrero de 2014 26 de mayo de 2014
Comisario: Guy Brett
Coordinación: Fernando López.