guía cultural

El Fidelio de Beethoven (más algo de la Quinta)

José Catalán Deus | Miércoles 03 de junio de 2015

La nica ópera de Ludwig van Beethoven ha cumplido dos siglos y hace la nmero 34 entre las más representadas actualmente. Sobra decir que es redonda y magnífica. Vuelve al Teatro Real, donde se estrenó en 1893, con notable dirección artística del italiano PierAlli y notable dirección musical del alemán Hartmut Haenchen, que eligió Madrid para realizar un arriesgado experimento: introducir en el acto segundo los movimientos tercero y cuarto de la quinta sinfonía. Ya sabemos que los experimentos es mejor realizarlos con gaseosa y sin testigos.

Fidelio (nombre propio inventado a partir del concepto de fidelidad) está inspirada en un suceso ocurrido en el periodo del Terror de la Revolución Francesa tan sólo unos años antes, y tan célebre que ya había inspirado otras tres óperas antes de que el libreto francés (Léonore ou lamour conjugal) fuera traducido al alemán y puesto a disposición del msico, que luchó denodadamente con la partitura realizando cuatro revisiones en nueve años, que finalmente cambió el título -de Leonore a Fidelio (nombre y seudónimo respectivamente de la abnegada esposa)- y que llegaría a escribir a un amigo que esta ópera me conseguirá la corona del martirio.

La obra está sobrecargada de valoraciones intelectuales e interpretaciones políticas que se convierten en un caparazón de intencionalidades añadidas y a menudo superfluas que perjudican a su extrema sencillez y claridad. Simplemente, la esposa de un notable sepultado en una mazmorra secreta por haber criticado precisamente al gobernador de esa prisión, se disfraza de hombre para entrar al servicio del carcelero e intentar liberar a su marido, cosa que conseguirá en el momento en que va a ser asesinado y poco antes de que llegue un enviado real que descubra la injusticia y haga prender al malvado. Puede perorarse acerca de que es canto de lucha y exaltación del amor y la libertad, símbolo capaz de remover la consciencia de la sociedad de hoy en día, pero lo que es realmente es apoteosis del amor conyugal y del valor femenino más allá del estereotipo dominante en su tiempo. Los aficionados al interpretacionismo politizado deberían reparar más en su exaltación del matrimonio por amor y por encima de las adversidades, palanca de libertad en su época y en cambio hoy juzgado superficialmente como práctica social periclitada.

Ya el libreto original camuflaba la denuncia de los abusos revolucionarios parisinos alimentando la leyenda negra española con la horrible prisión situada en Sevilla y con el director de la misma respondiendo a nombre tan sugerente como Don Pizarro. No iba a ser Beethoven quien se preocupara de la fidelidad histórica del soporte de su partitura, sobre todo porque la estrenó en una Viena ocupada por las tropas francesas y ante un pblico formado totalmente por militares hijos de esa revolución francesa que de tan buena prensa siempre ha gozado.

Pero todo esto es tontería frente a la partitura, como lo son las numerosas incongruencias del libreto. De la msica de Beethoven, en la estela de La flauta mágica de Mozart y en avanzadilla de lo que traerá Wagner, poco podríamos añadir a lo mucho que ha sido ya escrito. Difícil en su parte vocal e impresionante en los coros; precedente romántico repleto de transiciones en los tiempos musicales; brillante, suntuosa, casi sin mácula. A Beethoven no le gustaban los gorgoritos del bel canto y exigía voces potentes rivalizando con una orquesta casi sinfónica.

Hartmut Haenchen es apreciado por sus interpretaciones de Wagner, Mahler y Strauss, y en el Real ha dirigido en anteriores ocasiones Lady Macbeth de Mtsensk, Boris Godunov y Lohengrin. Considera que aunque tras dirigirla en 1981 se juró no volver a hacerlo, la aparición de la ltima revisión científica de esta partitura volvió a desafiarle, pues juraba y perjuraba que recogía fielmente lo que podía haber sido el ltimo deseo del compositor. A pesar de ello dice haber encontrado una serie de errores de imprenta que an dificultaban su dirección.

Haenchen no ha querido seguir el trillado camino de introducir la obertura Leonora n3 en el segundo acto para facilitar el ltimo cambio de escena, una costumbre iniciada por Mahler y seguida por muchos (que no todos) los directores de orquesta que la encaran, y en su lugar ha decidido incorporar dos movimientos de la Quinta Sinfonía. Estando de acuerdo en la primera decisión, estamos en desacuerdo de la segunda: igualmente interrumpe la secuencia dramática, ampliando incluso el efecto disturbador. La Quinta es la Quinta y Fidelio es Fidelio. Haenchen se ampara en el cambio de escenografía, pero la solución vídeográfica encontrada por dAlli lo hacía innecesario. Finalmente, hay que decir que su versión del extracto introducido fue musicalmente lo más destacado de la noche y que hizo volar a la orquesta del teatro hasta alturas poco frecuentes.

Pier dAlli además de responsabilizarse de la dirección artística total, es el escenógrafo, figurinista e iluminador, es decir, asume todas las responsabilidades de la representación. Su contribución es desde luego apreciable, original e interesante, pero absolutamente brillante y espectacular en el inicio del segundo acto, el momento cumbre de la pieza a nuestro entender. Ni una palabra se dice en los créditos y la documentación que nos ha sido facilitada acerca de la contribución videográfica que durante la primera mitad del segundo acto construye una mezcla de realidad y ficción realmente memorable. El descenso a las profundidades de la mazmorra más tétrica de la escenografía operística que conocemos, es espectacular, y la forma en que se vislumbra a los presos entre muros y pasadizos y en que finalmente aparece Florestán encadenado, es sencillamente soberbia.

Y es aquí donde justamente se complementan los principales valores del montaje. La irrupción en escena del tenor Michael Knig con su conmovedor lamento desde el fondo de su celda nos resultó fabulosa. Knig no termina de conquistar el Real, a pesar de haber ya protagonizado Rise and Fall of the City of Mahagonny, Saint Francois dAssise, Lady Macbeth de Mtsensk, Boris Godunov y Lohengrin. Ciertamente ni por dotes ni por personalidad resulta desbordante, y ciertamente tras esta irrupción genial pareció apagarse un tanto en el marco de la representación, pero nosotros mantenemos el voto favorable, teniendo en cuenta que su papel requiere una voz dramática de alta tesitura casi imposible de encontrar. Si que recibieron un claro refrendo del pblico la soprano canadiense Adrianne Pieczonka interpretando a la protagonista Fidelio/Leonore (un tipo de heroína precursora de las de Wagner, necesitada de abundantes recursos líricos y dramáticos y mucha expresividad) y el bajo alemán Franz-Josef Selig en el papel del carcelero Rocco. El reparto entero cumplió con creces su tarea, incluida la minscula aportación autóctona en las voces de Enrique Lacárcel y Carlos García-Ruiz emergiendo de un conjunto de penados que parecían salir del purgatorio mismo, y cuyos movimientos junto a los de los soldaditos casi de plomo, resultan poco agraciados.

Digamos entre paréntesis que la Pieczonka considera de enorme dificultad para una cantante la interpretación de teatro musical con recitativos, un juicio que formulado a propósito de los singspiel centroeuropeos, se podría aplicar a nuestra zarzuela, y que sería razón de más para cuidar su calidad y apreciar su mérito.

Esta de Fidelio es una producción que inauguró hace casi una década el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia bajo la dirección musical de Zubin Mehta y se repuso en 2011 con Jonas Kaufmann haciendo Florestán en una de las representaciones. Se ha intercambiado con el destacado montaje de Luisa Fernanda que se hizo en Madrid hace ya tiempo. Fidelio ya había sido representada en el Teatro Real en 2008: fueron sólo tres excepcionales funciones; dirigió dos de ellas Claudio Abbado, el director de escena fue Chris Kraus, y el tenor Jonas Kaufmann hizo Florestán.

En fin, presenciamos un Fidelio muy aceptable, que comenzó aburriendo pero que afortunadamente en la segunda parte resultó mucho mejor desde todos los puntos de vista. El descenso a la osucridad resultó mejor que la subida hacia la luz. Con un lleno absoluto (salvo una sola localidad en platea, justamente a nuestro lado) el pblico se mostró plenamente satisfecho, demorándose en abandonar las localidades y cumpliendo con largueza el ritual de aplausos.

Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 8
Dirección musical: 7
Dirección artística: 7
Voces: 7
Orquesta: 7
Coro: 7
Interpretación actoral: 6
Escenografía: 8
Coreografía: 6
Producción: 7
Programa de mano: 8
Documentación a los medios: 6


Teatro Real
FIDELIO
Msica de Ludwig van Beethoven (1770-1827)
-Ópera en dos actos
-Libreto de Joseph von Sonnleithner, revisado por Stephan von Breuning y Georg Friedrich Treitschke, basado en el libreto de Léonore ou LAmour conjugal (1798) de Jean-Nicolas Bouilly
-Estrenada en el Theater an der Wien, el 20 de noviembre de 1805 (primera versión); en el Theater an der Wien, el 29 demarzo de 1806 (segunda versión); y en el Kärntnertortheater, el 23 de mayo de 1814 (versión definitiva).
-Estrenada en el Teatro Real, el 8 de noviembre de 1893
-Producción del Palau de les Arts Reina Sofía

Equipo artístico
Director musical Hartmut Haenchen
Director de escena, escenógrafo, figurinista e iluminador PierAlli
Coreógrafa Simona Chiesa
Director del coro Andrés Máspero
Asistente del director musical Walter Althammer
Asistente del director de escena Leo Castaldi
Ayudante y colaboradora del director de escena Silvia Morandini
Asistente y colaboradora del escenógrafo Manuela Gasperoni
Colaboradora del figurinista Elena Puliti
Asistente del iluminador Antonio Castro

Reparto
Florestan Michael Knig
Leonore Adrianne Pieczonka
Rocco Franz-Josef Selig
Marzelline Anett Fritsch
Jaquino Ed Lyon
Don Fernando Goran Juri
Don Pizarro Alan Held
Primer Prisionero Enrique Lacárcel
Segundo Prisionero Carlos García-Ruiz

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real

Duración aproximada 2 horas y 50 minutos
Primer acto: 1 hora y 20 min.
Pausa: 25 min.
Segundo acto: 1 hora y 5 minutos.

Fechas: 27 y 30 de mayo, 2, 5, 7, 11, 14 y 17 de junio de 2015
20.00 horas; domingos, 18.00 horas

En torno al estreno de la ópera se han organizado dos actividades paralelas. El Museo Nacional del Romanticismo acogerá la conferencia de Joaquín Turina, Beethoven en el Madrid romántico, que tendrá lugar el 28 de mayo a las 19.00 horas en el auditorio del museo. Y en el ciclo Los domingos de cámara, solistas de la Orquesta Titular del Teatro Real interpretarán un programa dedicado íntegramente al compositor alemán, el 7 de junio a las 12.00 horas en la sala principal del Teatro.