Esta poco conocida ópera de Georg Friedrich Händel que resucita casi tres siglos después de su creación, marca un momento estelar de la temporada y uno de los más gratos en mucho tiempo. El director de escena acierta (como pocas veces se presencia) en contar de forma clara y deslumbrante un enrevesado argumento. El director musical convierte la orquesta titular en un conjunto barroco a toda vela impulsado por un motor añadido, el segundo reparto es una magnífica colección de voces españolas, y en la producción han colaborado ejemplarmente el Real y el Liceu. Todo contribuía ayer a una velada extraordinaria. Y el pblico habitual, tantas veces denostado injustamente, supo apreciarlo y agradecerlo.
Por si no sufrimos bastante de pequeñitos aprendiendo la lista de los reyes godos, esta vez había que memorizar a estos condenados longobardos del siglo VII, un Bertarido y un Ununlfo, y por si fuera poco un Grimoaldo y un Garibaldo, en plan trabalenguas. Además, por más que nos cuentan que el libretista mejoró el trabajo de su antecesor e incluso el original de Pierre Corneille, la historia es casi infumable, aunque pueda hacerse un resumen benévolo diciendo que la acción se desarrolla en Milán, capital del reino lombardo, donde Rodelinda que ha visto a su marido el rey matar a su hermano, antes de huir y de que se crea que ha muerto, es pretendida por un usurpador que se ha hecho con el trono. Le pondrá una condición espantosa de esas tan retorcidas del teatro clásico pero mientras, retorna el huido que finalmente convence al ocupante de no sólo no ejecutarlo sino devolverle esposo y trono, mientras él se conforma con su hermana.
Hasta hace muy poco esta ópera era otro de los patitos feos handelianos frente a Alcina (ver nuestra reseña de su paso por aquí en 2015), Tamerlano (ver nuestra reseña de su visita en 2008), Julio Cesare, Rinaldo y otras siete más conocidas de las 46 de su autor, y aunque recuperada como tantas por el renacimiento operístico del pasado siglo, se ha representado solamente en catorce ocasiones en el período 2005-2010. Es una historia complicada, reconoce Claus Guth, pero el director musical se ha esforzado en proporcionar pistas visuales en vez de aumentar el lío. Proporciona mientras en el foso se acomete la obertura, una cronología aclaratoria, y concede un protagonismos especial al pequeño hijo de la pareja reinante, que sin voz en la partitura pulula sin cesar en escena como testigo de los acontecimientos y a través de sus pesadillas y sus dibujos aporta viveza a la escena sin crear caos, la gran cualidad de este artista, que convierte una larguísima y repetitiva representación musical -por supuesto, de belleza imperecedera- en una permanente novedad, un prisma en movimiento donde todo se modifica lenta pero constantemente para que la atención del deslumbrado espectador no pueda decaer en ningn momento.
Este director de escena alemán, cuyo trabajo para Parsifal en la pasada temporada del Real fue ya muy bien recibido (ver nuestra reseña), ha dado con una continua pero lenta acción escénica como mejor método de representar estas reiteradas arias que se repiten hasta media docena de veces con escasas diferencias, confiando a su colaborador habitual Christian Schmidt la elaboración de una escenografía imponente. Es, sí, una vez más, una construcción giratoria -en este caso una gran mansión victoriana-, pero su tamaño, su belleza y su orden interno, tienen caracteres extraordinarios: pocas veces se puede contemplar algo parecido, pues no sólo hay que disponer de un espacio gigante como el de este teatro, sino también de un presupuesto lejano a la cicatería reinante. Por tan rutilante y laberíntico espacio se mueven los personajes con un vestuario decimonónico de enorme elegancia y el conjunto de sus interminables evoluciones recibe la iluminación sobresaliente -detallista y variadísima- de Joachim Klein. Todo ello puesto al servicio de la partitura, conectado con perfección germana a la batuta del director musical, Ivor Bolton, en esa compenetración audiovisual que construye la excelencia del teatro musical en todas sus variantes. Compenetración en la que la interpretación actoral multiplicaba las virtudes vocales hasta un punto realmente elevado.
En el más puro estilo barroco, la partitura alterna los recitativos y las arias. Los seis personajes que sustentan la historia tienen similar peso dramático y gozan de intervenciones musicales destacadas como en un friso geométrico. Coherencia escénica, coherencia musical, coherencia completa a cargo de un doble reparto del que tuvimos la suerte de escuchar el estreno de la aportación española: la soprano Sabina Puértolas como la reina lombarda, el contratenor Xavier Sabata como su esposo perdido y recuperado, el tenor Juan Sancho como el arrepentido golpista palaciego, y la mezzosoprano Lídia Vinyes-Curtis en esa intrigante despechada que maquina junto al consejero traidor a cargo del bajo José Antonio López. Un reparto autóctono como pocas veces se tiene la ocasión de escuchar, con una nica -y apreciada- aportación foránea, la del contraatenor sudafricano Christopher Ainslie en el fiel servidor de la real pareja lombarda.
Andaluces, catalanes, valencianos y navarros en plena españa escénica de las autonomías. Fue una noche memorable para la protagonista, que rubrica una larga trayectoria internacional con esta sobresaliente Rodelinda, que no decayó un segundo. Si Sabina Puértolas, fue sin exagerar la triunfadora de la velada junto a los directores musical y escénico, nadie estuvo por debajo del notable. Xavier Sabata pudo con un papel bien difícil y Juan Sancho y Lidia Vinyes-Curtis fueron creciendo hasta terminar enormes. De forma excepcional en este teatro, no bajaron de una docena las irrupciones de aplausos tras emocionantes arias de casi todo el elenco, y el pblico conservó su atención emocionada hasta la culminación del espectáculo, ovacionando a todos los participantes, sin olvidar en absoluto la decisiva aportación del actor colombiano Fabián Augusto Gómez -compañero de los éxitos teatrales de Angélica Lidell- en ese niño silencioso y onmipresente de cuidadísima expresión corporal, ni al estupendo grupo de actores que poblaban sus sueños y completan otras importantes escenas. No es que ignoremos que hay mejores cantantes por esos mundos, sino que valoramos lo que tenemos, y como ni somos ni queremos ser expertos expertísimos en matices vocales, consideramos un enorme privilegio la velada de ayer tarde.
Una propuesta en la que confluyen variadísimos factores a redondearla, entre ellos la presencia nada habitual de dos contratenores en el reparto, papeles que Händel destino a aquellos alto castrati que dominaban el género en la época, y la contribución de un excelente bajo continuo. Alemania aportó el equipo artístico y España puso el elenco vocal. Esta coproducción ha sido una gran idea plasmada en un gran resultado. Si hubiera que señalar el momento mágico de la misma, nos atreveríamos con Io tabbraccio, el do de Bertarido y Rodelinda al final del segundo acto, por no incidir en Pastorello dun povero armento, Mio caro bene, Vivi Tiranno, toda esa generosidad alegre que derrocha este compositor admirado.
VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 9
Partitura: 9
Libreto: 6
Dirección musical: 8
Dirección artística: 9
Orquesta: 8
Voces: 8
Escenografía: 9
Producción: 8
Programa de mano: 9
Documentación a los medios: 9
TEATRO REAL
RODELINDA
Ópera en tres actos
Msica de Georg Friedrich Händel (1685-1759)
Libreto de Nicola Francesco Haym, adaptación del
libreto Rodelinda, regina de longobardi, basado a su vez en la
obra Pertharite, roi des Lombards de Pierre Corneille
Estrenada en el Kings Theatre de Londres, el 13 de febrero de 1725
Estreno en el Teatro Real
Nueva producción del Teatro Real, en coproducción de la Ópera de Fránkfurt, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona y la Opéra de Lyon
FICHA ARTÍSTICA
Director musical Ivor Bolton
Director de escena Claus Guth
Escenógrafo y figurinista Christian Schmidt
Iluminador Joachim Klein
Creador de vídeo Andi A Mller
Dramaturgo Konrad Kuhn
Fotógrafa Monika Rittershaus
Supervisora de dicción Paola Larini
REPARTO
Ununlfo Lawrence Zazzo (días 24, 26, 29, 31, 2 y 5)
Christopher Ainslie (25, 30, 1)
Garibaldo Umberto Chiummo (24, 26, 29, 31, 2, 5)
José Antonio López (25, 30, 1)
Rodelinda Lucy Crowe (24, 26, 29, 31, 2, 5)
Sabina Puértolas (25, 30, 1)
Grimoaldo Jeremy Ovenden (24, 26, 29, 31, 2, 5)
Juan Sancho (25, 30, 1)
Bertarido Bejun Mehta (24, 26, 29, 31, 2, 5)
Xavier Sabata (25, 30, 1)
Eduige Sonia Prina (24, 26, 29, 31, 2, 5)
Lídia Vinyes-Curtis (25, 30, 1)
Figurante niño Fabián Augusto Gómez
Orquesta Titular del Teatro Real
Clavecinista David Bates
Organista Bernard Robertson
Chitarrón Michael Freimuth
DURACIÓN APROXIMADA
3 horas y 30 minutos
Parte I: 1 hora y 30 minutos
Pausa de 25 min
Parte II: 1 hora y 25 minutos
FECHAS
24, 25, 26, 29, 30, 31 de marzo
1, 2, 5 de abril
HORARIO
19.00 h. Domingos a las 18.00 h
ACTIVIDADES PARALELAS EN TORNO A RODELINDA
Rodelinda, ópera en pantalla
Proyección de la película de Brian Large (2003, 203 min.)
Adaptación de la puesta en escena de David Alden para la Bayerische Staatsoper
14 de marzo, a las 18.00 horas
Goethe Institut
Calle Zurbarán 21
Entrada libre previa inscripción en el correo electrónico [emailprotected]
Encuentro con Claus Guth
Encuentro con el director de escena de Rodelinda.
Participa el periodista y escritor Jess Ruiz Mantilla
15 de marzo, a las 14.00 horas
Goethe Institut
Calle Zurbarán 21
Entrada libre previa inscripción en el correo electrónico: [emailprotected]
Enfoques
Encuentro con los directores y protagonistas de Rodelinda
17 de marzo, a las 20.15 h.
Teatro Real. Sala Gayarre
Entrada por la calle Felipe V
Acceso libre hasta completar aforo
Concierto de Franco Fagioli
Dmitri Sinkovski, concertino y director
Il Pomo dOro
22 de marzo, a las 20.00 horas
eatro Real. Sala Principal
Todos a la Gayarre!
La reina de los lombardos
Volvemos a la casa de Händel para ver cómo compone
Taller concebido y presentado por Fernando Palacios
Con la colaboración de Sara gueda (arpa barroca)
26 de marzo, a las 12.00 y a las 17.00 h.
Teatro Real. Sala Gayarre
Entrada por la calle Felipe V.