guía cultural

Un italiano en Noruega (Quo vado?)

José Catalán Deus | Miércoles 03 de mayo de 2017

Es probable que sea malsano escribir sobre una película que trata de los valores del funcionariado y el trabajo asegurado de por vida, en un país tan parecido al nuestro como Italia, mientras se oyen las consignas coreadas por los manifestantes proclamando que no hay excusa que valga para que las trabajadoras y trabajadores sigan teniendo un empleo que es cada vez más precario que esta situación NO es sostenible y NO es justa y que la prioridad debe ser crear empleo indefinido, estable y con derechos, al tiempo que en las redes sociales prolifera la etiqueta-hashtag: #alacalle.

El caso es que Un italiano en Noruega, cuyo título original mucho más expresivo traducido al español es: Adónde voy?, es una sátira social donde la situaciones absurdas o esperpénticas y los gags al puro estilo italiano, constituyen un eficiente sistema digestivo para facilitar la asimilación de una crítica solvente sobre los privilegios de una casta funcionarial que vive en una burbuja protectora, dispuesta a todo tipo de corruptelas y mentiras para mantener su privilegiado estatus. Curiosamente, o no tanto, dos films sobre privilegios, corrupción institucionalizada y abuso del poder, conviven en la cartelera estos días con Un italiano en Noruega. Aleccionador es La profesora donde se describe con claridad meridiana el espanto de la vida bajo el ptrido régimen comunista de la Checoslovaquia de los años ochenta. Estremecedor Últimos días en La Habana por la cruda desesperanza con que muestra el presente y futuro para la inmensa mayoría de las personas secuestradas por el castrismo, en el largo lagarto verde, con ojos de piedra y agua con que el poeta del régimen comunista Nicolás Guillén describió Cuba.

Si los dos films mencionados describen con crudeza sociedades injustas desde la médula, la hilaridad con que se presenta la actitud egoísta y amoral del funcionario del estado democrático italiano llamado Checco en Un italiano en Noruega, no despista el meollo de la crítica social y política que, sin duda, pretende Gennaro Nunziante con la extraordinaria colaboración del cómico, imitador, msico cantautor Checco Zalone (nombre artístico de Luca Pasquale Medici). No obstante, la comicidad puede servir, como ha servido, como justificante para que algunos de los políticamente correctos por estos lares lo tilden de tópico fácil, lineal y sin gracia. Porque sin ser hiriente, irremediablemente hiere a quienes saben que son privilegiados y pretenden justificar su posición con prédicas igualitaristas.

Esta película no se entenderá por completo en aquellos países donde el peso de la función pblica y la burocracia estatal no sea tan omnipotente como Italia, España, Francia y otros países sudeuropeos o iberoamericanos. Por ponerle algn pero, creo que Un italiano en Noruega concluye con un buenísimo contradictorio e innecesario, además de no rematar la exposición de la visión cosmológica; mejor dicho, la ideología funcionarial de la imagen del bien limitado.

Además de la formidable interpretación de Checco Zalone, quiero resaltar la de Sonia Bergamasco en el papel de la alta funcionaria Dottoressa Sironi. También destacan Eleonora Giovanardi en el papel de la liberada y bella Valeria y Lino Banfi en el de Senador.