guía cultural

Poeta en Nueva York, resurrección del Lorca mejor

José Catalán Deus | Sábado 25 de mayo de 2024

Hace 95 años el granadino visitó la entonces nica ciudad de los rascacielos y plasmó la experiencia en un lirismo desaforado, repleto de fabulosos hallazgos, no poca tristeza y bastante rabia, puro surrealismo nuestro. Esta producción ha conseguido revivirlo en un espectáculo asombroso e inmenso, exótico y hermético, la antitesis del entretenimiento.

Creemos posible que Richard Wagner, obsesionado por crear la Gesamtkunstwerk, la obra de arte total, se rendiría ante esta pieza en las antípodas de su tetralogía, ante esta gigantesca performance poética y musical, dibujada y esculpida, de imaginería y sonoridades de alto nivel artístico, una creación provocadora que nos lleva al límite de lo que el espectador puede asimilar, tolerar y compartir sin rebelarse contra la creación desmedida, el geniecillo desatado de seis intérpretes brillantes y un equipo muy competente, dirigidos a través de un maremágnum intrincado poblado de extrañas criaturas hacia un remoto horizonte que tardan y tardan en encontrar a lo largo de seis etapas a cual más confusa, para llegar a la ceremonia más impactante, a la crucifixión de Cristo, al sacrificio de todo el que intenta penetrar en el misterio, del que busca la luz en la tierra y no podrá encontrarla. Una resurrección y un silencio final.

Pedro G. Romero, una especie de padrino inspirador de la actual vanguardia flamenca que ha expuesto no hace mucho sus inquietudes en el Reina Sofía en Máquinas de trovar, parece ser el vector principal de esta propuesta y como tal nos dice: Carlos Marquerie, con Elena Córdoba y Niño de Elche, con los msicos, actores y bailarinas que le acompañan, han ido tentando como tacto y tentativa, literalmente, tocando con las manos cada uno de los versos, hasta descubrir cuáles estaban hechos con madera y cuáles con hierro. Por supuesto, está la voz, hacer sonar la voz en cuerpos humanos como si fueses de madera y carne, de hueso y alambre, como las marionetas. Cómo es posible encarar a Lorca sin recurrir a ningn tópico de los vistos hasta ahora? Parece imposible, pero resulta que se trata de poesía social que habla de cómo el capitalismo nos aplasta, de la asunción del fascismo, de que las vidas de los negros y negras importan, de la emancipación homosexual, de la revolución del feminismo, de la importancia de entender qué significa la dignidad de la pobreza. Por fortuna, tanta ideología está tamizada y solo se nota en lo que tiene de normal.

Marquerie, el director y dramaturgo junto al anterior, resume las intenciones que le y les han movido: Un espectáculo donde se yuxtaponen la msica de Niño de Elche y los poemas de Lorca para crear una distancia con la escena como en el teatro de marionetas japonés Bunraku. La convivencia de actores, bailarines, msicos y marionetas en un mismo plano para transmitir la poética Pensemos en una suerte de ilustración que genera una red en la que se relacionan las palabras de Lorca con materiales plásticos y sonoros, con los títeres, con los cuerpos de los bailarines y actores, con el contexto histórico en el que fueron escritos los poemas, pero también con el actual, y con la soledad, melancolía, dolor, festejo y solidaridad con que vivió el poeta en Nueva York Es un libro que nace en años convulsos, en los que la sociedad sufre un gran cambio. El crack del 29 y su consecuencia, la Gran Depresión, la gran crisis económica que permitió el ascenso de las dictaduras europeas, la II Guerra Mundial y su precuela, la Guerra Civil española Poeta en Nueva York fue testigo de esos grandes cambios. La historia del siglo XX se mezcla con la del propio libro Es más que una colección de poemas, trasladarlo a la escena es restituir la performatividad que encierran sus páginas y con ellas su historia y sus huecos.

Lorca era msico y eso atravesaba su poesía a la hora de escribir, explica a su vez el niño Francisco Contreras Molina (Elche, 1985), que empezó como cantaor de flamenco a una edad muy temprana y pronto comenzó a interesarse por otros ámbitos artísticos, y que además de mezclar géneros musicales destaca por colaboraciones con el audiovisual, la poesía o la danza. Hemos intentado no musicalizar los poemas de Lorca. Pensábamos que una de las novedades que podíamos ofrecer no era tanto eso, que se ha hecho muchísimo y muy bien, sino generar un campo sonoro, diferentes espacios sonoros que ayudan a entender de forma más clara y evidente, o más surrealista, a nosotros nos interesaba mucho lo genérico en el sentido musical y sonoro que plantea Poeta en Nueva York más que algunos poemas en concreto. No hemos intentado hacer un ejercicio histórico, buscando la verdad o un espacio realista, sino encontrar cruces de diferentes escritores, sonidos, msicas, historias y realidades que pueden conjuntar con todo lo que evoca. Poeta en Nueva York es de las típicas obras que nos suenan mucho, pero que seguramente casi nadie ha leído El duende yo siempre lo he relacionado con lo mistérico, lo esotérico, lo diabólico, la sorpresa, lo desconocido y lo inexplicable. Aunque pensemos que Lorca ha sido muy musicalizado y recitado, ha sido siempre tratado con pátinas muy ideológicas, también en el sentido estético. Y, entonces, esta propuesta?:

Es un diálogo surrealista, eso hay que tenerlo claro. No intentamos ilustrar ni llevar a cabo una lectura narrativa. El poemario de Lorca es un poemario surrealista llevado a extremos insospechados, que era la tendencia de la época. A nivel sonoro no hay una continuidad que queramos desarrollar. Trabajamos desde el collage, no intentamos generar una línea argumental sonora que pueda trazar un solo sonido, sino que hay diferentes perfumes sonoros a lo largo de la pieza como los hay en el poemario. Transitamos por el mundo de los volmenes, porque yo he entendido siempre que la msica, sobre todo una gran parte compositiva de la msica, es el volumen, cosa que muchas veces no se tiene en cuenta. Y trabajamos con los extremos de las actitudes vocales o musicales sonoras, que tienen que ver con el susurro, un pequeño aire, hasta la msica industrial más extrema.

La fórmula escénica elegida es la del teatro documental donde los elementos materiales están desplegados a los lados del escenario y los intérpretes los van sacando a colación. A la izquierda, la mesa de mezclas en la que Enrique del Castillo despliega sus acompañamientos electrónicos repetitivos que sirven de sustrato a los lamentos, a las letanías del Niño de Elche, espirituales no afroamericanos sino gregorianos, siempre inspirados y con un toque de improvisación, a veces excelsos, y siempre originales cuando canta poemas lorquianos mil veces musicados. Dos actores y dos actrices desarrollan un trabajo recitativo y danzante de enjundia de diferentes intensidades y enfoques, siempre distanciado y discreto. Todos ellos convincentes, destacando Manuel Egozkue y Clara Pampyn.

La aportación extravagante y casi estrafalaria está a cargo de esa especialidad de Marquerie que es el teatro japonés Ningyo Johruri Bunraku, patrimonio cultural inmaterial de la humanidad segn la Unesco, marionetas de aspecto y movilidad muy diferente al de las occidentales, cuyas evoluciones en escena son demasiadas por duración y aportación al asunto, especialmente en la escena quinta en la que Contreras acciona a las pequeñas en una degollina incongruente.

Como tantas buenas creaciones, esta se reconforta en sí misma, se alarga en demasía y no sabe cómo poner punto final. La propuesta es tan imperfecta como valiosa, tan desequilibrada como sugerente, algo que aporta, algo novedoso en el sentido positivo de la palabra, algo a valorar muy mucho. Su mayor atractivo es sin duda la presencia del Niño de Elche, que junto a Israel Galván, Rocío Molina y otros son el revulsivo polémico que agita el flamenco tradicional con resultados an imprevisibles.

Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 8
Dramaturgia: 7
Coreografía: 7
Interpretación: 9
Cante: 9
Msica: 9
Escenografía: 7
Iluminación: 8
Vestuario: 8
Producción: 8
Programa de mano: n/h, sólo virtual
Documentación a los medios: 9

Naves del Español en Matadero / Sala Fernando Arrabal (Nave 11)
Poeta en Nueva York
A partir de la obra de Federico García Lorca
23 de mayo a 2 de junio de 2024

Dirección Carlos Marquerie
Dramaturgia Pedro G. Romero y Carlos Marquerie
Dirección musical, arreglos y composición msica original Niño de Elche
Coreografía Elena Córdoba

Con Niño de Elche, Elena Córdoba, Manuel Egozkue, Clara Pampyn, Jess Rubio Gamo y Enrique del Castillo

Diseño de espacio escénico Max Glaenzel
Diseño de iluminación Carlos Marquerie
Ayudante de iluminación Cristina Bolívar
Diseño de vestuario Cecilia Molano
Confección de vestuario Isabel López Gómez
Diseño de sonido Emilio Valtueña
Composición de las piezas sonoras del Umbráfono Enrique del Castillo
Dibujo y concepción de las marionetas Carlos Marquerie
Desarrollo marionetas Carlos Marquerie, David Benito y Raquel Cervilla
Proyecciones David Benito
Producción ejecutiva (Teatro Kamikaze) Pablo Ramos Escola
Dirección de producción (Teatro Kamikaze) Jordi Buxó y Aitor Tejada
Ayudante de dirección David Benito
Agradecimientos Laura García Lorca y Andrés Soria por su generosidad y hospitalidad, Gerardo Aparicio por sus dibujos y Sélam Ortega por su paciencia y comprensión
Una coproducción de Teatro Español y Teatro Kamikaze con la colaboración de la Fundación Federico García Lorca

Precio 20
Hora Martes a domingo / 19h
Duración 1 hora 50 min.