Con este fotógrafo irlandés la Fundación Mapfre inicia la temporada, una potente personalidad artística nacido hace cincuenta años en Dublín, mitad msico electrónico, auto editor de sus libros. Su exposición en Madrid es una condensada, potente y original propuesta en la que una cautivadora msica envuelve sus series y una vídeoinstalación las completa.
Laa exposición explora el trabajo más reciente del fotógrafo nacido en Dublín en 1969). En el centro de la ciudad reside de siempre -en su casa de Parnell Street, en cuyo sótano sigue operativo el estudio de D1 Recordings que ha fundado- y eso le permite escuadriñarla desde ángulos inesperados, revelando una visión original. Sus series i, ON y End., conocidas también como la trilogía de Dublín, con sus originales recortes y encuadres, transmite un enigmático mensaje de soledad urbana poblada de personajes huidizos, una sensación de inquietud y evanescencia que se agudiza en su obra más reciente -la serie K- fotografías en color de gran formato con figuras espectrales de formas evanescentes en contextos desolados de la costa oeste de Irlanda y de Extremadura, visitada como contribución especial a la muestra auspiciada por la Fundación: una recreación de la tradición irlandesa del keening, lamento vocal por los muertos, inspirada en la pérdida prematura del hermano y la muerte de la madre del artista.
La exposición se estrenó este mismo año en la RHA Gallery de Dublín. Integra 153 fotografías y una video-instalación de nueve pantallas. Se complementa con un extraordinario catálogo ilustrado, -como todos los que tiene a bien esta Fundación preparar para sus exposiciones fotográficas, ya convertidas en un atractivo especial del paseo del arte madrileño-, diseñado por el comisario de la exposición, amigo y colaborador del fotógrafo, Niall Sweeney.
La exposición se articula en seis secciones temáticas. La primera es i, figuras solitarias y silenciosas soprendidas casi siempre de espaldas que transitan por la OConnell Street dublinesa. Aisladas, huidizas, ajenas a todo lo que las rodea. Las fotografías de gran formato y plano cercano descubren detalles de la vestimenta, de la postura, del modo de habitar la calle. El Dublín de i parece repentinamente detenido por su pasado, como si esperara instrucciones para su próximo movimiento.
En ON, figuras gigantes se nos echan encima en blanco y negro. Los rostros, los cuerpos, los edificios y los cielos se ciernen imponentes sobre la cámara en contrapicado. La piel y la ciudad parecen haber sido esculpidas en el mismo hormigón denso. El duro contraste luminoso resulta inquietante, casi sobrecogedor. Y en END, la ciudad parece atrapada atrapada en un bucle intemporal; las figuras y los objetos se detienen y se deslizan por superficies inestables: las cosas parecen haberse materializado de la nada en el lugar equivocado se nos incita a pensar, por pensar algo. Las calles parecen empujadas y arrastradas por fuerzas invisibles que hacen a sus ciudadanos participar en una danza colectiva inconsciente.
Las trilogía dublinesa tiene un bello complemento en Visita de estado, una selección de treinta y seis imágenes de las cientos de tapas de alcantarilla fotografiadas por Doyle durante los días previos a la visita de la Reina Isabel II en 2011, todas en las calles del centro de la ciudad, todas marcadas con pintura amarilla o blanca por las fuerzas de seguridad con garabatos, símbolos y figuras geométricas diferentes usadas por cada agente para identificarse y ser identificado.
Made in Dublin es la vídeo instalación citada, una especie de miriorama animado en nueve pantallas que cambian constantemente y se despliegan en paralelo, una coreografía de la ciudad para una danza de objetos urbanos y viandantes en la que ha colaborado el comisario Niall Sweeney, con una composición cuadrafónica de David Donohoe que incluye varias poéticas narraciones.
Finalmente, con K Eamonn se traslada al extremo occidental de Irlanda, y de ahí a paraje tan diferente como Extremadura siguiendo a un fantasma envuelto en mantos diversos agitados por el viento, mutando en líquido, polvo y gases, acompañados de una composició musical del mismo Doyle a partir de una grabación de 1951 de un keen irlandés, canción tradicional de lamento funerario.
Todo ello contribuye a crear en los dos niveles del espacio expositivo un ambiente especial más allá de la simple contemplación visual de una serie de fotografías. Justo donde radica su esencial atractivo. Un Dublín desolado que un espectro evanescente ha traido a Madrid pasando por los campos extremeños.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Despliegue: 9
Comisariado: 8
Catálogo: 9
Folleto explicativo: 8
Fundación MAPFRE
EAMONN DOYLE
A cargo de Niall Sweeney
12 de septiembre de 201926 de enero de 2020
Sala Bárbara de Braganza
Entrada general: 3. Entrada reducida: 2. Entrada gratuita: lunes no festivos de 14 a 20 h
De martes a sábado: 10.00 a 20.00 h Domingos y festivos: 11.00a 19.00 h.