guía cultural

Zarzuela, la crónica cantada de nuestra vida

José Catalán Deus | Lunes 30 de septiembre de 2024

Una exposición dedicada a la zarzuela debe celebrarse como quizás síntoma de asentamiento del género musical español en vísperas de reafirmación. La que presenta el Centro Cultural de la Villa tiene mérito didáctico aunque resulte algo ardua para el que no sea forofo del género. Ilustra la historia del género, es un resumen de sus mutaciones a lo largo del tiempo, siempre acompañando a la sociedad de la que es genuina y valiosa expresión.

Ninguna msica define tanto el panorama musical español como la zarzuela. Nace como espectáculo cortesano en el siglo XVII, evoluciona a lo largo del XVIII y se transforma en espectáculo de masas a mediados del siglo XIX. Este género ha sido una constante de nuestra cultura y de nuestra vida y existen pocas instituciones que, como ella, representen y caractericen la identidad nacional y la hispanidad. En cada momento estuvo cargada de significados vivenciales e históricos que ayudaron a expresarse a esa sociedad. Fue diversión, testigo, plpito, defensor de pobres y maltrechos y surgió de la misma entraña del pueblo con un lenguaje transmisor de cierta alegría social. La zarzuela ha dejado huellas en nuestra vida y ha actuado como una de las argamasas con las que se ha ido construyendo la identidad musical y cultural de España.

Desde su nacimiento, como el ave fénix, la zarzuela ha tenido una historia de continua muerte y resurrección que ha llegado hasta hoy. Durante estos cuatro siglos y medio, más de mil compositores y otros tantos libretistas nos han legado no menos de diez mil obras. El objeto de esta exposición es justamente narrar esta historia con más de 500 obras que demuestran la inmensa riqueza y belleza que ha atesorado y promovido el género. En ella tienen sitio, en primer lugar, los protagonistas: msicos, escritores y artistas, y en segundo, la gran variedad de géneros que se esconden bajo a palabra zarzuela. Pero también los oficios de los artesanos de la zarzuela, partituras de los grandes títulos, escenografías, trajes, cartelería, grabados, caricaturas, retratos, planos de teatros, maquetas, compañías

Esta exposición parte del legado que se conserva en el Museo Nacional de Teatro de Almagro y de los fondos de la SGAE y la Biblioteca Nacional, y es una ampliación de lo que se expuso en el citado museo de Almagro en 2023. Distribuida en quince espacios y 17 paneles ilustrados por frases admirativas de intelectuales españoles y extranjeros. Sirvan de ejemplo estas tres primeras:

Por qué hemos de incidir en la vulgaridad de desdeñar la zarzuela? En ella hemos descollado, y cuando se dice que nuestra msica no logró interponerse en los mercados extranjeros, sé decir que preferiría siempre una zarzuela graciosa y divertida a una ópera de las que no hacen época en la historia del arte, Emilia Pardo Bazán.

Me congratulo de poder rendir un homenaje al talento de los msicos españoles, tan poco conocidos en Francia, y que merecen tanto serlo. Desde el ilustre Gaztambide hasta usted, querido Bretón, hay toda una pléyade que merece despertar un gran interés: en ninguna otra parte se encontrará una tal abundancia melódica, exaltada por esos ritmos fuertes y pintorescos de los cuales su patria tiene la exclusiva. Hace veinte años viajando por España, descubrí esa mina de oro de la zarzuela, que casi me era desconocida, Camille Saint-Saëns.

Soy de los que siempre han declarado su admiración para no pocas obras del género llamado zarzuela, grande o chica, que por tanto tiempo han ocupado nuestra actividad musical. Muchas de estas obras perdurarán como timbres gloriosos del arte español y su gracia melódica será difícilmente sobrepujada por nuestros compositores del presente y el porvenir, Manuel de Falla.

La sucesión de cartelas que acompañan a partituras, figurines, retratos y escenas tiene el valor de un accesible resumen histórico y como tal nos permitimos reproducirlo para saber un poco más nosotros mismos y ustedes.

Desde su inicio en el siglo XVII, la zarzuela sufre una continua metamorfosis. El cambio se inicia en el siglo XVIII y se confirma a mediados del XIX, con la denominada zarzuela restaurada o romántica, que no tarda en convertirse en un fenómeno de masas urbanas y se expresa mediante tres grandes formatos: zarzuela grande, zarzuela chica y género bufo. Con la Restauración alfonsina en 1875 presenta su nueva cara, el género chico, que la universaliza como la crónica de nuestra historia y nuestra vida y poco después, con la llegada del siglo XX, experimenta su mayor transformación. Se convierte en una poderosa fuerza cultural, trascendente, y en un vehículo privilegiado de la modernidad vistiéndose de mil maneras: género ínfimo, revista, comedia musical, opereta, variedades, zarzuela regional, y zarzuela grande restaurada.

El Palacio de la Zarzuela fue construido en el Monte de El Pardo por Juan Gómez de Mora (1586-1648) entre 1627 y 1635. Fue denominado así por la abundancia de zarzas del terreno, particular circunstancia que dio nombre al género. Allí se estrenaron las dos primeras zarzuelas firmadas por Pedro Calderón de la Barca, El golfo de las sirenas (1657) y El laurel de Apolo (1658), representadas en un teatrillo construido en el palacio donde descansaba durante sus cacerías el infante Fernando de Austria, hermano de Felipe IV. La zarzuela nace como un género híbrido en el
que se canta, habla, baila y dramatiza, y presenta unos rasgos distintivos que la separan claramente de la ópera. La temática de aquella primera zarzuela es mitológico-burlesca. Habla de los dioses y sus cuitas e incluye oportunamente elementos pastoriles y de ambiente rstico.

Además de Calderón, otros dramaturgos como Vélez de Guevara, Francisco Bances Candamo, Antonio de Zamora, y varios msicos cortesanos como Juan Hidalgo con obras como Los celos hacen estrellas (1672), Sebastián Durón con Salir el amor del mundo (1696), Antonio de Literes con Acis y Galatea (1708), o José de Nebra con Viento es la dicha de amor (1743) y otras muchas, convierten al género en la gran msica lírica de la España barroca. Es a partir de mediados del siglo XVIII cuando Ramón de la Cruz y el msico Antonio Rodríguez de Hita revolucionan el
género con obras nuevas como La Briseida (1768) o Las labradoras de Murcia (1796), obras ya no cortesanas sino de claro sabor popular.

Tras su inicio en los míticos coliseos Los Caños del Peral, De la Cruz y Teatro Príncipe, el crecimiento del género a
mediados del siglo XIX lo protagonizan el Teatro Novedades y sobre todo el Circo, donde se estrenan las primeras grandes zarzuelas como Jugar con fuego, de Barbieri. No obstante, es en 1856 cuando se inaugura el que ha sido considerado como el gran templo del género, el Teatro de la Zarzuela, donde se han estrenado más de 836 obras. En la década de los 1860 se produce un cambio fundamental. En España hay 321 teatros y en la mayor parte de ellos se representa zarzuela, mientras se extiende el denominado teatro por horas por numerosos pequeños locales, salones o café-teatros donde nace el género chico como respuesta a una gran demanda del pblico. Surgen así espacios como el Recreo, Capellanes, Romea, Alhambra, seguidos del Recoletos, Eldorado, Felipe, Novedades, Comedia, o el mítico Teatro Apolo (1873), la catedral del género chico.

Lo mismo sucede en Barcelona o Valencia, donde están activos el Tívoli, Circo Barcelonés, Español o Principal, en la primera; o el Principal, Princesa, o Ruzafa en la segunda. Estos teatros y algunos nuevos siguen activos en el siglo XX, en que se especializan. Así ocurre con el Teatro Cómico y Romea en el género ínfimo y con el Price, Eslava, Apolo, Moderno y Martín en la opereta. A la revista se dedican La Latina, Alcázar, Albéniz, Martín y Fontalba, entre otros.

La compañía es la otra gran estructura que permite la vida de la zarzuela. Hay cuatro modelos de compañías: las formadas por asociación, las impulsadas por un empresario, las dirigidas por un compositor y las que se crean en torno a un cantante, como Sagi Barba, Pepita Embil, Selica Pérez Carpio. En el entorno de la compañía se unen los cantantes, unos veinte miembros, a los que se añaden la orquesta, el coro, y los directores de msica y escena, sastres, etcétera.

Es a mediados del siglo XIX cuando la zarzuela se convierte en un género universal en la Hispanidad. Los msicos denominados fundadores, Mariano Soriano Fuertes, Rafael Hernando, Francisco Asenjo Barbieri, Joaquín Gaztambide, Cristóbal Oudrid, José Inzenga, Emilio Arrieta o Manuel Fernández Caballero, se unen en tres asociaciones (la Artístico-Musical, la del Circo y la del Teatro de la Zarzuela) en una lucha para liberarse de la influencia de Italia y activar el género. Todos ellos, y otros muchos que se unen al proyecto, son definibles por su formación italianizante y por una gran preparación intelectual. Se estrenan más de 350 obras en estos años, que siguen los modelos de
zarzuela grande, zarzuela chica y género bufo y dejan obras indelebles como El tío Caniyitas (1849) de Mariano Soriano Fuertes, Colegialas y soldados y El duende (1849) de Rafael Hernando. En 1851 Barbieri estrena una obra mítica, Jugar con fuego, y en 1854 Los diamantes de la corona. Gaztambide presenta El valle de Andorra en 1852 y Arrieta El dominó azul en 1853.

Desde mediados del siglo XIX, el libreto nace separándose del drama romántico y acercándose más a la ópera cómica francesa. Barbieri recuerda que ese texto se debe de dirigir al pblico español que paga y que va con idea de divertirse y no con la de oír sermones o ver horrores. Los libretistas más famosos de este periodo fundacional son Ventura de la Vega, Antonio García Gutiérrez, Luis Olona, Francisco Camprodón, José Picón, Luis Mariano de Larra, Narciso Serra y Ricardo Puente y Brañas, entre otros.

La zarzuela parte siempre de un drama escrito que, como en la ópera, denominamos libreto. Durante el siglo XIX se publican miles de obras teatrales en colecciones impresas llamadas galerías dramáticas, un gran periodo en el que se editan alrededor de 20.000 obras. Fue Manuel Delgado (ca.1848) el primer empresario a partir del cual nace la figura del editor del teatro. Crea la primera colección, denominada Galería Dramática, a la que siguen otras como Repertorio
Dramático (1839-1842) de Ignacio Boix, Museo Dramático (1841-1845), La España Dramática (1849-1881), Biblioteca Dramática (1846-1877) de Lalama, o La Galería Dramática de los Bufos Arderíus.

A mediados de siglo destaca la figura de Alonso Gullón, que obtiene la Galería lírico- dramática de La Zarzuela, fundada por Francisco Salas y Joaquín Gaztambide, y posteriormente adquirida por Florencio Fiscowich, propietario asimismo de los fondos de La España Dramática, la más poderosa galería teatral de finales de siglo. El apogeo del Género chico da lugar a una edición masiva de obras que el pblico compra. La Gran Vía tiene 18 ediciones el año de su estreno. Las tres casas editoriales más importantes a finales del siglo son las de Fiscowich, Eduardo Hidalgo, y Luis Aruej. Finalmente, compositores y dramaturgos capitaneados por Sinesio Delgado y Ruperto Chapí, crean en 1899 la Sociedad de Autores Españoles, SAE.

Los cantantes son por supuesto el corazón del género. Fue el oficio de miles de intérpretes, y especialmente relevante para la mujer, con menos protagonismo en la creación. La zarzuela implica la necesidad de educar a unos cantantes peculiares que tenían dos conductas fonatorias: el canto y el habla. En la zarzuela existen diversos tipos de voz demandados por los géneros: desde la zarzuela grande con exigencias de ópera, hasta las varietés, donde el canto es un hecho circunstancial. En la zarzuela se usa el nombre de tiple para todas las voces femeninas,
evitando las nominaciones de soprano, mezzo o contralto. Existen otros términos relevantes, como
el de vicetiple y el de característica, persona de edad con papeles cómicos. Algunas de estas tiples se convierten en verdaderos ídolos de la sociedad. En esta primera época refundacional destacan, entre tantos otros, los cantantes Francisco Salas, Amalia Ramírez, Vicente Caltañazor, Francisco Calvet, Dolores Fernández, Francisco Arderíus, María Bardán, Rosendo Dalmau, Adriana Latorre, Luisa Santamaría, María Soriano, etc.

La nueva zarzuela restaurada de mediados del XIX se presenta en dos formatos: zarzuela grande y zarzuela chica. El primero consta de tres actos donde el canto solístico y de los coros tienen gran importancia. Lo conforman unos quince nmeros musicales en los que el compositor parte de nuestra msica histórica, el folclore, la danza popular y urbana, aunque tiene puesta la mirada también en Francia e Italia. Los temas favoritos son de carácter histórico o seudohistóricos, muy influidos por la literatura francesa. El segundo, la zarzuela chica, tiene como antecedente la
tonadilla. Con un acto, y cinco o seis nmeros musicales, tiene menor presencia coral y un nmero de personajes más reducido. Dominan en ella los temas populares en la msica y los asuntos cotidianos en el texto.

En 1866 se inicia el denominado género bufo, término con el que se define una variante de nuestro teatro lírico de carácter cómico-burlesco, con gran protagonismo hasta la Restauración borbónica de 1874. Surge en una época crítica que conducirá a la revolución de 1868, dando respuesta a una sociedad cansada de problemas políticos y sociales que necesitaba la evasión. El género se crea por el magnífico actor cómico sevillano Francisco Arderíus, que descubre el género que estaba imponiendo en París el gran Jacques Offenbach en su mítico Théâtre des Bouffes
Parisiens. Durante estos años se estrenan en España más de 80 obras bufas en las que colaboran los mejores creadores del momento, Barbieri, Arrieta, o Fernández Caballero; y escritores como Luis Mariano de Larra. Los bufos aportan una fuerte denuncia política y social con una crítica afilada a la monarquía, la aristocracia la religión, o los militares. La escena se convierte en un eficaz instrumento de propaganda, con grandes y costosas escenografías , con la presencia provocadora de la canción, el baile (especialmente el can-can) y lo erótico, que defiende el placer como motor de la escena y se representa en la figura de las famosas cantantes conocidas como suripantas.

Los inventores de esta división del espectáculo pblico, abaratándolo, adaptándolo a las modestas fortunas y haciéndolo breve y ameno, conocían bien las necesidades modernas. Es poner el arte al alcance de todos los peculios, sirviéndolo por menor y en dosis que ni hastían ni empalagan. Hay personas que no gustan de pasarse la mitad de la noche espetados en una butaca, decía Benito Pérez Galdós. No es verdaderamente singular qué en esta tierra de Quevedo y Góngora, los nicos innovadores del instrumento lírico, los nicos libertadores del ritmo hayan sido los poetas del Madrid cómico y los libretistas del Género chico?, añadía Rubén Darío. Para mí no hay género chico ni género grande: no hay más que género discreto y género tonto; de suerte que un sainete divertido y chistoso enriquece más el tesoro de la literatura patria que dos o tres dramas y otras tantas tragedias que cansen y enojen, remataba Juan Valera.

La segunda gran época de la historia de la zarzuela es la del género chico. Con esta expresión se designa a las obras que se representan en un solo acto, tienen carácter cómico y van dirigidas a un pblico popular. Se origina en pequeños salones y cafés-teatros que atraen al pblico con entradas baratas. Esta fórmula se inicia en torno a 1866 en el Café del Recreo como género hablado y con una hora de duración (se denomina teatro por horas). Al añadirse la msica se convierte en género chico, un modelo seguido por otros muchos teatros como Capellanes, Martín,
Romea, o Alhambra. Desde su comienzo, a mediados de los sesenta, hasta avanzado el siglo XX, se estrenaron más de dos mil quinientas obras. El pblico frecuenta estos teatros para oír cosas que conoce, generalmente crónicas de sucesos o críticas a personajes pblicos, pero como señala Ramón Barce, con un lenguaje que es en gran manera una fiesta para los oídos, engrandecido en sus puntos culminantes con una msica muy cercana al oyente. Por el escenario desfilan políticos, cupletistas, productos de moda, problemas municipales, los bailes que hacían furor y
tipos castizos. Musicalmente está constituido por una variada serie de nmeros musicales como cuplés, cantables, romanzas, dos y coros, y sobre todo por danzas, como polka, mazurka, schottisch, lanceros, rigodón, cuadrilla, redowa o pasacalle.

Dentro del género chico se dan diversas variantes con dos de especial interés: el Sainete y la Revista. El Sainete lírico es una obra de acción contemporánea, con personajes y ambiente populares, localizado en una ciudad, generalmente Madrid, de carácter cómico, enredo mínimo yfinal feliz, como La verbena de la Paloma de Bretón o La Revoltosa de Chapí. La Revista consiste en una sucesión de escenas yuxtapuestas sin apenas enlace argumental, salvo la alusión a la actualidad pasada o presente, como La Gran Vía de Chueca y Joaquín Valverde. La historia de este género está llena de luces, con una serie de obras geniales oídas millares de veces en la hispanidad, que han pasado a ser auténticos iconos y con las que se han evadido y divertido todos nuestros antepasados. En el XIX destacan obras como La Gran Vía, Cádiz, El año pasado por agua, Gigantes y cabezudos, Agua, azucarillos y aguardiente, La verbena de la Paloma, La Revoltosa, El baile de Luis Alonso, La boda de Luis Alonso. Ya en el XX, La alegría de la huerta, El Bateo, El puñao de rosas, o La tempranica, entre muchas otras.

Detrás de este sustancial cambio en nuestro teatro lírico se encuentra una nueva generación de geniales compositores, libretistas y también de cantantes, que nacen en los años centrales del siglo XIX y llegan a la msica con otra mentalidad: Miguel Marqués, Manuel Nieto, Federico Chueca, Apolinar Brull, Tomás Bretón, Ruperto Chapí, Gerónimo Giménez. Fueron acompañados por libretistas como Miguel Ramos Carrión, Vital Aza, Guillermo Perrín, Miguel de Palacios, Carlos Fernández Shaw, Carlos Arniches, Sinesio Delgado y los hermanos lvarez Quintero, entre otros.

La llegada del género chico tiene consecuencias para el canto. Se imponen las denominadas voces intermedias: una voz híbrida, con un cuerpo central potente y dominio del hablado tan importante como el canto. Dentro de los centenares de nuevos cantantes que surgen, destacan nombres como Ramón Rosell, Carmen lvarez, Carmen Andrés, Lucrecia Arana, Emilio Mesejo, Julia Fons, Almerinda Soler di Franco, Loreto Franco, Enrique Chicote, Luisa Campos, Emilio Carreras, Carmen Conesa, María Palau, Lucía Pastor o Joaquina Pino.

Durante la Restauración Borbónica (1875-1900) y mientras se impone el género chico, la zarzuela asume una nueva cara. En aquellos años el tema de la ópera nacional está en plena ebullición y algunos autores como Ruperto Chapí o el gran crítico Peña y Goñi, defienden que nuestra ópera tiene que ser la zarzuela mejorada y engrandecida. El gran enemigo de esta propuesta es Tomás Bretón. El asunto lleva a grandes discusiones y abre el camino a la llegada de una nueva tipología de zarzuela denominada, drama lírico, melodrama o simplemente drama, con una fuerte
presencia en la década de los ochenta y noventa. Esta corriente deja más de treinta títulos, algunos de ellos excepcionales. El nuevo drama lírico es un género híbrido y bifronte con unas obras con alma de ópera y cuerpo de zarzuela. Con hablados, como exigía Calderón, son dramas serios, con muertes violentas, y por ello lejanos a la zarzuela tradicional. Esta aventura es corta, pero deja obras magistrales: La Bruja, La tempestad, o Curro Vargas de Chapí, El reloj de Lucerna de Miguel Marqués, San Franco de Sena de Arrieta, o María del Pilar de Giménez.

Durante los ltimos años del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, el género lírico español vive una revolución con la llegada sucesiva de nuevos inventos: luz eléctrica, teléfono, telégrafo, fonógrafo, gramófono, radio y cine. Los compositores de zarzuela reciben con expectación y sin miedo estas modernidades, a las que incluso dedican títulos como El fonógrafo (1885) o El fonógrafo ambulante (1899). Por otra parte, la nueva industria de transmisión del sonido descubre en la zarzuela una auténtica mina para la grabación, como demuestran los catálogos de discos o los rollos de pianola aquí expuestos. En estos catálogos aparecen los grandes divos como Miguel
Fleta, José Mardones o Emilio Sagi, con las romanzas más conocidas, cantadas incluso por mitos como Enrico Caruso con Flores purísimas de El milagro de la Virgen, de Chapí. En los años 20 llega a España otro invento revolucionario: la radio. La zarzuela encontró un cobijo especial en ella, incluso provoca obras como Radio manía (1925) de Ernesto Lecuona, o Que se diga por la radio! (1939) de Francisco Alonso. Es finalmente el cine (Voilà lennemi, dijeron algunos) un medio de especial relieve en la explosión de la zarzuela. Duro competidor inicial, el cine aparece en numerosas obras entre las que destaca el conocido título Cinematógrafo Nacional. Muchos cantantes líricos prueban suerte en el cine y numerosas zarzuelas son filmadas.

El msico tiene una dura vida a lo largo de la historia para poder vivir de su profesión. La iglesia, la nobleza, las ciudades y, sobre todo, la capilla catedralicia, reclaman sus servicios. En ella aprenden a cantar, tocar y componer. Toda esta organización se quiebra en España con las varias desamortizaciones iniciadas por Mendizábal en 1835, que obligan a la iglesia a prescindir de muchos msicos. El café, el salón, las bandas y el teatro lírico son los lugares que los acogen, especialmente este ltimo, que se convierte en el gran centro de hospedaje del msico hispano. La
zarzuela se extiende como una gigantesca red, no solo por las ciudades sino por todos los municipios, y genera miles de puestos de trabajo. Además, tiene otra importante transcendencia; comienza a generar derechos de autor de los que viven los compositores. A partir de ahí, en España surgen diversas asociaciones que luchan por estos derechos y en esta situación aparecen dos hombres providenciales: el escritor Sinesio Delgado y el gran compositor Ruperto Chapí, que en 1899 crean la Sociedad de Autores Españoles (SAE), origen de la actual SGAE. La nueva
sociedad atrae a todos los compositores y se encarga de la administración y divulgación de todas sus obras. En 1901 adquiere los fondos de la mayor parte de las galerías lírico dramáticas y editoriales que habían funcionado hasta entonces. Años después, al fundarse la SGAE en 1932, logra reunir lo que no dudamos en calificar como un tesoro escondido. Recoge prácticamente la totalidad de la creación zarzuelística desde mediados del siglo XIX, con unas dos mil partituras orquestales, materiales de orquesta de otras diez mil y unos treinta mil libretos, además de miles de fotografías, grabados y otros objetos, un tesoro cultural nico en el mundo.

El año 1900 tiene un peso simbólico en la historia de la zarzuela. Supone no solo un corte cronológico sino el inicio de un gran cambio de mentalidad en el género. A pesar de los ataques por parte de algunos intelectuales del 98, la zarzuela responde al cambio de siglo porque tiene la piel muy dura. Había ejercido un auténtico monopolio a finales del siglo XIX y no solo no lo perdió, sino que ofreció su canto más grandioso al responder de manera determinante al creciente consumo del ocio, definido sobre todo por el acercamiento del pueblo llano y de la clase obrera a los salones de baile, cafés, variedades y, en consecuencia, a los teatros populares. Con el comienzo del siglo XX la zarzuela explosiona, se transforma e inicia una metamorfosis continua, con lo que pasa a ser una fuerza cultural trascendente. De los 35 teatros que hay en Madrid en 1908, en 12 se representa zarzuela. Desde 1900 a la Guerra Civil se estrenan más de 4.000 títulos. En las primeras décadas siguen vigentes todos los formatos del siglo XIX, pero a ellos se unen otros muchos porque, con la llegada de la nueva centuria, la zarzuela sufre una constante transformación: género ínfimo, la revista, comedia musical, opereta, variedades, zarzuela regional, o la zarzuela grande restaurada.

En 1901 se estrena El género ínfimo, de Quinito Valverde, Tomás Barrera y los hermanos lvarez Quintero. El título da nombre a un género lírico que marca aquellos años. Es el resultado de la respuesta de nuestro teatro a un nuevo panorama dominado por el cuplé, el primer music-hall o la revista, en las que lo fundamental eran los encantos físicos de las intérpretes. Por ello, algunos lo denominan género piernográfico, o como en la Repblica, la ola verde. En estas obras lo fundamental es esa veta frívola, hedonista y erótica que ofrecen. Parten de una msica epicrea, pegadiza y bailable, con presencia del cuplé y de un texto con numerosos mensajes eróticos, subversivos y anarquizantes, que responden a una fuerte demanda del erotismo, comn con toda Europa. Las palabras psicalipsis o psicalíptico se imponen para definir aquel fenómeno que llena los felices veinte con desnudos, diálogos obscenos o chistes políticos y sexuales. Pocos años antes hace su aparición el género de variedades o varietés, un fenómeno en la misma línea donde se da la alternancia de nmeros visuales y cantados, junto con circo, malabarismo, hipnotizadores, baile y canción, concebido esencialmente para un pblico masculino.

La revista es probablemente el género más activo del siglo XX. Con su origen en el siglo XIX, renacerá con más fuerza en el siglo XX. La llegada de los compositores Francisco Alonso y Jacinto Guerrero impulsa un género con unas obras en las que se mezclan la comicidad, el hedonismo y la modernidad, con la ayuda de elementos eróticos y visuales. La revista tiene dos grandes momentos: la Dictadura de Primo de Rivera, gran aficionado al género, y los años cuarenta, en los que cuenta con el visto bueno del dictador, aunque con una fuerte censura. Este género conduce a un proceso de vedetización, con un papel central de la mujer con estrellas como Reyes Castizo La Yankee, Laura Pinillos, Eugenia Zffoli, Conchita Constanzo, Conchita Leonardo, Perlita Greco, Blanquita Pozas, Tina de Jarque, Amparito Taberner o Celia Gámez. Estas divas interpretan los nuevos ritmos anglosajones y caribeños, aunque el valor supremo de la cantante será su cuerpo. Musicalmente, la revista se vale de todo para imponerse. Desde numerosos elementos folclorizantes hasta nuevos bailes de moda como el tango, la machicha, el fado, el fox-trot, el shimmy, el black-bottom o el charlestón. La lista de títulos famosos es inmensa, entre muchos otros: Las Corsarias (1919), Las Leandras (1931) y Mujeres de fuego (1935) de Francisco Alonso, Las mujeres de la cuesta (1926) y La orgía dorada (1928) de Jacinto Guerrero, Cómo están las mujeres! (1932) de Pablo Luna. Relacionada con la revista está la comedia musical, que también se revitaliza después de la Guerra Civil.

La opereta ya había sido la inspiradora de Arderíus y sus bufos, pero es ahora cuando asume un gran protagonismo con más de 80 títulos estrenados en el siglo XX. Su eclosión se produce a partir de 1905 y tiene como década de mayor producción la de 1910. Se trata de un producto híbrido en el que el autor hace convivir distintos géneros, desde la opereta propiamente dicha, hasta el género chico, varietés, género ínfimo, bufo, e incluso la ópera. La danza y el baile tienen una especial importancia y una doble función: la visualidad y la de sostener la estructura musical
de los nmeros. La presencia de nmeros instrumentales de perfil centroeuropeo para cortejos, marchas y rataplanes y la de coros es igualmente importante, así como el protagonismo del lujo en grandes escenografías. Casi todos los autores líricos de las décadas de 1910 y 1920 prueban fortuna en el género. Destacan Amadeo Vives, Vicente Lleó, Rafael Gómez Calleja, Gerónimo Giménez, Quinito Valverde, y sobre todo Pablo Luna, que debuta en 1908 con Musetta. En esta época se estrenan títulos míticos como La corte del Faraón, Molinos de viento, El príncipe bohemio o Benamor.

Entre todas las propuestas líricas que se dan en España a comienzo del siglo XX, la más destacada es la que trata de restaurar de la zarzuela grande, con una vuelta a las grandes páginas de los Barbieri, Gaztambide o Arrieta. La vieja zarzuela volvió vencedora, cansada de tanto experimento y orientada a recuperar las estrategias de la zarzuela grande: grandes arias y romanzas belcantísticas, peso del verismo, orquestación más rica y cuidada, grandes coros y, sobre todo, el uso de un lenguaje ecléctico que tenía en cuenta a Puccini o a Wagner.

Los compositores y libretistas que siguen esta línea pertenecen a las tres primeras generaciones musicales de inicios del siglo XX: la del 98, la de los Maestros y la del 27. Amadeo Vives, Pablo Luna, José Serrano y Francisco Alonso dan los primeros pasos, pero inmediatamente se incorporan Jess Guridi, Juan Vert, Reveriano Soutullo, Jacinto Guerrero, José Padilla, Manuel Penella, Federico Moreno Torroba y Pablo Sorozábal. Los msicos fueron acompañados por las respectivas generaciones de libretistas: los hermanos lvarez Quintero, Manuel y Antonio Paso, Federico Romero, Guillermo Fernández Shaw, Pedro Muñoz Seca, Pedro Pérez Fernández, Joaquín Jiménez y Luis Fernández Ardavín, entre muchos otros. También fueron fundamentales los nuevos y grandes cantantes: Emilio Sagi Barba, Luisa Vela, Luis Sagi-Vela, María Caballé, Antonio Medio, Miguel Ligero, Marina Gurina, Selica Pérez Carpio y Marcos Redondo.

Ni siquiera la Guerra Civil pudo con la maquinaria de la zarzuela. En los primeros meses de 1936, aparte de ofrecer el repertorio habitual, se producen unos diez estrenos entre los que destacan obras como Romanza hngara de Joan Dotras Vila, Mari-Eli de Guridi, Las Tocas de Alonso, La Cibeles de Guerrero, y sobre todo La tabernera del puerto de Pablo Sorozábal, que marca el año.

El teatro lírico español se ve mermado, pero no truncado por la Guerra Civil, y una vez terminada esta, la zarzuela recupera su vida escénica. Solo tres meses después de finalizar la contienda se estrena Carlo Monte en Monte Carlo, una opereta con msica de Jacinto Guerrero con la que comienza la ltima metamorfosis del género. En estos más de ochenta años que nos separan de 1939 hemos vivido el estreno de unos cuatrocientos títulos que llevan en su adn rasgos de la poética de la zarzuela grande, enriquecida por la influencia del teatro musical angloamericano y la
nueva creación musical. La zarzuela no desaparece, evoluciona con influencias de otros géneros (el musical, la revista, el cine o la copla) sin alterar los principios que la definen desde su nacimiento. Nuevos autores dramáticos se han sumado a la creación zarzuelística, como López Rubio y Vázquez Montalbán, y también nuevos compositores como Fernando García Morcillo, Fernando Moraleda, Arturo Do Vital, Manuel Moreno Buendía o Félix Alonso Misol.

Y es que la zarzuela ha sobrevivido hasta hoy, eso sí en fuerte decadencia. A la ópera se le ha rodeado del celofán de la cultura y se supone que la ópera es más culta que la zarzuela, aunque a veces nos aburrimos en la ópera. Y cómo nos enfrentamos a ese fenómeno de moda no siempre sana de la ópera? con la zarzuela? Puede, pero tendrá que ser con una zarzuela nueva, opinaba Adolfo Marsillach. Libretos inteligentes y msicas pegadizas, poner en buena solfa lo que pasó y lo que pasa. Basta con eso. Puede que la exposición anime a tanto msico y escritor pugnando por llegar al pblico, aunque le falte algo de dinamismos y atractivo al contenido -quizás modernos extractos audiovisuales- y resulte lamentable la ausencia de un catálogo.

Aproximación a las propuestas (del 1 al 10) por el orden citado
Interés: 8
Contenido: 7
Despliegue: 7
Comisariado: 8
Catálogo: n/h
Programa de mano: 9
Documentación a los medios: 8

Centro Cultural de la Villa
La Zarzuela, patrimonio de la Hispanidad. Crónica cantada de nuestra vida
Del 21 de septiembre de 2024 al 12 de enero de 2025
Comisario Emilio Casares
Museógrafo: Enrique Bonet
Coproducción con el Museo Nacional del Teatro (INAEM)
Con la colaboración especial de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE)

Horario de martes a domingo de 10:00 a 21:00 horas. Lunes cerrado
Horarios especiales: 23 de octubre de 2024: abierto de 10:00 a 17:00 horas
Cerrado los días 24, 25, 31 de diciembre de 2024 y 1 de enero de 2025
5 de enero de 2025: abierto de 10:00 a 14:00 horas
El centro no dispone de consigna. No se permite el acceso a la exposición con maletas, bultos grandes, patinetes y similares.
* Acceso libre y gratuito.