guía cultural

Galdós en nuestro laberinto

José Catalán Deus | Martes 13 de octubre de 2020

La Comunidad de Madrid festeja el centenario de uno de sus más insignes hijos adoptivos con la exposición Galdós en el laberinto de España, encargada al experto en fotografía histórica Publio López Mondéjar, que rene casi ciento cuarenta imágenes, entre retratos del escritor, sus amigos y conocidos, los personajes de la época, los ambientes que frecuentó y los lugares en los que transcurrió su vida. Poco a poco la fotografía del siglo XIX español emerge con una riqueza y variedad que tiene poco que envidiar a otros panoramas europeos de su época.

A pesar del virus chino que nos asola, nuestro gran escritor Benito Pérez Galdós (1843-1920) está siendo celebrado como merece un siglo después de que dejara este mundo. Canarias, su tierra de nacimiento, y Madrid, su hogar de adopción, se han destacado en las loas y ditirambos a una figura pblica más allá de literato muy reconocida en su tiempo, respetada en el anterior régimen y bastante arrinconada en el actual, a la que este centenario ha reivindicado con extraordinario consenso, haciendo aflorar una legión de galdosianos de toda la vida tan proclives en el elogio desmedido como en su superficial juicio de la vida y obra de un señor discreto y trabajador, esmerado en el oficio de escritor, dotado de grandes ingenio, imaginación y memoria con los que construyó una de las carreras más sólidas de la literatura española de todos los tiempos.

Galdós fue desde su madurez todo un personaje, y posó para los mejores fotógrafos y las más importantes publicaciones ilustradas de la época, lo que permite establecer un detallado recorrido gráfico por la persona que fue en vida, por la evolución de su imagen pblica bajo el peso creciente de los años, por su imagen pblica y por su mundo privado. El segundo y gran protagonista de la muestra es la ciudad de Madrid, su cambiante fisionomía desde la llegada del joven canario en 1862 a través de los reinados de Isabel II y Amadeo de Saboya, la Primera Repblica, la Restauración y la Regencia. También hay especial atención al retrato de los personajes que protagonizaron la historia de España en los más de cincuenta años que el escritor vivió en la capital. De reyes a presidentes, de generales a políticos, desfilan imágenes muy interesantes y desconocidas de Emilio Castelar, Espartero, Cabrera, Serrano y Prim, de Alfonso XII, la reina María Cristina de Habsburgo y Alfonso XIII, escritores como Pereda, Mesonero Romanos y Clarín, msicos como Caballero y Chapí y otros referentes de su generación en la msica, el teatro, la medicina y la cátedra, recorrido completado con un cortometraje audiovisual de Arantxa Aguirre y un catálogo que quiere ser biografía ampliamente documentada más que simple descripción de las fotografías presentadas.

El resultado es equilibrado y ameno, aunque el despliegue expositivo es extremadamente somero: una sucesión interminable de imágenes sobre los muros de una gran sala rectangular. Quizás hubiera merecido establecer espacios temáticos rompiendo un recorrido tan lienal. El bueno y abundante material fotográfico expuesto podría haber superado la pesada monotonía que reina en la sala. Sirva de ejemplo el nutrido nmero de imágenes de la Puerta del Sol a lo largo del período que aparecen aquí y allá dismeinadas, y que podrían haber formado un interesante recoveco dentro del recorrido. Como es constante en este centenario se evita una referencia especial y adecuada a la etapa fundamental de los Episodios Nacionales, cuya dimensión cualitativa y cuantitativa ha impedido secularmente a la historiografía penetrar en su océanica realidad y en el misterio de su equilibrio entre ficción y no ficción, a primera vista exquisito, aunque no sabemos lo que depararía un análisis más pormenorizado.

Escribe López Mondéjar, miembro de esta Real Academia desde 2008: Galdós no fue sólo el más alto narrador español desde Cervantes, el más popular y querido por sus lectores. Fue también un brillante periodista, colaborador de diversas publicaciones españolas y americanas, director del más importante diario durante el reinado de Amadeo de Saboya, dibujante y pintor notable, crítico y cronista musical desde que llegó a Madrid en 1862. Fue también un referente intelectual y moral, una persona sabia e indulgente que dio a conocer las plurales tierras de España, y un observador clarividente de las malandanzas históricas del país. Y recuerda que para Azorín fue el nico escritor español capaz de realizar la obra herclea de revelar España a los españoles: En más de cien volmenes ha conseguido que despierte España y adquiera conciencia de sí misma. Y que escribió Vicente Aleixandre: Casi puedo decir , que aprendí a leer con Galdós. Primero, de niño, con los Episodios Nacionales. Luego fueron las novelas sorbidas con hechizo hasta el agotamiento. De tal modo, que a los dieciséis y diecisiete años yo conocía minuciosamente la obra de Galdós. En su opinión, la maestría narrativa del escritor, el alto aliento moral que late en sus obras, su ejemplo personal de indulgencia y tolerancia, de respeto por las ideas de los demás, continan deslumbrando a los pblicos lectores de hoy.

Don Benito fue también un gran cronista de Madrid, una ciudad en la que se encontraba bien y conocía a fondo: Oh, Madrid! Oh, Corte! Oh, confusión y regocijo de las Españas, escribió en 1915. Igual que existe un Londres de Dickens, una Lisboa de Pessoa, un París de Balzac, un Dublín de Joyce, existe un Madrid de Galdós. Nunca como en sus decenas de novelas se ha verificado un inventario tan completo y cabal de la vida pblica y privada de la capital, de su realidad física e histórica. Lo que Galdós nos ofrece ha escrito Caballero Bonald- no es ya una ficción novelística, sino un novelado compendio histórico de Madrid. Cafés, teatros, bailes, casas burguesas, corralas, tabernas, buñolerías, horchaterías, talleres de costura y demás escenarios populares, circulan por sus libros y configuran un invariable telón de fondo, un perseverante entramado documental de la ciudad. La exposición se plantea como un homenaje a este madrileño de Canarias, quien dejó dicho en sus memorias que nació en Madrid en 1862, el año en que por primera vez puso los pies en la estación de Atocha. La patria de Galdós es Madrid, dijo Clarín ya en 1880. Para Unamuno, Galdós fue siempre el gran evangelista de Madrid. Y María Zambrano no dudó en calificarle como el poeta de Madrid.

De los días de su llegada a Madrid son sus primeros retratos fotográficos en formato tarjeta de visita, que reflejan su acogedora y elegante presencia, pantalón claro, abrigo negro y reloj con leontina, posando ante la cámara con mirada delicada y resuelta. Su persona sencilla y acogedora pronto se fue haciendo cercana a sus lectores, quienes acabaron por familiarizarse con su figura larguirucha, subrayada por un poblado mostacho negro, que fue encaneciendo con los años. La misma estampa que de él ha dejado su buen amigo Joaquín Sorolla en la rotunda madurez de sus cincuenta años, sentado con desganada elegancia en un escaño corrido, con chaqueta y chaleco coronados con un lazo a rayas. Los retratos fotográficos de Amayra y Calvet son anteriores, cuando el escritor apenas había entrado en la treintena, la cabeza como jibarizada, presidiendo un cuerpo interminable y zanquilargo. Sin embargo, aquel joven que miraba intimidado a las cámaras era ya un terrible fustigador de la intransigencia y el cainismo nacional; un escritor indulgente y respetuoso con las ideas de los demás.

Después, cuando acreció su prestigio, cuando reclamaban su colaboración los periódicos más prestigiosos del país y de América, cuando su amigo Sagasta le llevó al Parlamento enlos días de la Restauración, cuando se le abrieron las puertas de la Academia Española y se convirtió en el escritor más reconocido y popular del país, le reclamaron los grandes fotógrafos españoles. Desde el valenciano Antonio García, hasta los más conocidos de Madrid, como Compañy, Franzen, Biedma, Campa, Calvache, Kâulak, Alfonso, Salazar, Marín, y otros fronterizos, como Arauna, Courbon, Segarra, Cortés y Francisco Goñi, cuyos retratos del escritor se fueron multiplicando en las páginas de la prensa gráfica, en las populares series de postales publicadas por Laurent y en las fototipias que los propios estudios fotográficos se encargaban de distribuir en bazares y librerías.

El desarrollo espectacular experimentado por la prensa ilustrada en la frontera de los siglos, acercó an más su imagen a los miles de lectores y admiradores, quienes siempre le percibieron como persona familiar y cercana, como un abanderado de las causas nobles, que no dudó en defender en sus libros, en el Parlamento y en la calle. Los reporteros, que siguieron siempre con interés los lances de su vida, registraron después su persona con atención y respeto. El ojo de los fotógrafos tampoco le desatendió cuando se apagó su vida, una noche glacial de enero de 1920. Ni tampoco le abandonó nunca el invariable cariño de sus miles de lectores, de las más de treinta mil personas entristecidas que quisieron darle su ltimo adiós en el Patio de Cristales del Ayuntamiento de Madrid y, después, en el duelo que atravesó entristecido la ciudad hasta el cementerio de la Almudena. A su sepelio escribió María Zambrano- acudió una multitud innominada, anónima, de esas que él escuchó tantas veces desde su balcón, días y días, tardes y tardes, antes de ponerse a escribir.

En esta exposición revive Galdós, casi siempre serio, a menudo con una chispa de ingenio en sus entornados ojos, elegante a veces y con atrabiliaria vestimenta en no pocas ocasiones, de guapo mozo a anciano apagado, embozado en esos mostachos desiguales que no lo abandonarían nunca, distante y sereno, imbuido de su personaje, ejerciendo de patriarca resignado a la ceguera de los ltimos años. Revive el Madrid que se está transformando en gran urbe y revive el laberinto de su tormentosa época, de las guerras carlistas, del primer pulso monarquía-repblica, de los intentos de avance encajonados entre cerrazón y extremismo, del dificultoso ascenso de una débil burguesía sojuzgada por la alianza del clero con la nobleza y las oligarquías, y amenazada desde temprano por las clases trabajadoras. Es un acercamiento logrado a un español insigne y a su época, una visita casi obligada.

OTRAS REFERENCIAS A GALDÓS Y SU CENTENARIO EN GUÍA CULTURAL:

Reseña de la exposición BPG, la verdad humana en la Biblioteca Nacional, y del libro BPG, vida, obra y compromiso de Francisco Cánovas

Reseña de la obra teatral Fortunata y Benito, febrero de 2020

Reseña de la biografía BPG, la figura del realismo español, de Eduardo Valero

Reseña de Tristana en el Teatro Fernán Gómez, enero de 2017

Reseña de Diez novelas y un discurso de BPG, Ediciones Cátedra, noviembre de 2016

Reseña de Doña Perfecta en el Centro Dramático Nacional, noviembre de 2012

-Electra en 2010 (ver nuestra reseña de entonces)
-Puerta del Sol, un episodio nacional en 2008 (ver nuestra reseña de entonces)

A PROPÓSITO DE CRÓNICA DE MEDIO SIGLO, A MODO DE EPISODIOS NACIONALES DE NUESTRA ÉPOCA

18 episodios de una crónica, diciembre de 2019

El noble empeño de buscar la verdad. Recensión de la primera serie completa de Crónica de medio siglo: del FRAP a Podemos. Un viaje con Ricardo Acero y sus compañeros, diciembre de 2017.

Tertulia de Historia del Casino de Madrid, Es posible una crónica veraz de la historia reciente de España? Reflexiones y experiencias de una década intentando un relato ecuánime (y de estar posiblemente fracasando en el intento), marzo de 2019.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Comisariado: 8
Despliegue: 6
Catálogo: 8

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Galdós en el laberinto de España
Del 22 de septiembre de 2020 al 3 de enero de 2021
Sala de Exposiciones Temporales
Comisario: Publio López Mondéjar
Martes a viernes: 10.00 a 14.00 h
Sábado y domingo: 10.00 a 20.00 h
Cerrado: lunes, 24, 25 y 31 de diciembre de 2020 y 1 de enero de 2021
Tarifa nica: 2
Uso obligatorio de mascarilla.