Van a ser 18 funciones para aprovechar su popularidad y cerrar satisfechos la temporada. Estaba prevista para clausurar la temporada 2019-2020 pero debido a la pandemia fue reemplazada por una versión escénica. Con dirección escénica de Willy Decker, esta producción de la Ópera Nacional holandesa (Dutch National Opera & Ballet) gustó mucho en su estreno de hace veinte años en el Festival de Salzburgo y algunos la siguen viendo como una ruptura en la manera de llevar a escena el disparatado melodrama, pero lo es solo si se quiere en el aspecto formal. Porque la incomprensible aceptación de Violeta de los extravagantes argumentos del padre de Alfredo para que le abandone (en ese segundo acto tan insensato), el trasfondo social de ricachos con queridas, esa visión tan cargante por idealizada del amor y esa agonía tan prolongada de la protagonista siguen naturalmente dominando la pieza como lo hicieron y lo harán en todas las versiones. Y es que nadie viene a ver una historia coherente e interesante, sino a escuchar una música sacralizada, clásica pero emotiva, sinfónica pero melodiosa, culta pero accesible.
Willy Decker prescinde de utilizar los deslumbrantes recursos técnicos y tramoyísticos del Real, que producen espectáculos inigualables, y ha convertido la representación en un gélido lugar por el que vagan sombríos personajes, unos manifestantes encorbatados y una protagonista extraviada en tan enorme espacio a la que ni siquiera se la da un lecho donde agonizar. La escenografía conceptual de Wolfgang Gussmann está protagonizada por un enorme reloj y tresillos de quita y pon, y su vestuario firmado con Susana Mendoza consiste en un desangelado vestido rojo para ella y trajes negros para los demás. El segundo acto es un desmedido floreado que nada tiene que ver con la trama y en el que los enamorados llevan batines a juego sobre unos calzoncillos vulgares y una enagua corriente. Las danzas que Verdi introduce en el segundo acto para amenizar la escena sufren de una coreografía estridente de Athol John Farmer que se niega a solazarnos. En fin, un montaje de los que arrasaron la pasada década los escenarios operísticos de todo el mundo y que hoy afortunadamente se baten en retirada.
La dirección musical del húngaro Henrik Nánási nos pareció un tanto rítmica y marcial pero aseguró la coordinación musical sin fallos. En el reparto que vimos -que no era el favorito de los melómanos encadilados por Nadie Sierra- la soprano rumana Adela Zaharia estuvo descomunal e hizo una excelente Violetta Valery cuyas intervenciones fueron continuamente rubricadas por aplausos; notable sin duda el tenor peruano Iván Ayón Rivas en un Alfredo siempre doliente de amor, y el barítono Artur Ruciński interpretó a su padre con la solvencia de quien domina el personaje. Al trío protagonista no les favoreció las diferentes presencias, Giorgio demasiado joven de aspecto, Alfredo demasiado escaso de porte. Correcto el resto del reparto en su pequeña presencia, aunque al personaje de Flora le perjudique su homologada vestimenta.
Fue una traviata, una perdida en castizo, tan agradecida como siempre en el terreno musical, un tanto fallida formalmente. Para Adela Zaharia supondrá sin duda una consagración en este teatro, tras su presencia anterior en Don Giovanni (2020) y Rigoletto (2023) -ya muy aplaudida- cuando la reseñamos técnicamente impecable pero algo desmotivada. Esta ‘La Traviata’ nos recordó a la anterior de abril de 2015 con dirección musical de Renato Palumbo y dirección de escena de David McVicar que ha sido repuesta el pasado enero en Barcelona con los mismos protagonistas del estreno de esta. Con igual orientación musical y formal, pero mejor (reconociendo que McVicar sigue la estela de Decker); con igual éxito de la protagonista, pero más deslumbrante entonces con la albanesa Ermonela Jaho (ver nuestra reseña más abajo).
En fin y resumiendo, un lucido y popular final para una buena temporada.
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 8
Dirección musical: 7
Dirección artística: 5
Voces: 8
Orquesta: 7
Coro: 7
Interpretación actoral: 6
Escenografía: 5
Coreografía: 5
Producción: 6
Programa de mano: 9
Documentación a los medios: 9
Una Traviata sombría, y deslumbrante al tiempo
Teatro Real
LA TRAVIATA
Música de Giuseppe Verdi (1813-1901)
Libreto de Francesco Maria Piave, basado en la novela y la obra de teatro La Dame aux camélias de Alexandre Dumas hijo
Estrenada en el Teatro La Fenice de Venecia el 6 de marzo de 1853.
Estrenada en el Teatro Real el 1 de febrero de 1855.
Producción de la Dutch National Opera & Ballet estrenada en 2007.
Dirección musical Henrik Nánási
Francesc Prat (1, 10 jul)
Dirección de escena Willy Decker
Escenografía y vestuario Wolfgang Gussmann
Vestuario Susana Mendoza
Iluminación Hans Toelstede
Coreografía Athol John Farmer
Dirección del coro José Luis Basso
Asistente de la dirección de escena y reposición Gina Lapinski
Violetta Valéry Nadine Sierra (24, 27, 29 jun; 2, 5, 8, 14, 17, 20, 23 jul)
Adela Zaharia (25, 28 jun; 1, 4, 10, 16, 19, 21 jul)
Flora Bervoix Karina Demurova
Annina Gemma Coma-Alabert
Alfredo Germont Xabier Anduaga (24, 27, 29 jun; 2, 5, 8, 16, 19, 23 jul)
Iván Ayón Rivas (25, 28 jun; 1, 4, 10, 21 jul)
Juan Diego Flórez (14, 17, 20 jul)
Giorgio Germont Luca Salsi (24, 27, 29 jun; 2, 5, 8, 14 jul)
Artur Ruciński (25, 28 jun; 1, 4, 10, 16, 19, 21 jul)
Gëzim Myshketa (17, 20, 23 jul)
Gastone, vizconde de Létorières Albert Casals
El barón Douphol Tomeu Bibiloni
El marqués de Obigny David Lagares
El doctor Grenvil Giacomo Prestia
Giuseppe, criado de Violetta Joan Laínez
Un caballero Ihor Voievodin
Un invitado Athol Farmer
Un mensajero Javier González
Iñigo Martín
Un criado de Flora Koba Sardalashvili
Harold Torres
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Duración aproximada 2 horas y 40 minutos
Acto I: 35 minutos
Pausa de 25 minutos
Actos II y III: 1 hora y 40 minutos.