‘Orlando: A Biography’, publicada en 1928, es su sexto relato largo, inspirado en su amiga Vita Sackville-West, una parodia a lo largo de tres siglos de la historia inglesa en la que un joven muy apuesto y leído emprende un camino fantasioso que le lleva a transformarse en mujer, inspirado en el ‘Orlando enamorado’ de Matteo Maria Boiardo (1441–1494) y el Orlando furioso (1516), de Ludovico Ariosto. Diríamos arriesgándonos que es un experimento literario que con la trama de un personaje que vive varios siglos y cambia de hombre a mujer, explora el contenido social otorgado a los dos géneros a través de las transformaciones culturales y sociales de tan largo período: el joven aristócrata inglés del siglo XV será el favorito de la Reina Isabel I, se enamorará trágicamente de una princesa rusa en el reinado de Jacobo I, será embajador en Constantinopla durante el reinado de Carlos II, escribirá poesía en la época victoriana, se casará finalmente de conveniencia y llegará al siglo XX. Para el público británico aporta un interesante recorrido comparativo y alegórico por diferentes períodos de su historia. Para el resto, una curiosidad que han cargado de simbolismo añadido.
Todo ello descrito con enormes excesos literarios, con pretensiones filosóficas infundadas, con lo que podía saber del mundo esta doliente intelectual de las midlands sociales de su época. Pero las modas son las modas, y la señora Woolf es hoy venerada y su Orlando, dramatizado, exprimido y representado: en 2019 pudimos ver otra versión con dramaturgia y dirección de Vanessa Martínez, último eslabón del boom orlando retroalimentado con la moda woolf. Ahora nos proponen suscribir ‘la opresión que comprenden los roles de género tradicionales’ en base a ‘una de las mentes más brillantes y revolucionarias del siglo XX’, con una propuesta cuyo ‘protagonista se convierte en uno de los personajes de ficción más icónicos y deslumbrantes de la literatura’.
Marta Pazos, coautora de esta versión teatral y directora de la misma, nos dice: ‘Me interesa el cuerpo como territorio político. Imagino el espacio escénico de este espectáculo como una metáfora del cuerpo. Imposible no enamorarse de Orlando. Imposible no enamorarse de Woolf’. Así que ha reorientado el texto original hasta que cuadre con lo que la absesiona, poner en evidencia la opresión que suponen los roles de género tradicionales. La conocimos como directora escénica en 2019 a cargo de la ópera ‘Je suis narcissiste’ (con musica de Raquel García Tomás y libreto de Helena Tornero), y entonces decíamos: ‘Puede pasarse un rato aceptable si se prescinde del contexto manipulador de género y número en el que viene envuelta, si se hace abstracción de su pobreza conceptual y si se forma parte de esta nueva ‘crème de la crème’ podemita/sanchista que confunde el necesario relevo generacional con la toma de la bastilla, las ideas con los panfletos y las creencias con las consignas. En realidad más que una crítica del narcisismo viene a ser una exposición de motivos, y el título -tal cual y en francés-, ilustrativo’.
Por ahí va la cosa, querer sacar punta de donde no hace falta porque las pasadas discriminaciones de género han sido tan exhaustivamente expuestas en las últimas décadas que sobra más moralina. El texto de Woolf da ya poco de sí y por eso los impulsores de la propuesta se han volcado en ofrecer espectáculo, en presentar una puesta en escena con gran derroche de medios en reparto, caracterizaciones y vestuario, hasta el punto de que Agustín Petronio, su creador, ha contado con dos ayudantes, nueve ayudantes de los ayudantes, tres realizadores, una modelista y una diseñadora de estampado. En consonancia, la escenografía de Blanca Añón busca ser lo más sorprendente posible dentro de la parquedad de ideas y recibe impulso de peculiares iluminación -en la que Nuno Meira tiñe todo de verde- y coreografía, por la que Mabel Olea mantiene a parte del elenco en permanente ataque de epilepsia. Más que original, resulta raro; más que atractivo, pelín repulsivo. El toque final lo pone igual de atrabiliario la banda sonora de Hugo Torres.
Con franqueza, el desbarajuste es monumental; la confusión, enorme; y enorme el aburrimiento y la incomodidad a medida que pasan dos horas interminables. Quizás conscientes de ello el último tercio es amenizado por la presencia en pelotas del reparto, bailando y retozando interminablemente por si queda algún mirón en este mundo que todavía aprecie ver penes y vulvas, tetas y culos de cualquier prójimo; y que alcanza el paroxismo en una exhibición de los interiores de la vagina, abierta de piernas y en el límite del escenario, por parte de una de las actrices de la que pudorosamente omitimos el nombre. Por otra parte, el dislate de los largos recitativos ampulosos, pedantescos, de tan florido lirismo hueco, deben haber sido tan duros para el reparto como tanto desnudo, así que una vez más compadecimos a este sufrido gremio por las cosas que aguanta. Destaquemos a Jorge Kent que sale mejor parado vestido que en cueros, y corramos un tupido velo sobre tan ímprobo esfuerzo en el que destacan las dotes gimnásticas de las actrices secundarias en permanente estado de fibrilación.
El empeño tiene tan grandes expectativas que se lamenta lo que nos pareció -con todos los respetos- un naufragio tanto en la distorsión panfletaria del original como en su equivocada puesta en escena. Sin duda que el recuerdo de otro Orlando (ver nuestra reseña de entonces), la ópera de Georg Friedrich Händel, tan brillantemente ejecutada en el Teatro Real en 2023 (ver nuestra reseña) por el director musical Ivor Bolton, con la dirección de escena de Claus Guth, escenografía y vestuario de Christian Schmidt, iluminación de Bernd Purkrabek y dramaturgia de Ronny Dietrich, nos ha influido en su contra. No obstante, reconozcamos que los elogios de la crítica han sido unánimes detectando como siempre hacia donde sopla el viento.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 5
Versión: 3
Dramaturgia: 5
Dirección: 7
Interpretación: 7
Puesta en escena: 5
Música: 5
Producción: 9
Programa de mano: 6
Documentación a los medios: 7
Teatro María Guerrero | Sala Grande
Orlando
De Virginia Woolf
Adaptación y dramaturgia Gabriel Calderón y Marta Pazos
Dirección Marta Pazos
25 ABR – 8 JUN 2025
Reparto y colaboración en la creación:
Nao Albet (Shelmerdine)
Anna Climent (Emisaria, Nuestra Señora de la Castidad, Roble, Dama de la Reina),
Alessandra García (Archiduquesa, Lady R.)
Jorge Kent (Greene, Mr Pope)
Paula Losada (Sasha, Nuestra Señora de la Modestia)
Laia Manzanares (Orlando)
Paco Ochoa (Rústum el Sadi, Archiduque)
Mabel Olea (Nuestra Señora de la Pureza, Roble, Dama de la Reina)
José Juan Rodríguez (Khan, Mr Swift)
Alberto Velasco (Queen Elisabeth I, Mr Addison)
Abril Zamora (Virginia Woolf)
Equipo artístico:
Escenografía Blanca Añón
Iluminación Nuno Meira
Vestuario Agustín Petronio
Composición musical y espacio sonoro Hugo Torres
Coreografía Mabel Olea
Caracterización Johny Dean
Tráiler y fotografía Bárbara Sánchez Palomero
Producción Centro Dramático Nacional
De martes a domingo a las 20:00 | Duración 2 h aprox.
Encuentro con el equipo artístico: 6 MAY 2025
Función matinal: martes 13 MAY a las 12:00
Funciones accesibles: 8 y 9 MAY 2025 SUB+AD+AA.