guía cultural

Una señorita (de Trevélez) deplorable

Los tres protagonistas posando (no nos facilitaron buenas imágenes de escena).
José Catalán Deus | Lunes 03 de marzo de 2025

La comedia que consideran mejor de Arniches puesta en escena como si fuera una astracanada de escenografía disparatada, trufada de insulsos números musicales y bailables, y alargada hasta durar la intemerata de 140 minutos. Un disparate del nuevo director del Fernán Gómez, el teatro municipal que no levanta cabeza.



Carlos Arniches Barrera (1866-1943) fue un comediógrafo español de la generación del 98, el más genuino representante del sainete madrileño y un renovador del llamado género chico a través de unas trescientas obras; creó un género cómico nuevo que denominó tragedia grotesca, donde expresaba sus inquietudes sociales y regeneracionistas aspirando a ‘estimular las condiciones generosas del pueblo y hacerle odiosos los malos instintos, nada más’; en tal autoetiquetado destaca ‘La señorita de Trevélez (1916), donde se critica a unos jóvenes adinerados y ociosos, que con sus crueles bromas se divierten a costa de los demás. Diría Arniches en 1937: ‘Divertirse y llevarse a casa una emoción y una enseñanza: eso debe ser el teatro. Reírse y que quede en un rinconcito de nuestro recuerdo una lección que sea provechosa y consoladora para nuestra vida’.

Veamos el argumento original, que no es exactamente el que va usted a ver: en una capital de provincia de la España de principios del siglo XX, dos hombres, Numeriano Galán y Pablo Picavea, compiten por seducir a Solita, criada de casa de los Trevélez. Picavea, miembro de una pandilla de jovenzuelos que se hacen llamar el Guasa Club, pide ayuda al cabecilla, Tito Guiloya, para quitarse de en medio a su rival. Tito trama una ocurrencia contra Numeriano y remite con firma de este una carta de amor a la patrona de Solita, la señorita Florita Trevélez, una mujer madura, poco atractiva e ingenua y que nunca captó la atención de hombre alguno. Florita se ilusiona por primera vez en su vida. Cree haber encontrado la felicidad que hasta ese momento le había sido negada y, ante la satisfacción de su hermano y protector Don Gonzalo, llega incluso a fantasear con la boda. Numeriano mantiene la ficción por temor a la reacción violenta del forzudo Gonzalo. Para enredar aún más la situación, Tito complica a Picavea, el cual finge también un amor apasionado hacia la señorita de Trevélez. La farsa llega al límite cuando Tito planée un duelo entre Picavea y Numeriano para deshacer el enredo, pero Gonzalo se adelanta y será quien rete a Picavea. Finalmente, los bromistas confiesan, Numeriano se arrepiente de su cobardía, Gonzalo se hunde en la pena, pero Florita se rehace y todo termina con moraleja: reírte del prójimo es malo y al final trae malas consecuencias; por amor fraternal merece la pena sacrificarse; la cultura trae inteligencia y la inteligencia impide burlarse de los demás.

Esta tragedia grotesca es un argumento bienintencionado que sonaba a periclitado ya hace un siglo. Pero, como las obras de otros grandes autores europeos que admiramos, está extraordinariamente tramada y tan bien escrita que merece seguir siendo representada. Y es lo que hay que hacer sin querer corregir al autor y con los retoques mínimos necesarios. Le viene bien una representación historicista para entenderla y situarla, pero puede representarse con planteamientos atemporales y tan fantasiosos como se quiera. Todo menos reconvertirla de mala manera como ha hecho García May, inventando principio y final, suprimiendo el personaje principal de Pablito Picavea fundiéndolo con el de Tito Guiloya y con otras libertades que no vienen a cuento.

Para terminar de arreglarlo, Pérez de la Fuente nos ofrece un montaje tan desastroso que tuvimos que frotarnos los ojos. Un dramaturgo -en la acepción no de autor sino de persona que adapta textos y monta obras teatrales- con su experiencia, que ha dirigido el CDN ocho años, ha montado algo tan notable como Puerta del Sol, adaptación de la tercera parte de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, en el desaparecido Albéniz, entre toda una cincuentena de otras piezas, y al que ahora se le ha encargado dirigir este gran teatro, no puede tergiversar a Arniches de esta forma, con una puesta en escena que convierte una crítica satírica y humorística en un disparate chusco, vocinglero, que solo busca la risotada a cualquier precio. La puesta en escena es caótica y vulgar, y la dirección actoral, solo busca el histrionismo facilón. Vamos, un desastre sin paliativos a ojos del que busque un mínimo de calidad y coherencia.

Ana Garay ignora absolutamente las precisas indicaciones del autor y las sustituye por un vale todo de módulos ondulados y absurdos y un jaleo por el que lo que va delante está detrás y todo surge de un teloncillo de feria. Los diálogos entre balcones de la casa de los trevélez y el casino, que hubieran quedado que ni pintados en el enorme escenario horizontal del Fernán Gómez, han sido sustituidos por un sinsentido en el que Tito (que tendría que ser en realidad Pablito Picavea) habla con la chacha Solita (Soledad) mirando al público y ella sale por el proscenio a su espalda con un balcón portátil a la cintura.

Guillermo Weickert siguiendo órdenes -suponemos- nos plantea un movimiento escénico en el que los guasones adoptan coreografías de pantomima guiñolesca, en el que sobreabundan canciones y bailes variados que no vienen a más cuento que alargar innecesariamente el grotesco espectáculo. El resto del equipo artístico está francamente a la altura del desaguisado. Al director se le ha ocurrido un prólogo de diez minutos con una escena de Don JuanTenorio que solo sirve para lo mismo, pasarse de dos horas y hacerse pesado. Al igual que las absurdas sesiones de esgrima y hasta unas jugadas de billar que han necesitado maestros en ambas disciplinas. Y se ha inventado un final como el que no quiere la cosa.

El reparto hace lo que puede. Silvia de Pé como Fora de Trevélez y Daniel Diges como Numeriano Galán cumplen, que ya es un mérito. Críspulo Cabezas no nos gustó en un estrambótico Tito Guiloya y Daniel Albaladejo tiró de oficio como Don Gonzalo de Trevélez. Bien José Ramón Iglesias en Don Marcelino y Rodrigo Sáenz de Heredia en el Señor Menéndez, una pareja de veteranos que aporta sosiego, y mal francamente los guasones esperpénticos y las dos amigas criticonas Maruja y Conchita. Nos queda Noelia Marló en su breve Soledad/Solita y pare usted de contar.

Tan ocupado está el alcalde de Madrid fastidiando a los vecinos del centro de la ciudad que la penosa programación del Centro Cultural de la Villa/Teatro Fernán Gómez permanece como problema irresoluble desde hace una década. La puesta a su frente de Juan Carlos Pérez de la Fuente no nos parece que vaya a arreglarlo.

Calificación del espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 5
Versión, 4
Dirección, 5
Escenografía, 4
Interpretación, 6
Producción, 5

Centro Cultural de la Villa/Teatro Fernán Gómez
LA SEÑORITA DE TREVÉLEZ, de Carlos Arniches
Del 16 de febrero al 20 de abril de 2025
Versión: Ignacio García May
Dirección: Juan Carlos Pérez de la Fuente

Reparto:
Daniel Albaladejo – Don Gonzalo de Trevélez (+ Don Gonzalo de Ulloa)
Marta Arteta – Conchita (+ La espectadora de al lado)
Críspulo Cabezas – Tito Guiloya (+ Don Luis)
Daniel Diges – Numeriano Galán (+ Don Juan)
Óscar Hernández – Peña
José Ramón Iglesias – Don Marcelino
Edgar López – Lacasa (+ voz de Ciutti)
Noelia Marló – Soledad
Silvia de Pé – Flora de Trevélez
Julia Piera – Maruja (+ Una espectadora)
Rodrigo Sáenz de Heredia – Señor Menéndez
Natán Segado – Manchón
Juan de Vera – Torrija (+ Regidor)

Diseño de escenografía: Ana Garay
Diseño de vestuario y figurines: Almudena Rodríguez Huertas
Diseño de iluminación: José Manuel Guerra
Espacio sonoro: Ignacio García
Movimiento escénico: Guillermo Weickert
Maestro de esgrima: Jesús Esperanza
Ayte. de dirección: José Luis Sixto
Ayte. de escenografía: Isi Ponce
Ayte. de vestuario: Pablo Alcándara
Diseño y Realización de maquillaje: Elvira García para LKM
Maestro de billar: José María García Luna
Tocados: Mélida Molina ( Vanvará)

Una producción del teatro en colaboración con Producciones Teatrales Contemporáneas
Horario
De martes a sábado a las 20:00 horas
Domingos a las 19:00 horas
Ningún festivo se modifica el horario de la función.
Duración
130 minutos
Lugar
Sala Guirau
Precio
Entrada general – 22€
Tarifa reducida – 18€ (Todos los días): Carné joven, mayores de 65, familia numerosa, discapacidad y acompañante, desempleados y carné de bibliotecas municipales de Madrid.

Otros:
Amigos TFG – 15€.
Grupos (+ de 20) (Jueves a domingo) – 17€
Grupos (Martes y miércoles) – 16,5€
Grupos escolares – 15€
Personas con movilidad reducida y acompañante – 16€
Menores de 14 años – 17€.