La selección de canciones agrupa conocidos compositores centroeuropeos de los dos últimos siglos – Strauss, Britten, Massenet, Weill, Schubert, Poulenc, Saint-Saëns, Messiaen- junto a una presencia testimonial de Falla y Turina, un recuerdo a Edtith Piaf y un aporte brasileño de Villa-Lobos. María despliega sus dotes líricas con prestancia y las hace compatibles con una interpretación actoral difícil, en la que una mujer que acaba de sufrir una agresión sexual por parte de un desconocido armado de navaja que se introduce en su domicilio, intenta recomponerse, olvidarlo, distraerse con detalles cotidianos y salir adelante. Se fríe y come un huevo frito, empuña el aspirador, coloca estanterías y cuadros que han caído en la pelea originada por su resistencia, hace ejercicios de relajación, en fin, intenta superar los descalabros en el mobiliario y en su conciencia a toda velocidad mientras reflexiona en voz alta entre canción y canción.
En escena la acompañan dos músicos, al piano, Rubén Sánchez-Vieco, y al violín, Alfredo Ancillo. de muy discreta presencia, la mínima para alguna interrelación -la más destacada la metáfora acosadora del violín- con la absoluta protagonista que lo es todo en la pieza, que luce como a ella le gusta un físico aún de buen ver en una interpretación muy dinámica, agotadora, que si le sumamos el despliegue canoro, da como resultado una prestancia en escena en la que pocas sopranos españolas pueden hacerle la competencia.
El personaje tiene méritos pero no llega a ser totalmente creíble. ‘Esta mujer -explica el dramaturgo- se enfrenta al asalto recomponiendo otra dimensión distinta del tiempo como una evasión a la feroz presencia del acto. Su mente se defiende creando otra realidad y refugiándose en gestos y expresiones de su vida cotidiana muy vinculados a la condición femenina. De esta forma repele la violencia y trata de restaurar desde el primer momento las heridas mentales causadas por un acto de esta naturaleza’. El trauma sufrido y las frivolidades con que lo combate no terminan de casar, su monologo tiene los méritos y defectos de los textos de Boadella -muy ‘a la pata la llana’, nada intelectuales- pero se supone que una soprano tiene cierto nivel cultural por encima de los chascarrillos con que se nos expresa. No hay moraleja, no hay premeditada intencionalidad, no hay crítica solemne, no hay contracrítica airada, y eso quizás es junto al despliegue musical lo más destacado de la pieza.
Dice Boadella, que ‘la obra realza lo comprensible frente a lo críptico. Propone un nuevo lenguaje que
no excluya ni un solo espectador. La cercanía a lo musical pone de relieve la emoción sobre la cavilación. En definitiva, sugiere antes que afirma’: y lo hace pero que muy bien. Este dramaturgo, de modestia reseñable, que se ha definido juglar y bufón, ha creado un estilo personal inconfundible combinando sátira, comedia y tragedia, de trazo gordo pero logrado. En 2007 asumió la dirección artística de los Teatros del Canal en Madrid y del Teatro Auditorio San Lorenzo del Escorial. Durante su gestión, inició su incursión en el teatro musical con innovadoras producciones como Una noche en el Canal, con la que se inauguró en el cargo, Amadeu (2012), El Pimiento Verdi (2013), la dirección escénica del Don Carlo de Verdi (2016) y El Pintor (2018), una ópera actual de Juan J. Colomer a la que aportó el guion y la dirección escénica. En 2016 al dejar la dirección de los teatros con ‘El Sermón del Bufón’, un monólogo autobiográfico, recorrió España.
Por su parte, María Rey-Joly es una reconocida figura de la zarzuela, y ha protagonizado entre otros logrados papeles Doña Francisquita, Luisa Fernanda y La verbena de la Paloma. En la pieza hay una escena desagradable en la que se cocina a su gato, que podría y debería eliminarse.
En resumen, un logrado espectáculo intimista con una buena producción que se adjudicó en 170.000€. Un éxito para María, todo ‘Ella’. Buenos arreglos en una banda sonora interpretada en directo que quizás resulte demasiado cosmopolita y difícil de seguir con subtítulos; un notable trabajo de dirección, un texto aceptable, convencional, al que basta no ser entusiasta con la corriente ideológica opresora para que no reciba bendiciones de la manada oficialista. Tras el exitazo de ‘El rey que fue’, esta propuesta tendrá un recorrido más modesto, pero encaja con el puesto de director residente encargado de lírica que Boadella ocupa desde esta temporada, en una fórmula que ha sustituido en los Teatros del Canal el puesto de director artístico único por seis codirectores de área.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 7
Texto: 6
Selección musical: 7
Interpretación: 8
Dirección: 7
Puesta en escena: 6
Producción: 6
Documentación a los medios: 7
Teatros del Canal de Madrid
Ella
Del 26 de febrero al 9 de marzo de 2025
Una idea de: María Rey-Joly
Dirección: Albert Boadella
Dramaturgia: Albert Boadella y Martina Cabanas
Ayudante de dirección: Martina Cabanas
Interpretación: María Rey-Joly
Piano y arreglos: Rubén Sánchez Vieco
Violín: Alfredo Ancillo
Espacio escénico: Albert Boadella
Iluminación: Bernat Jansà
Diseño proyecciones: Ciscu Isern
Sonido: Carlos Parra
Fotografía: Juan Carlos Arévalo
Producción Ejecutiva SECUENCIA 3
Dirección de Producción LUIS GALÁN
Canciones (por orden de interpretación):
Morgen – Richard Strauss
Funeral Blues – Benjamin Britten
Élégie – Jules Massenet
Wie mann sich bettet (As You Make Your Bed) – Kurt Weill
An die Musik – Franz Schubert
Funeral Blues – Benjamin Britten
La Bonne Cuisine – Bernstein
Hôtel – Poulenc
Danse Macabre – Camille Saint-Saëns
Vocalizaciones VII Allegro – Joaquín Turina
Al paño fino – Manuel de Falla
Olas gigantes – Joaquín Turina
Du bist die Ruh – Franz Schubert
Paganini – Poulenc
Pourquoi? – Olivier Messiaen
One Life to Live – Kurt Weill
No, je ne regrette rien – Charles Dumont
Bachianas brasileiras – Heitor Villa-Lobos
Duración 90 min. aprox.