guía cultural

La cabeza del dragón, de farsa infantil a musical vacuo

José Catalán Deus | Sábado 12 de noviembre de 2022

La Farsa infantil de la cabeza del dragón es lo que dice su título. Hacer de ella una pieza de y para treintañeros es arriesgado por más que se ponga en juego una excelente escenografía y una dramaturgia de teatro musical que alargue, aligere y disimule una trama tan trillada en un lenguaje tan rebuscado que resulta intragable. Es una obra de teatro infantil en dos actos y seis cuadros de Ramón José Simón Valle Peña alias Valle Inclán (y marqués de Bradomín a título póstumo otorgado por el rey emérito Juan Carlos I en 1981 a su hijo Carlos), estrenada en 1909 con más pena que gloria, que Lucía Miranda se ha empeñado en rescatar por nostalgia personal poco justificable aunque bien es cierto que también hubo quien en 1960 -Lamote de Grignon- estrenó una ópera con este libreto en el Liceo de Barcelona.

Los hijos del rey Mangucián juegan en el patio de armas a la pelota y ésta cae en el torreón donde se encuentra preso por orden del rey un duende. De los tres hermanos el príncipe de Verdemar es el nico que cumple la palabra que los tres dan al duende: para conseguir la pelota tendrán que liberarlo del torreón consiguiendo la llave que tiene su madre la reina. El rey Mangucián tras la captura del duende obsequia a sus hijos con regalos y el regalo más valioso una espada se lo concede a Verdemar. Cuando el rey se entera de que el duende ha sido liberado pide que se encuentre a la persona que lo hizo para que reciba como castigo la muerte. Los hermanos del príncipe que saben lo ocurrido piden a Verdemar la espada a cambio de su silencio pero como se niega decide abandonar el castillo porque sabe que sus hermanos van a delatarlo. Al salir del castillo Verdemar se entera de que la hija del rey Micomicón será devorada por el dragón de los bosques para salvar el reino de su padre. El valiente príncipe que ahora se hace pasar por bufón con la ayuda de su amigo el duende consigue la espada de diamantes que dará la muerte al dragón.

La concepción esperpéntica del autor está ya muy avanzada; los personajes principales son los siete arquetipos de los cuentos maravillosos: el Héroe, el Falso héroe, el Agresor, el Donante del objeto mágico, la Víctima, el Padre de la víctima y el auxiliar del héroe. Los personajes que corresponden a estos actantes son: Verdemar, Espandián, Dragón, Duende, Infantina, Rey Micomicón y Bufón.

Dice el CDN que es una propuesta wagneriana, cinematográfica y anacrónica. Dice la directora: Tenía veinticinco años cuando dirigí mi primera obra, fue La cabeza del dragón de Valle-Inclán. Voy a cumplir cuarenta, y me sigue interesando. Detrás del cuento de hadas de buenos y malos, detrás de la sencillez de su forma, reside en la farsa un impulso punky de destrucción de los mundos tradicionales, de acabar con la norma establecida. De todos los Valles que podía elegir, elijo el Valle más marginal, el que escribe sobre lo que nadie quiere escribir: la infancia; y propongo un cuento de hadas para adultos Es una invitación a preguntarnos qué es la tradición, cómo decidimos cuál es buena o mala, quién lo decide y cómo construimos las nuevasTal vez, si evocamos nuestra sombra de niños, lo consigamos.

El CDN sigue cometiendo la mala práctica de no identificar al reparto con el o los correspondientes personajes de cada uno, con lo cual perjudica la bsqueda de la excelencia en pro de una democratitis ridícula; es como si el equipo del director se mencionara también por orden alfabético y no se distinguiera la iluminación del vestuario. El caso es que atendiendo a los personajes, destacaríamos al Bufón Bertoldo por encima de todos y diríamos que tanto la Infantina como el príncipe Verdemar quedan menos que discretos, eclipsados por la bulla y la sal gorda del Bravo Espandián, la Geroma y el resto de los personajes secundarios entre los que es difícil distinguir a los dos reyes -Mangucián y Micomicón- entre sí, y hacerse una idea de que pintan el Ciego y la Maritornes, y de que van el resto, todos a voz en grito, todos gesticulando a tope.

Hay que destacar los grandes méritos de la escenografía de Alessio Meloni y el brillante vestuario de Anna Tusell. Las dotes musicales del reparto, especialmente del magnífico do de vientos y de Juan Paños subrayando la acción con su guitalele. Y el ritmo incansable de la dirección escénicas (descontado el abuso de irrupciones en los palcos y en el pasillo central del patio de butacas), amén de hallazgos como la presencia icónica del autor entre el pblico y en el reparto enmascarado.

Miranda resalta los aspectos críticos -crípticos más bien, trilladísimos hoy- del texto, pero no explica como debiera que ha hecho con el texto original, que ha añadido de su cosecha además de esas coplas actualizadas a mayor gloria de las autoridades culturales y el gobierno que las pone, coplas que a duras penas disimulan su dependencia de las subvenciones. La primera escena con los tres príncipitos jugando a la pelota en el patio de armas del castillo real es realmente desastrosa. La segunda la introduce Valle con una prosa tan rebuscada que luce de esta guisa: Arde en el vasto lar la lumbrada de urces y tojos. En la chimenea ahma el tasajo, en el pote cuece el pernil. Antes ha usado las palabrejas acezar y esparavanes. En la tercera, el bufón se hace con un protagonismo que no está en la obra, y en la cuarta pasa lo mismo con el Maestro de Ceremonias. En la quinta hay bastantes cambio en los diálogos, y en la ltima todo se trastoca, obviando la incorrección política de servir a Mangucián el corazón de cordero crudo y sin sal con el que él amenazaba a quien hubiera puesto en libertad al Duende, y evitando la bendición final, por si no gustaba a los prebostes actuales:

EL PRÍNCIPE VERDEMAR y la señora INFANTINA, cogidos de las manos, van a ponerse de rodillas
en la presencia de los dos Señores Reyes. Sus voces se levantan hermanadas.
LOS DOS. Bendecidnos!
LOS REYES. Que los altos cielos igualmente os bendigan, dilatando nuestras dinastías por los siglos
de los siglos!
TODOS LOS INVITADOS. Amén!.

En fin, que todo vale si la dicha es buena, y así parece pues este viernes, en la antepenltima función tras mes y medio en cartel, hubo lleno entusiasta. Por su reacción y la de muchos críticos pensaríamos que el nivel comprensivo de los adultos de hoy es el de los niños de hace un siglo. Lucía Miranda en 2018 presentó en el Español Fiesta, fiesta, fiesta (ver nuestra reseña) que celebramos entonces por su frescura y autenticidad, teatro documental del bueno. Ahora, desciende peldaños con este montaje, brillante formalmente, confuso conceptualmente y oportunista del todo, de mal gusto aflamencado, trufado de canciones ocurrentes desde el célebre Cucurruc, Paloma al Como yo te amo de Rapahel, unos fuegos de artificio en un paisaje grotesco.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 5
Texto, 6 (con todos los respetos)
Dirección musical, 6 (de aquí, de allá y de acullá)
Dirección, 7
Puesta en escena, 8
Interpretación, 7 (muy desigual)
Producción, 8
Documentación para los medios, 5 (falta contenido documental)
Programa de mano, 10 (por fin un programa de mano!)

Centro Dramático Nacional
Teatro María Guerrero | Sala Grande
La cabeza del dragón
Escrita por Ramón María del Valle-Inclán con dirección de Lucía Miranda
30 SEP 13 NOV 2022

Reparto:
Francesc Aparicio, Ares B. Fernández, Carmen Escudero, María Gálvez, Carlos González, Marina Moltó, Juan Paños, Chelís Quinzá, Marta Ruiz, Víctor Sáinz Ramírez y Clara Sans
Voz en off José Sacristán

Equipo:
Escenografía-Alessio Meloni
Iluminación Pedro Yage
Vestuario Anna Tusell
Dirección musical y composición Nacho Bilbao
Sonido Eduardo Ruiz Chini
Dirección conjunto instrumental Guillem Ferrer
Canciones bufón Juan Paños
Caracterización Mónica Gascó
Asesor de máscaras José Troncoso
Asesoría de objetos Magosia Szkandera Hernangómez
Fotografía y tráiler Bárbara Sánchez Palomero

Producción CDN
De martes a domingo a las 20:00
Duración: 1 h 35 min
En colaboración con la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE.