guía cultural

Genealogía fotográfica de tiempos peores

José Catalán Deus | Jueves 17 de noviembre de 2022

Con un afán teórico de verlo todo a través de la lucha de clases, la exposición visita los inicios de la fotografía descartando su cara agradable, a la que denomina burguesa -posados, paisajes, fiestas, escenas alegres y familiares-, para centrarse en las fatigas de los proletarios y la miseria de los marginales, en aspectos inquietantes y lamentables de aquel entonces.

Genealogías documentales. Fotografía 1848-1917 explora, a través de siete salas, los antecedentes históricos de la fotografía documental entre 1848 y 1917. Cierra un ciclo iniciado en el Museo Reina Sofía en 2010, con Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939 y continuado en 2015 con An no, que abordó el retorno de la foto documento en los años setenta; ciclo que, en su conjunto, ha buscado ofrecer un relato alternativo de la configuración y evolución del discurso documental en la historia de la fotografía. Es extensa, rene medio millar de obras, está muy bien agrupada e incluye álbumes y publicaciones de la época.

Están reflejadas las duras condiciones de vida de las clases proletarias en el inicio de la revolución industrial, junto a escenas de gente de las capas bajas, sin la aspiración conmemorativa de la alta retratística burguesa. Hay destacados conjuntos, como los personajes andaluces de Robert P. Napper, los callejeros del París de Charles Nègre, la serie de pescadores de Newhaven de Adamson y Hill, las fotografías de mineros de George Bretz, y los albañiles que construyeron el Canal de Isabel II en vistas tomadas por Charles Clifford. No faltan las grandes reformas urbanísticas de la época en Viena, París o Barcelona, y están presentes aunque escasos los testimonios de las revueltas populares, la de París de 1848 -con algunos daguerrotipos-, la Comuna de 1871, la Semana Trágica de 1909 en Barcelona o en las revoluciones rusas de 1905 y 1917, entre las que no faltan fusilamientos conmovedores. Y se destaca su uso propagandístico de denuncia social, como el proyecto de Lewis Hine en contra del trabajo infantil en la década de 1910. Resultan curiosos los trabajos en antropología y criminología -pueblos exóticos, fichas policiales- , así como en el diagnóstico médico.

La exposición inicia su recorrido mostrando la vida cotidiana de la clase trabajadora. Ejemplo de ello son el limpiabotas captado en una de las primeras placas de Louis Daguerre (1838, Boulevard du Temple de
París) o las fotografías tempranas de Henry Fox Talbot con trabajadores de la construcción o carpinteros. La segunda sala se ocupa de la década de 1850, cuando el realce de los monumentos nacionales constituye uno de los impulsos emblemáticos del ascenso de la fotografía. Aunque la idea burguesa de nación alentaba estas campañas y álbumes sobre el patrimonio histórico y artístico, los organizadores destacan la aparición de ciertas figuras de alteridad en la periferia de los monumentos: los criados en los palacios, los gitanos en la Alhambra, los pequeños oficios y escenas de trabajo, mendigos y otros personajes. También es el momento de la revolución tecnológica en el campo de la fotografía, con la combinación de negativo al colodión y positivado a la albmina, que dio paso a la multiplicidad fotográfica. La primera hornada de álbumes de la historia de la edición fotográfica permitió la aparición y circulación de la fotografía en la esfera pblica. Y en su momento llegarán también las postales para impulsar el género.

La reorganización de los centros urbanos durante la industrialización constituyó otro impulso para la fotografía. Veremos la reforma del bulevar Haussmann en París, la infravivienda obrera del Lower East Side de Nueva York, a los pobres y vagabundos en Viena, y las periferias urbanas del cambio de siglo con sus pobres habitantes. La cuarta sala de la muestra se detiene en la publicidad fotográfica de la nueva producción industrial y las obras de ingeniería e infraestructura de la época. Es en este contexto donde aparecieron las primeras imágenes del trabajo en la fábrica y del obrero industrial. Los estudios de trabajadores con maquinaria en la fábrica metalrgica Krupp de Essen, realizados en 1890, son posiblemente las primeras imágenes fotográficas de este tipo.

La guerra civil americana produjo un notable corpus de fotografía anatómica y diversos catálogos de heridos, amputados y fallecidos, todo bastante truculento. En Europa, el uso de la fotografía en la experimentación médica tiene en Jean-Martin Charcot a su gran pionero, con la llamada histeria femenina y otras patologías neuropsiquiátricas, prácticas simultáneas al comienzo del uso policial y judicial de la fotografía. El itinerario se cierra con la Comuna de París de 1871, las imágenes más conocidas del conjunto expositivo, que marcarán el nacimiento de la fotografía de actualidad y del sensacionalismo mediático segn los organizadores de la muestra.

P.D.- El daguerrotipo que ilustra este reseña es Barricadas en Faubourg du Temple, 25 de junio de 1948, 730 de la mañana, de Charles François Thibault,

Aproximación a la propuesta (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 8
Comisariado: 7
Catálogo: n/v
Documentación a los medios: 8

Museo Reina Sofía. Edificio Sabatini, 3 planta
Genealogías documentales. Fotografía 1848-1917
16 de noviembre de 2022 27 de febrero de 2022
COMISARIADO: Jorge Ribalta
COORDINACIÓN: Nieves Sánchez y Beatriz Velázquez.

ADDENDA.- Para los muy interesados, nuestra reseña de 2010 de la primera parte de este ciclo de Ribalta.

Una luz dura, sin compasión ninguna

El Museo Reina Sofía presenta una enorme retrospectiva agrupada bajo la etiqueta de Movimiento de la Fotografía Obrera (19261939), que a través de un millar de piezas pretende dar carta de naturaleza a una tendencia documental proletaria dentro de la Historia de la Fotografía. El despliegue testifica el irrumpir de la propaganda política de masas y la creación de un simbolismo y mitología comunistas que llenarían el siglo pasado, y la importancia que la fotografía politizada tuvo en ello. La clase obrera, explotada y oprimida, nos llevaría a todos al paraiso bajo las invencibles banderas rojas empuñando la hoz y el martillo.

Sería un colaborador habitual de Der Arbeiter Fotograf, el trabajador de la fotografía Edwin Hoernle,
quien enunciaría con claridad el objetivo de mostrar las cosas con una luz
dura, sin compasión. El punto de partida del movimiento, para el comisario de la muestra, sería la bsqueda revolucionaria de una ruptura epistemológica y de la percepción a través de la imagen, potenciar un nuevo espectador que rompe el espacio autónomo del arte burgués, crear un contrapoder mediático a la hegemonía de la prensa burguesa. Una lírica de la lucha de clases.

Es la primera vez que un museo de arte contemporáneo se atreve a tanto, y se debe naturalmente al gusto y al deseo de su director, Manuel Borja-Villel, que no escatima esfuerzos para recrear el panorama artístico desde la óptica antiguamente denominada progresista, y no desperdicia oportunidad de desplegar pancartas izquierdistas, imágenes del Che o manifiestos de las muchas tentativas revolucionarias que en la reciente historia nos debieran haber convencido completamente de la perversidad de esos cantos de sirena y esos atajos que condujeron tantas veces directamente al infierno.

La fotografía, con su pretendida neutralidad, ha sido el terreno artístico y documental más proclive a la manipulación. Bajo la consigna de que una imagen vale más que mil palabras, los fotógrafos han deformado sistemáticamente la realidad al servicio de las peores causas, de todos los ismos presididos por el sensacionalismo. Hacemos como que el emperador está vestido, pero todo el mundo detecta ya a estas alturas la carga de cariño u odio, de partidismo o antagonismo, de benevolencia o animadversión, que la fotografía social, -en el sentido más amplio, como elemento comunicador, como componente mediático-, contiene.

En esta exposición queda palpable que así fue desde el principio. Los obreros eran felices en la Unión Soviética y desgraciados en Berlín. Sonrientes y orgullosos en Mosc, famélicos en el podrido mundo capitalista. El movimiento comunista internacional pronto vio las posibilidades de agitpro (abreviatura de uso en los partidos comunistas para designar su incesante actuación de agitación y propaganda) de la fotografía, y sus revistas ilustradas crearon un estilo y forjaron unos moldes que darían muy buenos resultados. Si la vemos así, esta exposición es una valiosa aportación. Pero para ello hay que darle la vuelta al planteamiento. No hay la menor reflexión crítica o distanciadora en las salas. Tiene que hacerla el visitante por su cuenta, y nos tememos que no muchos tendrán la experiencia personal y la formación para ello.

Dos reportajes resumen paradigmáticamente todo el contenido. El que apareció en 1931 en AIZ: 24 horas en la vida de una familia obrera en Mosc, sobre la familia Filipov, realizada por Max Alpert, Arkady Shaikhet y Semen Tules, destinado a mostrar los logros del socialismo en la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora soviética. Frente al cual, a continuación publicó la VdAFD alemana, con la misma estructura, pero cambiando prosperidad por miseria, orgullo por abatimiento: Die deutschen Filipows (Los Filipov alemanes), realizado por Erich Rinka, para reflejar la miseria e indignidad de la clase obrera en el capitalismo. Los Filipov rusos frente a los Filipov alemanes. Era una burda mentira que vivieran mejor los obreros moscovitas que los berlineses, pero coló durante décadas y confundió a muchos.

Se pretende resituar el movimiento de la fotografía obrera como un momento clave en la historia de la fotografía que a menudo ha sido postergado, marginalizado, olvidado o reprimido, recolocándolo en el centro de los debates fotográficos de entreguerras, intentando dar otra visión al relato canónico formalista del surgimiento de la modernidad en la fotografía. Con ello se quiere favorecer una nueva
historiografía del medio fotográfico. Y ciertamente nada tienen que envidiar las fabulosas revistas comunistas alemanas o soviéticas a sus antagonistas burguesas. La épica de la lucha de clases combatía a la propaganda del way of life burgués con sus mismas armas. Y su elevado componente de denuncia, celebrado por los organizadores, iba acompañado de los consiguientes excesos demagógicos.

La exposición se divide en tres grandes secciones que narran la evolución del movimiento desde Alemania y la Unión Soviética, el desarrollo por Europa y Norteamérica y el inevitable recurso a nuestra guerra civil, en la que la fotografía obrera fue asegurada por una importante presencia de fotógrafos extranjeros. Las fotografías expuestas son, siempre y cuando ha sido posible, copias originales de la época. La muestra se complementa con un vasto acervo de material documental, especialmente libros y revistas, así como piezas fílmicas entre las que se encuentra Las Hurdes, tierra sin pan, de Luis Buñuel.

La primera parte de la exposición aborda la dialéctica entre Alemania y la Unión Soviética entre 1926 y 1932; la revista Der Arbeiter-Fotograf y el movimiento de la Arbeiterfotografie (fotografía de los trabajadores) se adelantó e inspiró en gran manera el impacto internacional de la fotografía soviética. Aquí está John Heartfield, cuyos collages iluminaron el 68 para muchos de nosotros, o Max Alpert, que firmaría el manifiesto de la ROPF (Asociación Rusa de los Fotoperiodistas Proletarios) que rechazaba el puro efecto visual en favor de una concepción de la fotografía como arma para la reconstrucción socialista de la realidad. Agitpro pura y dura.

El segundo bloque de la muestra recorre la expansión del movimiento de la fotografía obrera por el centro y norte de Europa y Norteamérica durante la primera mitad de los años treinta: surgieron revistas ilustradas inspiradas en AIZ y vinculadas a las redes de los partidos comunistas y socialistas. Se produce un desplazamiento desde el movimiento revolucionario hacia la resistencia tras la caída de la Repblica de Weimar y el fin del primer plan quinquenal de la URSS.

El ltimo tramo de la exposición da cuenta de las experiencias en el Frente Popular, e incluye documentación de la Guerra Civil española: aunque en España no existiera un movimiento de la fotografía obrera, la guerra civil española fue un arma propagandística de primera magnitud en los prolegómenos del gran enfrentamiento entre las tres ideologías que aspiraban a controlar la humanidad. Aquí vino la flor y nata del movimiento comunista internacional y los grandes fotógrafos documentales , de Robert Capa a Henri Cartier-Bresson.

En las salas también se exhiben seis piezas fílmicas de Joris Ivens, Leo Hurwitz, Roman Karmen, Piel Jutzi, Henri Storck y un anónimo, que retratan con crudeza las duras condiciones de vida y trabajo del
proletariado alemán y belga y las manifestaciones obreras en España, Francia y Estados Unidos.

La subida de Hitler al poder en Alemania y la represión estalinista contra la diversidad cultural en la URSS acabaron con el movimiento, pero hubo ciertas continuidades que han aflorado de nuevo en nuestros días con el fotoperiodismo comprometido, esos bienintencionados foteros de catástrofes ecológicas y movimientos antiglobalización, y esos profesionales que captan lo que hay que captar con el matiz debido y sacando guapos a los guapos y feos a los feos. Entre todos han llevado a la fotografía a su perdición, a que hoy día mil imágenes no valgan una frase verídica.

Pero la fotografía de la causa revolucionaria comunista tiene el mismo sino más derecho de ser exhibida que las aportaciones individualistas o la propaganda del capitalismo vencedor. En este sentido el Reina ejerce una cierta justicia distributiva que será contemplada con arrobo por los nostálgicos parias de la tierra y con interés por los aficionados a la ciencia y el arte de obtener imágenes duraderas por la acción de la luz como la define Wikipedia. Qué pensarían aquellos camaradas fotógrafos si vieran a las masas actuales armadas de cámaras, fotografiando todo, miles de millones de instantáneas obra de millones de ex trabajadores convertidos en consumidores plenos.

Aproximación a la Exposición (del 1 al 10)
Selección: 8
Despliegue: 7
Comisariado: 7
Interés: 7
Atractivo: 8

Una luz dura, sin compasión.
El Movimiento de la Fotografía Obrera, 19261939
FECHAS: 6 de abril 22 de agosto de 2011
LUGAR: Edificio Sabatini, 3 Planta
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
COMISARIO: Jorge Ribalta