guía cultural

Los ‘picassos’ que se guardaba Picasso, por J.C.Deus

José Catalán Deus | Martes 05 de febrero de 2008

A quién iba a recurrir el Museo Reina Sofía tras su ampliación y el fichaje de un nuevo director artístico? Pues naturalmente que a Pablo Picasso, el símbolo del arte vigente hasta ayer por la tarde, el superador de una vanguardia tras otra, el prototipo del artista moderno por encima del bien y del mal. La irrupción picassiana ha costado tres millones y medio de euros en una fórmula de alquiler aplicada por vez primera entre grandes museos.

Lo más probable es que usted haya visto alguna exposición antológica de su inmenso trabajo desde aquella en Nueva York en 1980 que conmocionó al mundo. Y si no ha sido una individual, seguro que ha visto alguna titulada Picasso y el arte del siglo XX, Picasso y las vanguardias, De Goya a Picasso, Del Greco a Picasso, o al menos conoce en directo una docena de sus obras siempre presentes en la colección permanente de cualquier museo del mundo.

Eso no significa que conozca su obra ni medianamente mal, pues estamos ante un monstruo que pintó sin descansar un sólo día durante más de medio siglo, que producía como un taller, y que dejó miles y miles de testimonios de su imparable y prolífica capacidad de creación.

DE PARÍS AL MUNDO

En este contexto, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, nos presenta la exposición La colección del Museo Nacional Picasso París como su manifesto pictórico, una selección de lo que a Picasso más le gustaba de su trabajo y lo que se fue guardando para tenerlo siempre cerca y a mano. La muestra, que estará abierta al pblico entre el 6 de febrero y el 5 de mayo de 2008, sería también un acontecimiento cultural difícil de repetir pues su presencia en Madrid es excepcional y no se repetirá nunca más. Se debe a que su sede habitual, el Museo Picasso de París, ha emprendido una renovación que durará más de un año, importantes obras de reforma y ampliación que llevarán al cierre parcial de su sede, el Hôtel Salé. y durante ese tiempo en vez de tener sus cuadros embalados en el sotano, ha puesto en marcha una nueva modalidad desconocida entre museos: prestar a cambio de dinero; alquilar toda su colección en una vuelta al mundo mientras no puede exhibirse y además obtener una jugosa financiación para la reforma.

Inteligente, no? Eso es sentido comercial y en lo que se llama cultura los franceses van sobrados. El Museo Nacional Picasso fue creado en 1985 para acoger la dación o pago de derechos sucesorios por medio de obras de arte que hicieron al Estado francés en 1979 sus herederos. Éstos otorgaron al Estado un derecho de primera elección entre 70.000 obras, lo que permitió la constitución de un fondo coherente. A las cerca de 3.500 obras que pasaron a formar parte del Estado francés se añadió la colección personal del pintor cedida a partir de 1973 con obras que ilustran el diálogo de Picasso con los grandes maestros. La dación de 1990 realizada tras la muerte de la ltima esposa del artista, Jacqueline Roque, otorgó al museo parisino casi cien nuevas obras. Los herederos de Picasso, interesados en conservar este fondo en su integridad, cedieron también al museo unas 200.000 documentos y fotografías de los archivos privados del artista.

De todo ello, el museo parisino ha alquilado al Reina Sofía alrededor de 300-400 piezas, entre pinturas, esculturas, cerámicas, dibujos, grabados, cuadernos de apuntes y fotografías del archivo del artista. El préstamo, unido a las obras del pintor malagueño del mismo Reina Sofía han permitido organizar una de las más exhaustivas y ambiciosas retrospectivas que se han celebrado hasta hoy sobre Picasso, segn la presentación oficial, algo de enorme relevancia, dada la extraordinaria calidad y cantidad de la obras, que no on cualquier cosas sino sus obras más preciadas y de las que no quiso desprenderse nunca.

La comisaria de la exposición y directora del Museo Nacional Picasso de París, Anne Baldassari, no tuvo el mal gusto de hablar de cifras en la presentación multitudinaria a los medios de comunicación, pero sí dijo que Madrid inicia un periplo que contina en Dubai y Japón. El nuevo director artístico del Museo, Manuel Borja-Villel, se mostró encantado inaugurando su cargo con este regalito de la etapa anterior, quizás lo mejor de toda la historia del museo.

LA HORA DEL REINA SOFÍA

Un museo al que dios quiera que le haya tocado por fin la hora de su consagración. Tras la magnífica intervención del arquitecto Jean Nouvel, el Reina Sofía es uno de los mejores centros de arte del mundo y está destinado a tener un brillante futuro. Ha atravesado la ltima etapa democrática española con los mismos problemas que la sociedad que lo alberga. Es una inconcebible mezcla de magnificencia y cutrez, como lo es la glorieta de Atocha donde se aloja, y la ciudad y el país donde le ha tocado vivir, ya no de quiero, y no puedo como antiguamente; no, ahora de puedo, y no quiero, que quizás sea peor.

La exposición es obligada, un regalo maravilloso -disfrutar de una visión cronológica y de conjunto-, para los buenos entendidos y para los desconocedores absolutos, pasando por las buenas clases medias an muy modestas consumidoras de oferta cultural. Se inicia con una enorme fotografía cuyo significado se me escapa, y termina con el conmovedor Retrato de artista joven con el que don Pablo se despedía unos meses antes de su muerte.

Dado el elevado nmero de obras, el Museo dedica al acontecimientos tres de sus salas de exposiciones temporales y el ala completa de la Colección Permanente en la que se encuentra situado el Guernica. Se inicia en el edificio histórico, se pasa a la ampliación, se sube un piso y finalmente se baja al nivel de la plaza interior donde la ltima obra del pintor se despliega con belleza. El recorrido es un poco caótico, pero por una vez está muy bien indicado y además permite darse una vuelta por el museo, apreciar la integración de sus dos caras, y reconocer el valor del arquitecto Nouvel para integrar esta maravilla en un contexto tan machacado por la proverbial desidia antiestética de élites, autoridades y pueblo llano. Desde los ventanales del Reina Sofía todo, hasta el caos, hasta las botellas de butano en los balcones, adquiere una pátina artística sorprendente.

Pero no querría parecer irrespetuoso y aconsejarles mirar afuera descuidando la mirada interior a este inabordable Picasso, que nunca se contentó con hacer lo mismo, que siempre aceptó el desafío de la ltima tendencia, que todo lo que hizo lo hizo porque le dio la real gana y le apetecía. El artista total, consagrado desde el primer día, aquel que en sus dos ltimas décadas, cuando la gente se jubila y se resigna, trabajó como un poseso, con la ventaja o el inconveniente de que su ltimo capricho fuera celebrado como genialidad en todo el mundo.

Un resumen de lo irresumible? Tampoco importa mucho. Entre, vea, juzgue y compare. Elija y disfrute, sueñe y asómbrese, sacando la cabeza por encima de esta contamimación mental grisácea, gritona, corrupta y cainita en que se ha convertido nuestra loada transición hacia ninguna parte.

UN RECORRIDO INAGOTABLE

La exposición, con una ordenación cronológica, ocupa cuatro grandes salas del Museo:

Sala A1: PICASSO 1 (1895-1924)
Primeros retratos
Protocubismo
Cubismo
Neoclasicismo

Sala Ampliación 1: PICASSO 2 (1924-1935)
Surrealismo

Salas de la Colección Permanente: PICASSO 3 (1933-1951)
Contexto del Guernica

Salas Ampliación 0: PICASSO 4 (1947-1972)
Última época

En la primera sala, Picasso 1, se exponen las obras realizadas por el artista en el período comprendido entre 1895 y 1924, que muestran la génesis de la obra picassiana mediante lienzos de gran relieve, como La muerte de Casagemas (1901), indicio de su fascinación por el expresionismo, o su Autorretrato (1901) y La Celestina (1904), piezas emblemáticas del período azul.

Ejemplo de los primeros signos de la influencia ibérica es su Autorretrato de 1906, mientras que la revolución protocubista y su período negro cuentan con piezas tan importantes como los estudios para Las señoritas de Aviñón (1907) y Tres figuras debajo de un árbol (1907-1908). El lenguaje deconstructivista de Picasso se ve representado en la exposición por el gran díptico formado por Hombre con mandolina y Hombre con guitarra (1911-1913), exponentes del cubismo analítico, además de la serie de collages, ensamblajes y construcciones de los años 1912-1914, que constituyen el ncleo de sus investigaciones dentro del cubismo sintético. Para terminar, las obras de los años 1919-1923 marcan un retorno a las técnicas de la sanguina, el pastel y el carboncillo; encontramos motivos inspirados en los frescos de Pompeya o en los decorados de Primaticcio en Fontainebleau. Este período culmina con La flauta de Pan (1923), obra maestra del clasicismo picassiano.

Ya en la ampliación del Museo, la sala Picasso 2 se dedica al período 1924-1935, y en ella se exhibe un importantísimo grupo de obras que permite seguir los meandros del período surrealista en la producción del artista malagueño, aspecto en el que la colección del Musée national Picasso es especialmente interesante. Entre las obras que se pueden contemplar, se encuentran El beso, El pintor y su modelo (1925), la pequeña Crucifixion, El Acróbata (1930) o Figuras a la orilla del mar (1931), las obras dedicadas a Marie-Thérèse Walter y las Cabezas y Bustos de mujer esculpidas en Boisgeloup (1929-1931), así como las esculturas en alambre Proyecto para un monumento a Apollinaire (1928), que culminan en la escultura lineal de Mujer en el jardín (1929). El ejemplo en bronce que se expone pertenece a la colección del Museo Reina Sofía, mientras que el museo parisino conserva la misma obra en chapa de hierro.

En un ala dedicada a la Colección Permanente del Museo, en concreto en la que se muestra Guernica, se encuentra Picasso 3, donde se exponen obras realizadas entre 1933 y 1951. Allí se exhiben las relacionadas con el compromiso del artista en la lucha que a finales de la década de los treinta asola España: los retratos de Dora Maar, La mujer que llora y La suplicante, que pertenecen a la constelación Guernica (1937) o el Gato atrapando un pájaro (1939). En este espacio se va a enfrentar la obra Guernica a otras obras íntimamente relacionadas con ella. Por otra parte, al periodo de guerra se suman las grandes esculturas alegóricas Cabeza de toro (1942) o El hombre del cordero (1943), denuncia de la nueva matanza consecuencia de la Segunda Guerra.

Finaliza el recorrido de la muestra con Picasso 4, una sala en la que se recogen los trabajos realizados por Picasso en los ltimos años, de 1947 a 1972: en primer lugar la secuencia de las pinturas de los años cincuenta, que en palabras de la comisaria, Anne Baldassari, ofrece una versión totalmente picassiana de la pop culture. Asimismo, se muestra en este espacio el bestiario inventado en 1950-1951 a partir de desechos y objetos domésticos en yeso, representado por obras como La cabra (1950). La vertiente de ceramista se ilustra también mediante casi una decena de piezas nicas, realizadas entre 1947 y 1957. El taller de La Californie, pintado en memoria de Matisse en 1956 y la serie de los Déjeuners sur lherbe segn Manet, constituyen un testimonio del importante trabajo de relectura de la historia de la pintura que emprende Picasso en aquel momento. Cierran la muestra las figuras de los Mosqueteros y Toreros, los Grandes Desnudos y los Abrazos, a través de la cuales Picasso retoma, los temas de Rembrandt, Tiziano o Velázquez para llevar al límite la dinámica pictórica.

FECHAS: 6 de febrero 5 de mayo 2008
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Musée national Picasso Paris
LUGAR:Edificio Sabatini: salas A1 (1 planta) y salas dedicadas al contexto del Guernica (2 planta). Ampliación: salas 0 y 1
COMISARIA: Anne Baldassari, Directora del Musée national Picasso Paris
COORDINACIÓN: Belén Díaz de Rábago y Céline Brouwez
REGISTRO: Iliana Naranjo, María de Prada, Victoria Fernández-Layos y M del Carmen Martínez
DISEÑO DE MONTAJE: Patricia Reznak y César Cabanas
ACTIVIDADES EDUCATIVAS: Visita-taller para centros escolares: Pablo, de cerca; Programa para familias, curso 2007-08: Picasso. Lecciones de Arte.