guía cultural

Un Oratorio entre copas, Händel en el bar, por J.C.Deus

José Catalán Deus | Martes 04 de noviembre de 2008

Il trionfo del Tempo e del Disinganno es un Oratorio de Georg Friedrich Händel que el Teatro Real nos presenta en la versión operística que el alemán Jrgen Flimm realizara para la Ópera de Zrich hace seis años: enorme msica, malucho texto y discutible escenografía. No pretendan asistir a un debate filosófico entre el gozo y la virtud. No intenten encontrar coherencia en lo que sucede en el escenario. Escuchemos la msica, basta; y casi sobra todo lo demás.

El Oratorio es una forma de la msica clásica europea, con arias y recitativos, de tema religioso aunque no litrgico. La palabra viene del latín y significa casa de oración, A diferencia de la ópera, el oratorio se presentaba en forma de concierto sin representación escénica y habitualmente en una iglesia. En los ltimos años menudean sus adaptaciones operísticas y ésta de Il trionfo del Tempo e del Disinganno, de Georg Friedrich Händel, escenifica un debate filosófico entre Belleza, Placer, Desengaño y Tiempo en un bistrot parisino en un frío día de invierno desde la tarde a la madrugada.

En 1706, Ferdinando de Médicis, príncipe heredero del Gran Ducado de Florencia, conoció al compositor y lo invitó a su corte, una invitación que Haendel iba a aprovechar recorriendo la península italiana durante casi cuatro años, lo que le procuró no sólo dinero y extraordinaria fama, sino un profundo conocimiento del estilo italiano, que iba a llevarse consigo a Inglaterra, donde lo elevaría al culmen de sus posibilidades estéticas.

A principios de 1707 el compositor está ya en Roma, donde queda bajo el mecenazgo del marqués Ruspoli, y entra enseguida en contacto con el cardenal Benedetto Pamphili, un protector de las artes que mantenía una de las orquestas más grandes y prestigiosas de la capital pontificia, que contaba como concertino nada menos que con Arcangelo Corelli, por entonces en la cima de su gloria. Pamphili (1653-1730) -que nunca llegaría a Papa como nos dijo her Flimm obiviamente equivocado- era miembro de una poderosa y rica familia, y amante de fiestas y espectáculos opulentos repetidamente desaprobados por el austero papa Inocencio XI, en los que no pocas veces, con orquestas de hasta cien y ciento cincuenta instrumentistas, se daban conciertos y representaban oratorios con libretos suyos. Es Pamphili quien le encarga a Händel poner msica a un libreto suyo, y así nace el primero de los 28 oratorios que el msico escribiría a lo largo de su vida, además de otras 42 óperas.

Il trionfo del Tempo e del Disinganno es una alegoría moral sobre la fugacidad de la belleza y los placeres mundanos, un texto mediocre que con la excelsa msica de Händel se realza hasta parecer trascendente. Más que un Oratorio clásico es una especie de Ópera sacra. Una partitura asombrosamente fresca e imaginativa, que incluye el embrión de un concierto para órgano, dos duetos y un cuarteto vocal, además de una sucesión de 28 arias a cual más hermosa. Un imperecedero ejemplo de aquella mundanidad vaticana tan alejada de los autos sacramentales españoles, resistente a concilios de trento y luteros, más apegada a los dioses grecolatinos que a la biblia. Mientras en Roma, sus eminencias se solazan, España está inmersa en una de sus muchas guerras civiles, la de la Sucesión a su trono, entre los aspirantes austríaco y francés, con el triunfo de los borbones hasta nuestros días.

Debió de estrenarse a finales de la primavera de 1707, posiblemente en el palacio de Pamphili. El palacio puede visitarse en la piazza del Collegio Romano, a tres pasos de Piazza Navona y dos de la Via del Corso, y en él se hospeda el retrato que hizo Velázquez al Papa Inocencio X. Händel había llegado a Italia fascinado por la ópera, pero en esos días la ópera había sido prohibida por el Papa de turno. Así que tuvo que contentarse con un oratorio, pero que desde su concepción aspiraba a cotas más altas, con arias tan exquisitas como Lascia la spina, que cuatro años más tarde el compositor repetiría como Lascia chio pianga en la ópera Rinaldo, y que es uno de los pasajes más celebrados de la ópera de todos los tiempos.

El montaje de Jrgen Flimm para la Ópera de Zrich de hace seis años, llega a Madrid precedido de fama y elogios. El director artístico del Teatro Real, Antonio del Moral, no duda en calificarlo de genialidad, por cuanto resolvería el problema de la falta absoluta de acción en la trama, y su aburrido y lento trascurrir con cuatro personajes estáticos soltando parrafadas, ambientando la acción en lo que, más que un bistrot, serían los salones de un lujoso hotel posmoderno que ha diseñado Erich Wonder.

Para Flimm, este veterano director de escena alemán, la obra se ionserta en una preocupación comn a todos los mortales, sobre todo cuando nos hacemos mayores: cómo vivir pensando en la ineludible muerte, cómo gozar de la vida, y cómo vivir cada momento con la sombra de que lo inevitable puede ocurrir en cualquier momento, en un abrir y cerrar de ojos. El dilema de la juventud (aquí la belleza) siempre vencida por el tiempo, y del placer siempre seguido por el desengaño, es todo un argumento, que no por viejo y explorado deja de ser siempre nuevo, siempre desafiante. La idea del cardenal Pamphili, un cincuentón culto y escéptico, era buena. Pero la realización se mostró bien difícil, y el resultado es hoy decepcionante. Todo lo contrario que la msica encargada para realzar el texto a un joven alemán de 22 años, que ya tenía en la cabeza todos los ingredientes de lo que sería su inmensa e inmortal aportación a la msica.

Jrgen Flimm explica: Me pareció que había que situar la acción en la actualidad. Y dónde hablamos la gente de teatro sobre Dios y el mundo? Por nuestra profesión, en los restaurantes y hasta altas horas de la madrugada. Siempre intento respetar la msica. Desarrollar las escenas a partir de ella. El director musical es mi primer compañero artístico. Muy amable por su parte, él que representa la nueva clase dirigente en la ópera mundial, los directores de escena.

El director musical es el británico Paul McCreesh, que vuelve al Teatro Real para proseguir su proyecto haendeliano iniciado en la pasada temporada con la ópera Tamerlano, y con flema británica lleva el evento. Cumple su parte a la perfección y de lo demás, qué va a decirnos.

El doble cuadro vocal está cuajado de auténticos especialistas en la materia: Isabel Rey, Ingela Bohlin, Vivica Genaux, Anna Bonitatibus, Marijana Mijanovic, MaryEllen Nesi, Steve Davislim y Kobie van Rensburg. El día del estreno, la soprano española Isabel Rey, que ya estuvo en el estreno en Zurich haciendo de la Belleza, se creció con el trascurrir de la obra y terminó bordando el aria final, Tu del ciel ministro eletto. La mezzo Vivica Genaux representó una altísima competencia durante toda la obra encarnando al placer. La mezzosoprano serbia Marijana Mijanovic desplegó una elegancia y personalidad fuera de serie representando al inevitable Desengaño, y el tenor australiano Steve Davislim cercado por las tres damas, resistió el desafío e interpretó con la Mijanovic un do excepcional y bellísimo.

Pero la celebrada genialidad de la ambientación del oratorio barroco en el restaurante posmoderno no nos convenció del todo. Necesita de demasiados movimientos supérfluos, de servir copas y copas continuamente, de la irrupción de paseantes, monjas, modelos y niñas tocando la flauta, de bodas y funerales, de mucho ponerse el abrigo, de que los cantantes coman en escena, y todo ello no contribuye precisamente a centrarse en el supuesto debate existencial que el poderosos cardenal Pamphili y el jovenzuelo Händel nos presentan. Item más, el triunfo final del tiempo y el desengaño sobre el placer, llevan a vestir a la belleza de monja, sin que venga muy a cuento. Hubiéramos preferido una mayor movilización del coro del Teatro, -siempre fabuloso en estas lides-, en la exploración intemporal de los dilemas en curso mediante coreografías más barrocas, mientras los cuatro protagonistas desarrollaban sus maravillosos parlamentos en el estilo de escenificación original. Había otras fórmulas, aunque ésta no sea mala.

Equipo artístico:
Dirección musical: Paul McCreesh
Dirección de escena: Jrgen Flimm
Escenografía: Erich Wonder
Figurines: Florence von Gerkan
Iluminación: Martin Gebhardt
Reparto:
La Belleza: Isabel Rey (2, 4, 6, 9, 11, 14, 16)
La Belleza: Ingela Bohlin (5, 8, 10, 13, 15)
El Placer: Vivica Genaux (2, 4, 6, 9, 11, 14, 16)
El Placer: Anna Bonitatibus (5, 8, 10, 13, 15)
El Desengaño: Marijana Mijanovic (2, 4, 6, 9, 11, 14, 16)
El Desengaño: Romina Basso (5, 8, 10, 13, 15)
El Tiempo: Steve Davislim (2, 4, 6, 9, 11, 14, 16)
El Tiempo: Kobie van Rensburg (5, 8, 10, 13, 15)

Georg Friedrich Händel (1685-1759)
Oratorio en dos partes
Libreto de Benedetto Pamphili
Producción de la Opernhaus de Zrich

Equipo artístico:
Dirección musical: Paul McCreesh
Dirección de escena: Jrgen Flimm
Escenografía: Erich Wonder
Figurines: Florence von Gerkan
Iluminación: Martin Gebhardt

Reparto:
La Belleza: Isabel Rey (2, 4, 6, 9, 11, 14, 16)
La Belleza: Ingela Bohlin (5, 8, 10, 13, 15)
El Placer: Vivica Genaux (2, 4, 6, 9, 11, 14, 16)
El Placer: Anna Bonitatibus (5, 8, 10, 13, 15)
El Desengaño: Marijana Mijanovic (2, 4, 6, 9, 11, 14, 16)
El Desengaño: Romina Basso (5, 8, 10, 13, 15)
El Tiempo: Steve Davislim (2, 4, 6, 9, 11, 14, 16)
El Tiempo: Kobie van Rensburg (5, 8, 10, 13, 15)

Duración:
Parte I: 1 hora y 10 minutos
Pausa: 25 minutos
Parte II: 1 hora y 20 minutos

Emisión en radio: 4/11/2008 20:00 horas. RNE (Radio Clásica)


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