Dotar de vigencia a la célebre anti ópera de baratillo, hubiera necesitado hacer una lectura rigurosa de la misma y más bien una representación intemporal. En los años veinte del pasado siglo, Alemania vivía una situación prerrevolucionaria en la que el joven escritor, que recibiría uno de los ltimos premio Stalin de la URSS, acababa de enrrolarse en el partido comunista. La obra es un deliberado intento de subvertir el orden llevando la ópera al submundo marginal. No tiene mucho que ver con el panfletillo de corrupción política y policial, inspirado en el caso Coslada, que Marina Bollaín, gracias a la gentileza de Albert Boadella, para el que fue asistenta de producción, ha conseguido prolongar durante dos semanas desde las tres jornadas inicialmente previstas en el pasado festival de otoño.
La que fuera una de las piezas dramático musicales más importantes del pasado siglo, revolucionaria en fondo y forma, alegato contra la ópera convencional, la sociedad en crisis y los principios morales tambaleantes, desemboca por mor de esta superficial versión en la cantinela buenista al uso, aliñada con uniformes policiales actuales y un travesti que hace las delicias del pblico. Sin que falte una mofa del alcalde Gallardón (Madrid 2036, tengo una cabezonada) que Bollaín y Boadella dedican a la jefa.
Marina Bollaín compagina su actividad concertística como soprano con una incipiente dirección de escena en el ámbito musical. Debería exigirse más, ahora que empieza, como deberían exigirse más los Teatros del Canal en su programación para hacer compatible rigor y calidad con gancho
popular. Cierto, es difícil, pero se puede y se debe intentar.
Tan gran despliegue de medios humanos es acompañado por una escenografía expresionista a lo almodóvar, de buenas putas y malos polis, de falsos mendigos y reales bribones, tan repetida en nuestros lares a la hora de simplificar la panoplia social. He cortado algo el texto, porque la ópera es muy larga, y la he actualizado. He procurado ser muy respetuosa, pero sí que he actualizado algunos nombres o ciertos anacronismos. Lo quería traer al aquí y ahora, porque no quiero hacer algo museal. Yo creo que Brecht hizo entonces una ópera actual y le pegó un puñetazo en la cara a la sociedad burguesa. Yo no voy a pegar ningn puñetazo, pero sí creo que un montaje con sombreritos años 30, perdería esa fuerza que tuvo entonces y esa denuncia y la sátira social que fue en su momento. He tratado de imaginarme qué nos estaría contando Brecht ahora con su ópera, es la justificación de Marina. Sí, imaginarse los clásicos trastocados de tiempo y lugar es fácil de plantear pero difícil de conseguir.
LA ÓPERA DE 3 PENIQUES de Bertolt Brecht y Kurt Weill
Desde el 27 de Noviembre hasta el 13 de diciembre
Director Musical: Manuel Coves
Directora de Escena: Marina Bollaín
Escenografía: Mónica Boromello
Vestuario: Inés Aparicio, Teresa Mora
Iluminación: Olga García
INTÉRPRETES
Mac el Sheriff, delincuente y jefe de policía municipal: Enrique R. del Portal
Juan Muñoz, el rey de los mendigos: Enrique Sequero
Celia Muñoz, su mujer: Eva Diago
Paula Muñoz, hija de los Muñoz: Mar Maestu
Julián el Tigre, alcalde: Manuel Rodríguez
Lucía, su hija: Carmen Gurriarán
Jenny, travesti prostituta: Marco Moncloa
Filch, mendigo: Yayo Cáceres.
ORQUESTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID
Flauta: M Teresa Raga, M José Muñoz/ Clarinete: Salvador Salvador, Luis Miguel Torres/ Fagot: Eduardo Alaminos, Inés Antón/ Saxofones (Soprano,Alto,Tenor, Barítono): Manuel Miján y Berta Leticia Moleón/ Trompetas: Cesar Asensi, Ricardo Gassent, Alfonso González/ Trombón: José lvaro Martínez, César Miguel Martín/ Acordeón: Jess Mozo-Colmenero, Eduardo Callejo / Guitarra,Mandolina,Guitarra hawaiana: Miguel Iniesta/ Percusión: Eloy Lurueña/ Piano,Celesta,Armonio: Francisco José Segovia/ Violonchelo: Rafael Domínguez/ Contrabajo: Francisco Ballester
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