Ya sabemos que las comparaciones son odiosas; pero también que son inevitables. Y resulta inevitable comparar estas Bodas de sangre con La casa de Bernarda Alba que el pasado septiembre Lluis Pasqual montara con Nuria Espert en coproducción del Teatro Español y el Nacional de Cataluña. Pues bien, no desmerece en absoluto de ésta, y José Carlos Plaza demuestra que el lugar importante que ocupa en el teatro español es merecido.
Es un Lorca en andaluz, con toda la fuerza del habla del sur, con todos los riesgos que su popularidad e identificación con lo español comporta. Primer asunto bien logrado, porque en ningn momento se roza el tipismo folclórico. Resulta auténtico y veraz. La apuesta de Plaza por la actriz Consuelo Trujillo para interpretar a la protagonista, la madre perseguida por la tragedia, se demuestra acertada. Luis Rallo y Noemí Martínez son los novios, papeles incomparables en dificultad, que es tanta en el caso de ella como para no poder superarlo. Se trata de una mujer que se fuga con un antiguo novio el día de su boda. Un papel muy difícil ciertamente, porque el deseo sexual y el desafío casi suicida de lo prohibido, se antepone a la razón y a lo sensato dando lugar al título. Por qué la novia acta así es la pregunta que este montaje no consigue desentrañar porque ni Lorca en su poético texto lo hizo ni las crónicas de la época debieron reflejarlo. Siempre lo más importante se queda en el tintero.
Estas Bodas de sangre son cien por cien andaluzas (de esa andalucía oriental menos conocida y más dramática), pero mucho menos flamencas que las que popularizara Antonio Gades y llevara al cine Carlos Saura. La escenografía sólo tiene cielo, tierra y una roca hendida. Los colores apenas se insinan en el sombrío ambiente. El inicio de la obra, con la madre en medio del escenario con su vestido de ese negro jaspeado de tantos lavados que llevaba las mujeres del campo, es enorme.
Bodas de sangre comienza siendo un drama naturalista con diálogos expléndidos y personajes carnales, y al final es una alegoría en verso, donde una luna humanoide y una muerte en figura de mendiga vienen a intervenir con no demasiado acierto, donde a veces los ripios se encadenan interminablemente y donde la obra está a punto de naufragar en terrenos procelosos. La madre, la viuda por partida doble y otras mujeres invocan la cruz. La joven infiel que ha desencadenado la tragedia con su loco proceder, reivindica fieramente que sigue virgen y no ha consumado su traición. La pobre señora que suma otro hijo muerto violentamente al primogénito y al marido que también lo fueron, retoma su obsesiva reflexión sobre los peligros del arma blanca con la que comienza la obra: Y apenas cabe en la mano/ pero que penetra frío/ por las carnes asombradas/ y allí se para, en el sitio/ donde tiembla enmarañada/ la oscura raíz del grito.
BODAS DE SANGRE
de Federico García Lorca
Dirección de José Carlos Plaza
Coproducción
Centro Dramático Nacional y Centro Andaluz de Teatro.
Equipo artístico
Dirección José Carlos Plaza
Escenografía Francisco Leal / José Carlos Plaza
Iluminación Francisco Leal
Vestuario Pedro Moreno
Msica original y dirección musical Mariano Díaz
Coreografía Cristina Hoyos
Reparto (por orden alfabético)
El padre de la novia Carlos lvarezNóvoa
Leñador 3 Omar Azmi
La criada Maica Barroso
Mozo 2 Juan Cabrera
Muchacha 3 Pepa Delgado
Leonardo Israel Frías
Mozo 1 Fael García
La niña Pilar Gil
Muchacha 1 Sonia Gómez
Muchacha Marina Hernández
La suegra Carmen León
Muchacha 2 Ramos López
La vecina Ana Malaver
Leñador 2 Toni Márquez
La novia Noemí Martínez
Mendiga Paca Ojea
Leñador 1 F. M. Poika
El novio Luis Rallo
La mujer de Leonardo Olga Rodríguez
Convidado Rafa Téllez
La madre Consuelo Trujillo
Danza aérea Diana Wrana
Con la colaboración de Ana Belén en la voz y canción de La Luna
Funciones
12 de noviembre de 2009 a 3 de enero de 2010
De martes a sábados, a las 20.30 h
Domingos, a las 19.30 h
Teatro María Guerrero
Calle Tamayo y Baus 4
28004 Madrid
Clip del espectáculo
Texto completo
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