Los sistemas de mercadotecnia en el corruptísimo mercado del arte actual son tan sofisticados, que uno desconfía de todo. Lanzan a Ramírez cincuenta años después de que se pudriera encerrado y puede ser un negocio redondo. Ya ganó sus dólares el profesor Pasto después de dos décadas quedándose gratis con los dibujos del bueno de Martín, y sería interesante saber cuánto han sacado quiénes compraron toda la colección de los mismos en los años setenta. Probablemente Martín Ramírez no pudo resistir la violencia de los revolucionarios mexicanos y de los racistas californianos. Se dio por vencido, se conformó viviendo de la caridad pblica rodeado de locos, y nunca quiso saber más de nuestra estupenda sociedad. Ahora se le rodea de un aura de culpabilidad y sentimentalismo. A buenas horas mangas verdes.
La muestra que ahora presenta el Museo Reina Sofía, se encuentra ubicada en la tercera planta del edificio Sabatini y no sigue un recorrido cronológico. El hecho de que Ramírez no fechara ni firmara sus dibujos, y que nunca fuese entrevistado sobre su trabajo, ha dificultado el seguimiento preciso de su desarrollo estilístico. Su primer valedor, el psicólogo y profesor de arte Tarno Pasto, sí fechó en alguna ocasión sus cuadros, como se puede comprobar en algunas de las obras expuestas.
Lo que es evidente cuando uno se pasea por las salas, es la reiteración de los temas y la obsesión por unas estructuras de arcos, de ondas, de barrotes, que encuadran, aprisionan sus composiciones hasta eliminar a veces todo lo demás. Ramírez creaba un característico andamiaje lineal con estructuras teatrales, donde enmarcaba figuras icónicas, la mayoría de las veces, jinetes armados y, a veces, alguna liebre o venado. La repetición de estas imágenes, unida a la temática del tnel y el tren, dan al conjunto una atracción hipnótica, y al visitante la impresión de entrar en un mundo original y cerrado nunca visto antes.
Segn Víctor M. Espinosa (autor de la biografía de Ramírez), el dibujo no sólo le ofreció un medio para comunicarse, sino que se convirtió en un vehículo mediante el cual pudo preservar sus recuerdos y reconstruir su pasado, el apego a la tierra, el valor de la familia, el fervor religioso y la ganadería como actividad prioritaria. En cuanto a los materiales que el artista utilizó en sus trabajos, a finales de la década de los 30 empezó a ensamblar trozos de papel que iba encontrando envoltorios de caramelos, tarjetas de felicitación, vasos de papel aplastados, formularios de suministro del hospital, páginas de libros-, con un pegamento casero fabricado a base de patata, pan y saliva, para pasar posteriormente a emplear el papel en rollos para las sábanas hospitalarias, con un color ocre especial que contribuye a la originalidad de su trabajo. Con estos materiales creaba desde pequeños dibujos de unos cuantos centímetros hasta trabajos de más de tres metros. Ramírez elaboraba su propio pigmento triturando lápices de cera y de colores en una cazuela de fabricación casera. Usando un palillo y un punzón, dibujó innumerables variaciones de sus temas favoritos. Exponía sus trabajos en las ventanas y los muros de la sala comunal de la que apenas saldría el resto de su vida, y era su pblico los demás pacientes, los otros locos con los que convivía.
Natural de Los Altos de Jalisco, una región profundamente católica situada en la zona central del oeste de México, Martín Ramírez, era ya padre de cuatro hijos y había comprado veinte hectáreas de buena tierra, cuando decidió emigrar a EE.UU. y buscar trabajo en los ferrocarriles de California para adelantar el pago de sus deudas. Nunca lo hubiera hecho, porque a la terrible explotación y opresión que sufrían aquellos inmigrantes, sucedió de golpe la Depresión, que les convirtió en vagabundos sin trabajo. Poco después estallaba la salvaje Guerra Cristera que asoló su tierra natal en la represión gubernamental, impidiendo su regreso.
Segn Víctor M. Espinosa, su nico biógrafo, durante sus treinta y dos años de reclusión, la nica visita que recibió de un familiar fue la de su sobrino José Gómez. Todo indica que había ido olvidando toda idea de rehacer su vida, acomodándose mal que bien a su nueva existencia, y clausurando todo interés por la vida más allá de su trabajo creativo diario. Nunca se reconcilió con su esposa ni ésta se preocupó por él. En el invierno de 1963, cayó gravemente enfermo a causa de un edema pulmonar agudo. Después de varios días de enfermedad, murió a causa de un paro cardíaco. Fue sepultado en un rincón inutilizado del Cementerio del Calvario, en Sacramento.
MARTÍN RAMÍREZ.
Marcos de Reclusión
FECHAS: 30 de marzo 12 de julio 2010
LUGAR: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Edificio Sabatini 3 planta (zona C, D)
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
COMISARIA: Brooke Davis Anderson
COORDINADOR: Rafael García
CATLOGO Cuenta con los siguientes textos: Martín Ramírez. Marcos de reclusión de Lynne Cooke, (subdirectora de Conservación, Investigación y Difusión del Museo Reina Sofía) Paisajes de la añoranza: la visión del mundo de Martín Ramírez, de Brooke Davis Anderson (comisaria de la muestra); Los mundos de Martín Ramírez, de Víctor M. Espinosa (autor de la biografía de Martín Ramírez y especialista en arte y emigración); y Los chivos expiatorios y los contornos del orden, de James Lawrence (crítico e historiador de arte).
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