Dada la peculiar forma de hacer el avestruz del teatro español actual, todo intento de reflejar el aquí y ahora cuenta con nuestra favorable predisposición. Pero esta fiesta judicial está cogida por los pelos, tiene un nivel intelectual, literario y formal bajísimo, nos retrotrae al tardosainete de las películas de los Ozores y los vodeviles de Alfonso Paso, casi a Paco Martínez Soria y a Gracita Morales. No puede ser que yendo tan lanzados a la modernidad como dicen que vamos, nos hayamos quedado tan parados. La comedia española sigue alimentando al pblico de lo que al parecer éste nicamente entiende y demanda a nuestros comediantes. Escenografías pobrísimas, chistes fáciles, gritos abundantes, gestos exagerados y buenas subvenciones con pocos gastos.
Hay un numeroso pblico para estas cosas, y es lícito atraerle a la taquilla y ponerse a su altura. Pero nosotros no podemos entrar en justificaciones a la hora de valorar los contenidos y aportaciones intelectuales y artísticas de las propuestas teatrales. Para pasar un rato, ratificar lo que oímos en la barra del bar, tener tema de conversación en las comidas, y reírse a toda costa por cualquier chorrada, bien vale y bien cubrirá objetivos para el teatro y la compañía. Pero su aportación es nula a pesar del trabajo decente y discreto de todo el elenco.
El reparto viene liderado por un veterano, Santiago Ramos. Es un actor encasillado que hace de sí mismo, pero que posee una variada panoplia de recursos vocales y gestuales al gusto hispano, que le permiten defenderse hasta con este juez Adán, un sinvergenza simpático, de los que tanto gustan al respetable. Más que Ramos, nos gustan por su mayor sobriedad Juan Carlos Talavera como el inspector, y Jorge Martín como el secretario. Las actrices, simplemente correctas, y la colombiana Karina Garantivá soportando un doble papel de tonta que destrozaría a cualquiera.
Ernesto Caballero es ya un veterano de la escena española, como autor y director. Le vimos dirigir discretamente hace un año con La tortuga de Darwin, de Juan Mayorga, en La Abadía, y muy acertado en La comedia nueva o El café, de Leandro Fernández de Moratín, para la CNTC en 2008.
La fiesta de los jueces es un entremés vetusto en las formas, ligero en el contenido, facilón en la realización, y comercial por encima de todo. Pero dependiendo de sus exigencias personales, a ustedes puede gustarles.
LA FIESTA DE LOS JUECES
Teatros del Canal, Madrid
Hasta el 26 de septiembre de 2010
Versión y dirección: Ernesto Caballero.
Compañía Teatro El Cruce
Iluminación: Juan Gómez Cornejo /
Espacio escénico y vestuario: Curt Allen Wilmer /
Msica: Luis Miguel Cobo /
Movimiento escénico: Esther Acevedo /
Reparto
Juez Adán, Santiago Ramos
Inspector Walter, Juan Carlos Talavera
Licht, el secretario, Jorge Martín
Sra. Marta, Silvia Espigado
Eva, su hija, Karina Garantivá
Ruperto novio de Eva, Jorge Mayor
Veit padre de Ruperto, Paco Torres
Sra. Brígida, Rosa Savoini
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