Happy days fue estrenada hace medio siglo y considerada representativa del llamado teatro del absurdo que triunfaba entonces. Prácticamente un monólogo en dos actos en el que la protagonista se hunde en un montículo arenoso de un paraje desierto mientras intenta aparentar que nada ocurre. Aunque Beckett siempre se negó a sacar moralejas y mensajes de sus obras, puede juzgarse como una exasperante radiografía de la banalidad humana, que supuso una provocación rompedora en su estreno, pero que si no se anda uno con cuidado puede resultar de un aburrimiento insufrible en estos días.
Para salvar este texto hacen falta más que convencionalismos; hace falta mucho saber y mucho oficio, y ni el director ni la protagonista están a la altura. Lo que hacen es agudizar las dificultades de la obra con una lectura banal, una escenografía deplorable y una interpretación equivocada. No se capta el doble sentido siempre presente en Beckett, se elimina la angustia, la duda y el horror, y todo se queda en chiste televisivo.
En anteriores ocasiones, tampoco hemos gozado del trabajo de este director, que dentro del CDN dirigió en 2009 una de las partes del tríptico Avaricia, lujuria y muerte de Valle-Inclán, y en 2008 un Delirio a do, de Ionesco, del que decíamos entonces: Hace una versión y una dirección de la obra, realmente equivocadas. Caricaturiza, trivializa, adopta un tono humorístico, destroza lo que quería decir Ionesco. Los personajes son histriónicos. El montaje, muy rudimentario.
Y repetiríamos ahora la frase referente a Beckett, que nos ha dejado dicho de su Happy Days lo siguiente: Lo más horrible que le puede pasar a cualquiera es que se le impida dormir, que justo cuando estuvieras cogiendo el sueño, un gong sonara y tuvieras que mantenerte despierto, y fueras incapaz de moverte, hundiéndote en la tierra, vivo, y la tierra estuviera llena de hormigas; y el sol brillara inclemente día y noche y no hubiera ni un solo árbol; ninguna sombra, nada, sólo un timbre que te despierta constantemente; hay un hombre que no puedes ver y que no es de ninguna ayuda; y lo nico que tienes es un pequeño conjunto de cosas a tu alrededor y los medios a tu alcance para quitarte la vida, pero no tienes el deseo o la voluntad de hacerlo porque dentro siempre encuentras ese pequeño rayo de esperanza. Pensé quién podría lidiar con todo esto y continuar cantando. Sólo una mujer.
Esta pieza fue estrenada muy pronto en España, en 1963, y se ha programado incontables ocasiones, la ltima en Madrid en 2007 por el National Theatre of Great Britain en Las Naves del Español, dirigida por Deborah Warner e interpretada por Fiona Shaw, una pareja impresionante. Siempre tuvo una acogida polémica y algunos la juzgaron una metáfora extendida más allá de sus posibilidades. En todo caso, esta producción albergada en los Teatros del Canal nos dejó muy insatisfechos.
En abril de 2010 pudo verse Fin de partida en el Teatro de la Abadía, que la puesta en escena de Krystian Lupa y la interpretación de José Luis Gómez no impidieron cierto fiasco: insistiendo en lo escatológico y tremebundo colapsaban la comunicación. El absurdo se hacía también monótono y tedioso y tras dos horas aburridas el pblico aplaudía un tanto extenuado el final de esta partida.
Los días felices
Teatros del Canal
Del 13 al 23 de enero
Winnie: Isabel Ordaz
Willie: Julio Vélez
Texto de Samuel Beckett
Versión Juan V. Martínez Luciano
Dirección Salva Bolta
Ayudante de Dirección Luis Luque
Escenografía y vestuario Ricardo Sánchez Cuerda
Iluminación Felipe Ramos
Espacio sonoro Luis Miguel Cobo
Producciones Come y Calla S.L.