Resulta efectivamente un poco patética tanta efusión sentimental a cuenta de nada. Si la novela puede considerarse la irrupción del sujeto moderno zarandeado -en exceso- por sus sentimientos, la ópera se convierte en un triángulo inconcluso y trivial. Y el montaje estrenado en el Teatro Real agrava su limitación al ámbito familiar entre cuatro paredes, sin caracteres complejos que sustituyan la falta de acción, sin personajes secundarios que la compliquen, sin cambios de lugar y tiempo, sin paisajes humanos que la arropen.
Partiendo de los supuestos del drame lyrique establecidos por Gounod (ambiente doméstico y burgués, trama íntima y sentimental, destinos individuales con énfasis en la melodía), Massenet, en una época de crudos verismos y delirios post-Parsifal, plantea el retorno a un melodismo sentimental y rebosante de lirismo, aunque permeable al Leitmotiv, a un flujo musical sin fisuras de principio a fin y a tonos veristas en la orquesta.
Estuvo correcto pero en el aria más célebre, su Pourquoi me réveiller supo a poco. Todo el reparto se contagió de la discreción de Bros, empezando por el marido antagonista, que cantaba ngel Ódena. Sophie Koch cantó bien, pero nada fue emocionante. Parecía un trámite lo que tiene que ser una conmoción del ánimo. Koch dice amabilísima que Bros le recuerda a Alfredo Kraus por su sentido musical e implicación en lo que hace. La mezzosoprano, que ha cantado ocho producciones distintas de Werther, opina que este montaje es el más estilizado de todos en los que ha participado, el menos naturalista, más simbólico y abstracto.
El pblico del estreno no mostró entusiasmo. Bros sólo fue aplaudido una vez durante la representación. Al caer el telón la sala quedó apática. Sólo destacó la gran ovación a Auxiliadora Toledano, que realmente hizo una Sophie destacable musicalmente y tontilla en sus evoluciones, y el sonoro abucheo al director de escena cuando saludó desde el escenario.
Decker se equivoca en esta producción al agudizar la inacción de la obra, agravar el hieratismo del libreto, la artificialidad de la trama, el convencionalismo de la msica. Todo lo contrario que en su anterior trabajo en el Real, Die tote Stadt (La ciudad muerta), de Erich Wolfgang Korngold, que captaba el espíritu de la obra y de su tiempo, y acertaba a reflejar la dialéctica entre realidad y sueño que era la base de la obra. Su montaje es de sofisticada belleza pero la quietud y el vacío enfrían an más los ánimos. Una asombrosa luna llena iluminaba la plaza de Oriente pero en el Teatro flotaba una primaveral astenia. José Bros tiene an seis funciones por delante para superarla.
Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Argumento, 3
Libreto, 5
Partitura, 7
Dirección musical, 6
Dirección artística, 6
Voces, 6
Orquesta y Coro, 6
Interpretación, 6
Werther
Drame lyrique en cuatro actos en lengua francesa
Jules Massenet (1842-1912)
Libreto de Édouard Blau, Paul Milliet y Georges Hartmann, basado en la novela epistolar de Johann Wolfgang von Goethe, Die Leiden des jungen Werthers (1774).
Director musical Emmanuel Villaume
Director de escena Willy Decker
Escenógrafo y fi gurinista Wolfgang Gussmann
Iluminador Joachim Klein
Reparto
Werther, José Bros/Giuseppe Filianoti*
Albert, ngel Ódena
El burgomaestre, Jean-Philippe Lafont
Schmidt, Francisco Vas
Johann, Miguel Sola
Brhlmann, Silverio de la O
Charlotte, Sophie Koch/Sonia Ganassi*
Sophie, Auxiliadora Toledano
Käthchen, Maite Maruri
*Por vez primera en el Teatro Real.
Estrenada en alemán en la Hofoper de Viena el 16 de febrero de 1892 y en francés en la Opéra-Comique de París el 16 de enero de 1893.
Producción procedente de la Ópera de Fráncfort.
Marzo 19, 21, 22, 24, 25, 27, 28, 30, 31 y Abril 2, 3, 6.