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Claudio Tolcachir es una de las grandes irrupciones en nuestro teatro. Con notoria oportunidad, el Español le concede el honor de presentar conjuntamente sus tres obras hasta el momento. El miércoles se estrenó la primera, La omisión de la familia Coleman, ya todo un clásico, creada en meses de duro trabajo y estrenada en un piso de Buenos Aires en agosto de 2005: cincuenta personas por sesión, apiñadas en el comedor, durante cuatro años. Se llevó todos los premios argentinos, giró por media Suramérica, y fue a Nueva York, y a Miami, y llegó a Madrid en un festival de otoño hace tiempo. Nació auténtica y sigue auténtica, algo más madura pero siempre fresca.
La magia del teatro puede expresarse en grandes montajes y pobrísimos planteamientos materiales, con muchos actores o en monólogo, con las más diversas técnicas o a bote pronto. Esta pieza es teatro en su más pura expresión, deseo de mostrar, ausencia de prejuicios, tragicomedia. Noventa minutos de hiperrealismo, más real que la realidad, romántico nacido de una canción, en respuesta a una canción, en contrapartida a una canción.
La canción es de Palito Ortega, la cantaron muchos en los años sesenta, entre ellos Neil Sedaka:
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Dice Tolcachir que el origen de sus historias siempre estuvo en sus personajes, en esos seres descolocados y patéticos que por lo general no encuentran manera de insertarse a la vida. Poder consumar un
matrimonio entre el dolor y el humor, es también un desafío personal. Poder implicarnos en las historias hasta el punto de sentirnos reconocidos y poder reírnos piadosamente de nosotros mismos. Uno va buscando los mecanismos y las historias que lo conmueven, hasta que alguna de esas se clava en el corazón y ya no lo abandona.
Que suerte que tengo
una madre tan buena,
que siempre vigila
mi ropa y mi cena.
Que suerte la vida
que corre en mis venas,
que suerte que hay noches
de luna serena.
Que suertee ! ah ah hayy
Que esta noche voy a verte.
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El proceso de trabajo -dice la compañía- se realizó a través de improvisaciones y ejercicios de composición de los personajes, sus características y sus vínculos, llegando paulatinamente a la concepción del texto definitivo. Tal alquimista cocción de purificación colectiva, prologanda luego durante todos estos años en el escenario, explica su frescura, su viveza, sus matices, su confuso y prolijo enmarañamiento hasta conseguir ser hiperrreal, más real que la realidad, porque condensa muchas realidades paralelas. Y como en la vida misma, no sabemos al final quien es hijo de cual, si Marito es el loco o el cuerdo, si Memé se acuesta con él solo para darse calorcito, si Damián y Gabi son más que hermanos, si Vero mantiene nicamente relaciones profesionales con su chófer, y qué hace con el doctor entre análisis y radiografía. Ni la alquimia puede conseguir la piedra filosofal, pero el trabajo colectivo con ilusión y entrega puede hacer milagros teatrales.
Que suerte mi padre
callado y sereno,
que suerte saberlo
tan justo y tan bueno.
Que suerte la paz,
que suerte la escuela,
que suerte escuchar
la voz de la abuela.
Que suertee !ah ah hayy
Que esta noche voy a verte.
Qué ocho personajes, qué elenco juntos y por separado, qué noventa minutos hilarantes! El teatro es un procedimiento complejo donde nunca debiera verse el procedimiento, donde las partes deberían fundirse en un todo que atraviese el cuerpo y nos deje transformados emocionalmente, para después poco a poco poder pensar. Pero sobre todas las cosas, el teatro son los actores y yo tengo la suerte de contar con seres mágicos que se entregan al juego sin medida y alimentan ese fuego sagrado día tras día. Es imposible no emocionarse al verlos cada noche dejarlo todo ahí tan generosamente, respetando los pactos convenidos, y, al mismo tiempo, regenerando los sentidos de un texto que sin ninguna duda ya es de ellos, dice el autor y director.
Que suerte que hay gente
que siente cariño,
que suerte las flores,
que suerte los niños,
que suerte el amor,
que suerte encontrarte,
que suerte querer,
que suerte besarte.
Que suertee ! ah ah hayy
Que esta noche voy a verte
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Macarena Trigo, la asistente del director, explica exhaustivamente la obra en un blog propio, al que remitimos a aquellos que quieran profundizar. Claudio Tolcachir acaba de cumplir 35 años. En la pasada temporada dejó una estupenda puesta en escena de Todos eran mis hijos, de Henry Miller. Dice: Volvemos al Teatro Español como quien vuelve a la casa paterna: protegidos y necesitados de alimento. Gracias al Teatro Español por tanto respeto y cariño. Gracias al pblico y a los compañeros de la profesión por recibirnos con tanta generosidad. Este sueño es inmenso para nosotros y cada vez nos parece mentira poder volver a estas calles que un día nos prestaron tan amorosamente, que no podemos, tímidamente, dejar de sentir que ya son nuestras. El teatro argentino está arrasando en nuestro país en el ltimo lustro, y a Tolcachir se unen Javier Daulte y Pablo Messiez, cuya Muda fue una grata sorpresa a principios de temporada.
Timbre 4 comenzó a funcionar en 1998. Presenta sus tres obras del 6 de abril al 5 de junio en la Sala 2 de las Naves del Español en Matadero: siguen a La omisión de la familia Coleman, Tercer Cuerpo (La historia de un intento absurdo), presentada ya la pasada temporada en la Sala Pequeña del Teatro Español; y cierran con El viento en un violín, su nueva propuesta, estrenada en París el pasado otoño. En cuanto a Tercer Cuerpo se presenta invitando a movernos entre una oficina destartalada, la casa de una pareja, un bar y una consulta médica, diferentes lugares que se alternan en un mismo espacio conjugando la vida de cinco personajes unidos por la soledad, la incomprensión y la necesidad de amar. Por lo que se refiere a El viento en un violín parece ser una historia sobre madres con hijos, desesperadas ellas por asegurarles la felicidad, desesperados ellos por encontrar su lugar.
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Nos preguntamos cuáles son las omisiones de la familia Tolcachir después de cinco años haciendo de familia Coleman, hasta qué punto Marito es Lautaro, y Vero, Inda en sus ratos libres. Qué tal se llevan con papá Claudio, ahora que le tienen siempre en casa. A Gerardo Otero se le notaba recién llegado a la familia Tolcachir y por eso poco identificado an con los Coleman. Tras tantos éxitos la realización debería haber mejorado más allá del sofá y la camilla. Pero son tan deslumbrantes la trama y los diálogos a veces ininteligibles de esta familia de doble personalidad que todo lo demás apenas importa.
Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Argumento, 8
Texto, 9
Dirección, 7
Interpretación, 8
Realización, 7
Producción, 6
Las Naves del Español
LA OMISIÓN DE LA FAMILIA COLEMAN
Del 6 al 24 de abril
REPARTO
Abuela, Araceli Dvoskin
Meme, Miriam Odorico
Verónica, Inda Lavalle
Gabi, Tamara Kiper
Marito, Lautaro Perotti
Damián, Gerardo Otero
Hernán, Gonzalo Ruiz
Doctor, Jorge Castaño
EQUIPO ARTÍSTICO
Iluminación Omar Possemato
Producción ejecutiva Máxime Seugé y Jonathan Zak
Asistente dirección Macarena Trigo
Distribución España Producciones Teatrales Contemporáneas
Libro y dirección Claudio Tolcachir
Duración del espectáculo: 1 hora 30 minutos, sin intermedio.