A Mozart le quedaba un año de vida; estaba angustiado por sus problemas económicos; aceptó el encargo encantado, una obra para la coronación de Leopoldo II de Baviera, aunque fuera tercera opción; tuvo quince días para componer la ópera; modificó el libreto del obligatorio Metastasio; al emperadorcillo no le gustó y no nos extraña; pero al pblico burgués le pareció estupenda; cobró una pasta, el equivalente a 150.000. Enorme idealista este Wolfang Amadeus, alma inocente y bienintencionada, capaz de proponer la clemencia como cualidad insigne de los gobernantes en un momento en el que monarcas y aristócratas temblaban por toda Europa ante la vorágine revolucionaria que llegaba de París. Amnistía frente a la guillotina. Pero tenía razón, la represión frente a la revuelta no sólo es denostable sino intil; la magnanimidad, la clemencia pueden desconcertar a los alzados en base a su superioridad moral; pueden, aunque parezca mentira, ganar la batalla final.
El emperador Tito Vespasiano es un probo gobernante que destina a los damnificados por la erupción del Vesubio los fondos que el Senado ha habilitado para construir un templo en su honor. Igualito que en la vida real. Cuando la joven a la que ha elegido por esposa le confiesa sinceramente que ama a otro, en vez de subirse por las paredes y castigarla con el látigo de su poder, acepta mansamente y se busca otra. Elige a la malvada Vitelia -nunca los malvados son demasiado malos en las obras de Mozart- que suponiéndose descartada ya ha encargado por dos veces la muerte del emperador a Sexto, un pretendiente al que domina. Cuando Vitelia se entera de que va a ser emperatriz ya no puede detener el complot de Sexto, que an sin conseguir eliminar a Tito es descubierto y condenado a muerte.
Pero Mozart era un ser inocente y bondadoso que nos dejó antes de hacerse mayor y darse cuenta de cómo están las cosas por este perro mundo.
Mortier, fiel a sí mismo más que a nada, ha repetido en su estancia en Madrid lo que ya hizo en sus tres anteriores destinos -Bruselas, Salzburgo y París-, programar La clemenza y hacerlo con la dirección de escena de la veterana pareja alemana Ursel y Karl-Ernst Herrmann, de los que se puede decir que son intérpretes de su visión. Una producción que tiene tres décadas de antigedad aunque Mortier asegura que ha sido revisada para introducir pequeños detalles, como el calzarse y descalzarse de la protagonista, simbólico de algo que no alcanzamos a captar.
El veredicto fundamental para nosotros -mas que criterios apriorísticos y gustos subjetivos- es siempre si la dirección artística consigue facilitar la compresión de la trama y el goce de la msica. No es el caso.
La dirección musical de Thomas Hengelbrock fue muy correcta, muy fría, muy distante y muy germana. Algo más de brío nos hubiera satisfecho. Ya dirigió en este teatro Iphigénie en Tauride -en la que convenció más que esta vez- y volverá con Parsifal, de Wagner, y Genoveva, de Schumann. Resultaron de excepcional belleza los solos de corno acompañando a Sexto.
A la hora de valorar al reparto, destacó la mezzo Kate Aldrich en el papel de Sexto, sin menosprecio de sus compañeros en un conjunto equilibrado. Sin hazañas pero sin derrotas, el tenor Yann Beuron hizo un sensible Tito (en la línea en la que ya había actuado en este teatro en Iphigénie en Tauride y Pelléas et Melisande) y la soprano Amanda Majeski una Vitelia sin matizar su maldad primigenia y su postrero arrepentimiento en la que destacó su porte elegante en escena. Ya hemos declarado nuestra sensación confusa ante el papel de Annio, a cargo de la joven mezzosoprano italiana Serena Malfi. Destacable fue la interpretación de la argentina María Savastano -el personaje más humano del reparto con su divertida vestimenta de teenager. Y adecuado el contraste masculino ante tanta dama del barítono Guido Loconsolo como el prefecto Publio.
La ópera tiene once arias, entre las que destacan la de Sexto Parto, parto, ma tu ben mio, probablemente la más conocida, acompañada de ese gran solo de clarinete al que aludíamos, y la de Vitelia Non pi fiori vi vaghe catene. Sobresalen tres duetti, tres tercetos, dos conjuntos finales con coro, tres coros y una marcha. El más señalado es el quinteto con coro al final del primer acto Deh conservate, oh Dei!, pieza irrepetible. Es aquí, en el momento de la máxima tensión, donde se produce una de las chocantes pausas que, aunque han sido celebradas como extraordinario hallazgo de un genio dramático de primer orden (Paumgartner), no nos terminaron de encajar.
Lleno el aforo, incluido el palco de honor con la presencia de la Reina Sofía, el pblico acogió el estreno con aplausos pero sin entusiasmo. Esta vez sin división de opiniones ni protestas por la escenografía, pero con cierta frialdad acorde con la representación contemplada y el clima circundante.
Grandísima estación de la primera temporada Mortier. Más por el contenido que por el continente. Don Gérard ejerce ya de ideólogo de los tiempos convulsos. El mensaje está hoy en el arte, no en los medios de in-comunicación.
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 8
Libreto: 7
Partitura: 8
Dirección musical: 7
Dirección artística: 6
Voces: 7
Interpretación: 7
Escenografía: 6
Orquesta: 7
Coro: 7
Realización: 7
Producción: 6
TEATRO REAL
LA CLEMENZA DI TITO
Wolfgang Amadé Mozart (1756-1791)
En lengua italiana
Ópera seria en dos actos
Libreto de Pietro Metastasio,
adaptado por Caterino Mazzolà
EQUIPO ARTÍSTICO
Director musical, Thomas Hengelbrock, Peter Tilling (29)
Directores de escena, Ursel y Karl-Ernst Herrmann
Escenógrafo, figurinista e iluminador, Karl-Ernst Herrmann
Director del coro, Andrés Máspero
REPARTO
Tito Yann Beuron
Vitellia Amanda Majeski
Sesto Kate Aldrich
Servilia María Savastano
Annio Serena Malfi
Publio Guido Loconsolo
Continuo, Fortepiano Diego Procoli
Coro y Orquesta titulares (Coro Intermezzo y Orquesta Sinfónica de Madrid)
Nueva producción en el Teatro Real
procedente del Festival de Salzburgo
DURACIÓN APROXIMADA
Acto I: 1 hora y 10 min.
Pausa de 25 min.
Acto II: 1 hora y 15 min
FECHAS
14, 17, 19, 22, 24, 26, 29 de febrero
2, 4 de marzo de 2012
20.00 horas; domingo 18.00 horas