La excelente compañía alemana Schaubnhe ha vuelto a visitarnos, y lo hace con una ambiciosa producción, una simbiosis de teatro, msica y danza, una aportación que sin duda está entre esa vanguardia que está inventando el arte total de nuestro tiempo. Protect me es un ambicioso trabajo conjunto del director Falk Richer y la coreógrafa Anouk van Dijk, una propuesta de mucha enjundia, de difícil asimilación y de alto nivel experimental. Auténtico alimento espiritual para mentes inquietas. Pero sólo estarán cuatro días en Madrid.
Cuando se innova, son frecuentes los excesos; cuando se busca, uno puede perderse. Para reflejar la confusión actual que reina en el mundo, esta pareja de artistas nos presenta una propuesta bien confusa: una pieza sin argumento, un pre-texto que busca un título, que vacila entre historias personales fragmentadas y propuestas colectivas grandilocuentes; una escenografía que quiere no serlo; una msica que emerge esporádicamente en pocas y angustiadas notas entre el el ruido más feroz; una coreografía que es la antidanza, de empujones, de tambaleos, de temblores y agarrones desesperados. Ocho seres de la generación perdida, -la de la Transición española-, en la que forman mayoría esos siempre-jóvenes ya canosos, esos adultos aniñados a pesar de estar cumpliendo cuarenta años. Perdidos, desconcertados, dubitativos, pueriles, solamente unánimes en juzgar duramente a sus padres, en presentarlos como guiñapos moribundos que deberían ya morirse de una santa vez y dejarles sus ahorros.
La crisis global está ahí fuera pero no se la ve, sólo se la siente; la crisis personal de cada uno de los ocho personajes es evidente, maníaco depresiva, bipolar como se dice ahora, histérica y esquizofrénica, poblada de pastillas y consultores como denominan piadosamente a sus terapeutas, a ese psiquiatra o ese psicólogo que forma ya parte insustituible de tantas vidas.
Y todo ello cae sobre el espectador con la más rotunda, sistemática, insistente y aplastante maquinaria intelectual germana, esa manera de ver el mundo, esa forma de pensar concienzuda y limitada que vence por agotamiento y gana por extenuación. Cien minutos como cien toneladas de libracos imposibles. Una apisonadora tras la cual sólo queda un escenario vacío y más interrogantes que al principio.
La dirección de Richter riza el rizo entre distanciamiento y meticulosidad; todo parece improvisado, pero es fruto de un concienzudo trabajo. La coreografía de Anouk van Dijk es lo ltimo de lo ltimo en la danza actual, y entre paréntesis nos recordó mucho la que acabamos de ver a Danza Contemporánea Cubana firmada por Rafael Bonachela. La escenografía insiste en la tendencia antiescenográfica actual pero la completa con tres cubículos transparentes (al estilo de Robert Lepage) en cuyo interior los personajes son anfibios exóticos en una pecera. La msica es así mismo vanguardista a reventar, en la tradición electrónica alemana que desde Stockhausen y Krafwert tanto bueno ha aportado. Como mandan los ltimos cánones, impera el fragor de las grandes maquinarias movidas por ordenador, el bip-bip de los cerebros informáticos que la dirigen y la hipnótica pulsión que nos agita a todos. Destaquemos la extraordinaria iluminación jugando con todos los ángulos y perspectivas y acabemos de una vez con el elenco actoral que dominan la expresividad corporal a nivel de compañía de danza y la expresión oral como profesores de escuela de declamación, actores y actrices completos, todos y cada uno, un portento.
Falk Richter dice: Soy igual que las cosas que pasan a mi alrededor, me comporto de forma tan irracional como la economía, gestos repentinos e impulsivos, entre el letargo de la depresión y la euforia histérica, algo y alguien que luego hay que apaciguar con toneladas de dinero y a quien no puedes dejar solo ni un segundo sin que haga una estupidez y que está constantemente amenazándote con venirse abajo. Vislumbra que esta crisis aparenta ser sistémica pero es sobre todo individual, y que exige de cada uno de nosotros mucho valor y un gran esfuerzo que nada tiene que ver con banderas y pancartas patéticamente obsoletas.
Durante toda la década de los años noventa, esas minorías despreciadas a las que se etiquetó como New Age estuvieron advirtiendo que con el cambio de milenio entrábamos en una Nueva Era y que nada sería igual en adelante. Llegó el año dos mil y parecieron vaticinios vanos. Pero llegó el 11-S y ya no lo parecieron tanto. Estamos en 2012. Ya lo ven hasta los ciegos. Algo grandísimo está ocurriendo. Ojalá sea esa Era de Acuario que anuncian los nuevos profetas. Ojalá sea ese necesario paso evolutivo que necesita la especie humana.
VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 9
Texto: 6
Dirección: 8
Coreografía: 7
Interpretación: 8
Escenografía: 6
Realización: 8
Producción: 8
Matadero, Naves del Español
PROTECT ME
SCHAUBÜHNE BERLIN
Un proyecto de Falk Richter y Anouk van Dijk
Del 22 al 25 de febrero
Duración aproximada: 2 horas sin intermedio
Dirección y coreografía Falk Richter y Anouk van Dijk
Escenografía Katrin Hoffmann
Diseño de vestuario Daniela Selig
Msica Malte Beckenbach y Matthias Grbel
Dramaturgia Bernd Stegemann
Iluminación Carsten Sander
Con Anouk van Dijk , Philipp Fricke, Erhard Marggraf, Franz Rogowski, Judith
Rosmair, Kay Bartholomäus Schulze, Stefan Stern, Luise Wolfram y Nina
Wollny
Una coproducción de Anoukvandijk dc y la Red de Teatros Europeos,
Prospero, con la ayuda adicional del programa cultural de la Unión Europea,
The Netherlands Fund for Performing Arts (NFPK+) y el Goethe Institut.