guía cultural

La semana grande de un compositor de vanguardia

José Catalán Deus | Martes 18 de junio de 2013

José María Sánchez-Verd a sus 45 años de edad es probablemente el compositor español más conocido de entre los que se dedican a la msica culta -ó clásica ó seria ó refinada, como les guste apelarla-, de los de su generación. Este mes ha tenido el raro privilegio de estrenar dos obras en Madrid en el plazo de una semana, y en contextos tan diferentes como son el ciclo vanguardista operadhoy y las elegantes Noches del Real. Unir presencia en los populares Teatros del Canal y en el exquisito Teatro Real no está al alcance de cualquiera. Y salir bien librado del doble desafío an menos. Cierto que goza de los apoyos incondicionales de un sector influyente del pblico y la crítica, pero hubo también méritos propios, básicamente en la primera de sus dos propuestas.

Atlas. Islas de utopía en el Canal resultó muy interesante y entretenida, mientras que Memoria del espejo: Concierto para trombón y orquesta en el Real nos resultó menos sugerente y más hermética. Ambas son propuestas msico espaciales, fundamentalmente la primera, que suman dimensiones y distancias a la audición, liberándola un tanto de su definición unilateral y pasiva.

ATLAS. ISLAS DE UTOPÍA

Empecemos pues por Atlas. Islas de utopía, una ópera instalación para cinco cantantes, once instrumentistas, electrónica, auraphon y tres espacios simultáneos. El pasado sábado 8 de junio la sala verde de los Teatros del Canal, desmontada la platea y convertida en una gigantesca caja cuadrada en penumbra, acogía a 200-300 espectadores, libres de moverse a voluntad por esa cavidad telrica en la que se situaban pequeños escenarios en sus cuatro esquinas y una pequeña plataforma con atril desde la que el compositor/director dirigió la obra de unos 70 minutos de duración. En uno de los laterales, una batería de grandes gongs; distribuidas al azar y en paralelo a los restantes tres muros laterales, láminas de aluminio a modo de espejos deformantes y vibratorios. Los gongs y los espejos suenan y resuenan mediante mecanismos accionados desde una mesa electrónica: es el auraphon, un instrumento musical de nuevo cuño ya empleado por Sánchez Verd en otras propuestas suyas, que accionado por dos msicos/técnicos crea atmósferas sonoras, audioauras que ponen el continuum de la pieza entre las intervenciones de cuatro conjuntos instrumentistas y una serie de solistas tanto vocales como instrumentales. Además hay tres plataformas iluminadas con colores lisos y brillantes en medio de la enorme sala, a guisa de esas que en el mundo del espectáculo sirven de peana espectacular a las actuaciones de las estrellas.

Esperamos que se hagan una idea, porque sólo la descripción del aparato escenográfico desplegado nos llevaría un mundo. El conjunto instrumental Solistenensemble Kaleidoskop tiene doce componentes en un despliegue de cuerda y viento al que se suman instrumentos antiguos como la tiorba, el clave y el armonio. El conjunto vocal Neue Vocalsolisten Stuttgart tiene cinco miembros, entre ellos la soprano Sarah Sun, ya bastante conocida en el campo de la msica contemporánea. Finalmente, el Experimentalstudio des SWR Freiburg es la instalación del control de sonido.

Intermitentemente surge la msica desde los cuatro distintos escenarios, que se iluminan atrayendo el itinerar del pblico hacia ellos. Msica ecléctica, variadísima de orígenes, texturas y propuestas, con el nico hilo conductor del serialismo o cualquiera que sea su ltima variante exacerbada. Msicas intimistas o invasoras, mensajes incoherentes, un atlas ignoto repleto de un océano oscuro y semoviviente de seres humanos girando en torno a islotes audibles. Algunos msicos emigrarán al piso superior para cantar o tocar el violín, pero el momento álgido de la representación será cuando dos de ellos, el saxofonista Andrés Gomis y la oboeísta Pilar Fontalba, crucen la sala varias veces -primero él, luego ella y finalmente ambos juntos- a bordo de un remolque iluminado mientras tocan sus instrumentos, con quizás el mensaje cifrado de una ruta que une utopías naufragadas y dispersas.

La obra está estructurada en once pasajes que recorren la Atlántida, el Castillo Interior, el Jardín Infinito, la Ciudad de los Muertos y otras para terminar en La Nave Solar: significativamente no están las más recientes, el comunismo y la paralela e innombrable. Se usan textos de Platón, de Tomás Moro, de Francis Bacon, de Campanella, de Teresa de vila, de Góngora, de Milton y de otros clásicos eternos, más como sustrato irreconocible que como cita literaria. No están Mao ni Castro ni Osama y se entiende pues que estamos en un ámbito muy, muy políticamente correcto y culturalmente aceptable.

Ante lo comentado, pueden hacer una idea de lo ambicioso del proyecto de Sánchez-Verd, de su fuerte contenido intelectual y de esa admirada propensión a la trascendencia y a la abstracción que caracteriza a la cultura alemana que ha adoptado a nuestro compositor de Algeciras y lo está convirtiendo en algo propio. Tanto abarcar tiene que resultar inevitablemente en fuegos artificiales, preciosos y dispares.

La ambiciosa, interesante y compleja propuesta ha sido un encargo del festival innovador de Hannover y visitará tras Madrid, Stuttgart y Salzburgo. Una obra seria y densa, de rico contenido musical e intelectual. Formada por materiales de aluvión que no han sedimentado conjuntamente. Muy intrigante y algo decepcionante por su eclecticismo radical. Los asistentes resistieron el impacto -incluidos juna docena de niños- y aplaudieron mucho y sentidamente al final.

El Operadhoy 2013, el ciclo de vanguardia promovido por la Comunidad de Madrid y el INAEM, cita anual madrileña de ópera y teatro musical, ha ido reduciendo su tamaño en cada una de las ltimas ediciones hasta llegar ahora a nicamente dos producciones propias y una de la Bienal de Munich, precisamente Atlas, islas de utopía de José María Sánchez Verd; las propias son Stabat Mater de Josué Moreno, la primera programada, y Mi diva sin mí de Pilar Jurado, que cerrará esta edición, que si hubiera mala suerte podría ser la ltima.

Stabat Materse programó la primera de las tres, los días 5 y 6 de junio. Se configura como teatro musical a cargo de Ral Arbeloa, con msica de Josué Moreno a partir de obras de Vivaldi, Haendel, Berlioz, Schumann, Loewe y Falla. Se presenta como una introducción en el dolor de la renuncia de la propia identidad, en la transformación de la sexualidad asumida como necesidad imperativa a la hora de afrontar la ficción teatral, puestas en relación con el doloroso mundo de la ablación y castración, todavía presente hoy en diferentes culturas. La manipulación sonora, las amputaciones e injertos a las que Moreno ha sometido el material original cual cirujano enloquecido, pueden resultar más interesantes que discutibles o viceversa. Pero la escenificación del conjunto resultó decididamente lamentable, de teatro de aficionados, inmersa en un conjunto de trapos y cachivaches, con una dramatización imposible que las dos buenas sopranos superaron con estoicismo y profesionalidad.

Mi diva sin mí de Pilar Jurado se presentará los días 27 y 29 de julio en el Teatro de la Zarzuela. El argumento es una soprano que está ensayando su próxima gira de conciertos. Como nico atrezzo, el grupo instrumental y su director, que interaccionan con la dramaturgia de la cantante. Todo discurre a lo largo del ensayo, y a través del teléfono móvil va recibiendo interrupciones vía voz, sms, whatsapp, facebook, twitter que entremezclan el mundo interior y exterior del personaje, que se debate entre sus deseos y su realidad, entre el mundo de ficción que perfila a la Diva y las contradicciones que genera su condición de mujer.

MEMORIA DEL ESPEJO

Dejemos atrás pues el contexto del primer estreno de los dos de Sánchez-Verd que queremos comentar, y vamos rápidamente a La octava noche del Real, que el pasado viernes, 14 de junio, proponía un viaje variado con escalas en los ltimos tres siglos bajo la batuta casi habitual en este escenario de Sylvain Cambreling. Comenzaba en nuestro siglo XXI con el estreno absoluto de Memoria del espejo: Concierto para trombón y orquesta, de José María Sánchez Verd, el protagonista de nuestra reseña; proseguía en el XX, con Poèmes pour Mi de Olivier Messiaen en la voz de la soprano canadiense Measha Brueggergosman; y terminaba solemnemente con la Symphonie fantastique que Hector Berlioz concibiera en la primera mitad del XIX.

Con este concierto para trombón dedicado e interpretado por el trombonista Simeón Galduf -primer trombón de la Orquesta Sinfónica de Madrid- como solista, el compositor andaluz volvía al Teatro Real después del estreno en 2007 de su ópera El viaje a Simorgh. Sánchez-Verd proseguía así su personal itinerario por una serie de instrumentos que le gustan, iniciado con Elogio del horizonte (Msica para clarinete y orquesta, 2007), y proseguido con Elogio del aire (Msica para violín y orquesta, 2007) y Elogio del tránsito (Msica para saxofón, auraphon y orquesta, 2010).

Para Sánchez-Verd su nueva obra es el juego con la memoria, los procesos de erosión, transformación y repetición en el tiempo, o los que nacen de la superposición de capas de recuerdos, un viaje a través de los vericuetos infinitos de numerosos espejos cada vez más fragmentados y multiplicados, como nuestra memoria y la percepción del tiempo y del espacio, msica para un instrumento precioso unido a la respiración y la articulación casi lingística de un intérprete, junto a una cartografía de los miembros de la orquesta en un espacio puesto en movimiento.

Como ya hemos comentado, al igual que Atlas esta pieza tiene vocación espacial, y aunque el Real no permite florituras desmontables, sí que se situaron tres msicos a izquierda, derecha y detrás del pblico respectivamente, para interpretar desde estos diferentes enclaves sus aportaciones, una conversación caótica de metales con el trombón solista y otros dos compañeros del mismo surgidos del fondo del escenario. La pieza dura unos veinte minutos, está notablemente orquestada y sólo tiene un problema, pero capital a nuestro aviso: el instrumento solista hace todo tipo de ruidos a través de una procelosa sucesión de soplidos y regurgitaciones, pero tal sonoro fragor -curioso ciertamente e interesante a veces- no consigue articular algo que pudiéramos caracterizar como msica ni en su definición tradicional ni siquiera en su enorme ampliación conceptual a través del siglo pasado. No es que faltara el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos; es que tampoco encontramos aquello que decía Claude Debussy de que la msica es un total de fuerzas dispersas expresadas en un proceso sonoro que incluye: el instrumento, el instrumentista, el creador y su obra, un medio propagador y un sistema receptor; y que ni siquiera se cumplían los más anchos parámetros aceptables, los de que la msica es el arte del bien combinar los sonidos en el tiempo.

Y es aquí, en el corazón de la pieza, en el instrumento solista, donde se establece nuestra principal disidencia con la obra. Dice el compositor que muchos intérpretes levantan murallas defensoras de lo que es msica frente a lo que no es; se convierten en defensores de una tradición cerrada y excluyente.Y solo contrariando la tradición, ésta se enriquece y amplía. En este caso su instrumento, su técnica y su repertorio. Con mi obra los trombonistas se enfrentan a formas de tocar que hasta ahora no habían sido utilizadas. Loable el propósito, pero sincera y modestamente no nos convenció el resultado.

Entre el habitual pblico del Real se detectaba una nutrida intrusión de seguidores incondicionales de Sánchez-Verd, que naturalmente le aplaudieron a rabiar y casi vitorearon, acallando tímidas protestas de un pequeño sector y arrastrando a la mayoría de los presentes a unos aplausos más largos de lo que hubieran íntimamente deseado.

La velada proseguía con Poèmes pour Mi, que aunque los incondicionales definan como la primera de las grandes obras de Messiaen, a nosotros nos pareció tediosa y desmadejada; está dedicada a la primera mujer del msico, la violinista Claire Delbos, a quien llamaba cariñosamente Mi, como la nota musical. Los textos de las nueve canciones del ciclo, que se ordenan en dos libros y van firmados por el propio Messiaen, presentan el matrimonio como un camino hacia Dios: el primer libro evoca el enamoramiento y la preparación de las nupcias, y el segundo, la unión espiritual como sacramento conyugal. Estos poemas de catolicismo desbordante fueron estrenados en 1937. La soprano Measha Brueggergosman puso de su parte todo lo que tenía, magnífica voz, rotunda presencia y elevado sentimiento, pero la tarea era imposible y su programación sólo parecía deberse a la acentuada francofonía que reina en este coso desde hace un tiempo.

Todo se enmendó en la octava noche del Real con una segunda parte realmente estupenda, esa inspirada Sinfonía Fantástica que Hector Berlioz compuso henchido de vehemencia romántica, una obra que entonces desafiaba los convencionalismos y suponía el nacimiento de la msica programática, pero que hoy es solamente sesenta minutos inolvidables de viaje inusitado por la coherencia y la expresividad más notables, un viaje sin el menor incidente donde todo resulta armonioso y bello. Sylvain Cambreling dirigió con mucha personalidad y enorme sensibilidad a una orquesta que realizó una interpretación de las más sobresalientes en los ltimos tiempos, en la cual la intervención final de las tubas fue todo lo espectacular que podía desearse.

Terminando donde iniciamos esta reseña, en el doble estreno del compositor José María Sánchez-Verd en el brillante final de la primavera madrileña, no tenemos suficiente conocimiento para juzgar si las influencias tanto instrumental de Luigi Nono como vocal de Salvatore Sciarrino han sido ya deglutidas en una propuesta propia por parte de este notable msico, compositor y director de orquesta que es ya José María Sánchez-Verd. Pero sí debemos decir que este Atlas nos gustó mucho más que aquel El viaje a Simorgh, su ópera en un prólogo y dos actos que se estrenara en el Real en 2007 (ver nuestra reseña de entonces). Este gaditano es autor de seis obras escénico-musicales y estrenará otra muy pronto en la Bienal de Salzburgo. Goza de prestigio en Alemania y se le conoce bastante en España. Durante 2013 han podido escucharse en nuestro país varias obras suyas: en febrero, Hekkam III, Cuarteto ex Corde en el Goethe Institut de Madrid; en marzo, Scriptvra Antiqva en la Fundación BBVA Bilbao, y nuevamente la primera citada en el Festival de Primavera de Salamanca, y en la Iglesia de Santa Cruz, durante la Semana de Msica Religiosa de Cuenca; y ya en abril, Arquitecturas del límite en el Auditorio of Zaragoza. Habrá que seguirle de cerca, porque dice cosas que compartimos plenamente, que son el sustrato de la Guía Cultural, tal y como estas:

El arte hoy sufre una tremenda banalización, y se confunde continuamente con el entretenimiento. Claro que el arte puede entretener, pero es que hoy en día lo que no entretiene, lo que no se comercializa, lo que no ofrece resultados inmediatos es perseguido. El arte es un motor del pensamiento y de la sensibilidad de la persona humana, una forma de crítica y cuestionamiento continuo por parte del hombre, y no una forma de escapismo y una bsqueda exclusiva de la reiteración de lo ya conocido.

Y simplemente ocurre que lo que no se conoce normalmente no gusta. El oído es mucho más mecánico en su funcionamiento que la vista, que parece que ser casi digital. Por eso la msica exige mucho más: tiempo, memoria, enfrentarse a lo no conocido. Esto no debería ser un condicionante para decidir que hay que hacer solo una msica fácil y reconocible en todo momento: sería como aceptar que la inteligencia y la sensibilidad humanas en cuanto a la escucha son inferiores, que somos sordos o tontos. Hoy, que oímos continuamente casi solo msica del pasado, msica repitiendo y recreando el pasado, msica que se mira al espejo, que se reitera y que no nos ofrece apenas nuevas experiencias, hoy sigue siendo necesario hacernos escuchar con oídos limpios, con todo nuestro conocimiento y sin pereza: elementos que muchas personas no están dispuestas a utilizar. La msica para algunos debe ser placer inmediato, reconocimiento de lo ya conocido y simple entretenimiento. No hace falta decir que el Arte no habita exclusivamente en este posicionamiento tan reaccionario.

Teatros del Canal
Operadhoy 2013
ATLAS. Islas de Utopía, de José María Sánchez-Verd
8 de junio de 2013
Instalación para 5 cantantes, 12 instrumentos, auraphon y 3 espacios simultáneos
José María Sánche-Verd (Algeciras 1968)
Neue Vocalsolisten Suttgart
Solistenensemble kaleidoskop
Andrés Gomis, saxofón
Pilar Fontalba, oboe
Experimentalstudio des SWR Freiburg / Joachim Haas, auraphon
José María Sánchez-Verd, dirección musical
Gira del estreno mundial: Kunst Festpiele Herrenhausen Hannover, operadhoy Madrid, Musik der Jarhunderte Stuttgart, Salzburg Biennale.

Teatro Real
8 Noche del Real
14 de junio de 2013
José María Sánchez Verd (1968)
Memoria del espejo: Concierto para trombón y orquesta
(Estreno absoluto)
Olivier Messiaen (1908-1992)
Poèmes pour Mi
Hector Berlioz (1803-1869)
Symphonie fantastique
Simeón Galduf, trombón
Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid).