guía cultural

Espejo cristiano de judíos y conversos

José Catalán Deus | Lunes 09 de octubre de 2023

Así veían los cristianos en España entre 1285 y 1492 a los judíos y los conversos. Un excepcional caleidoscopio de imágenes nunca vistas juntas antes, un conjunto de altísimo valor artístico para profundizar en tan tremendo episodio como fue la discriminación y persecución de los judíos en toda Europa durante tantos años y con tanta perseverancia.

El espejo perdido. Judíos y conversos en la España Medieval es deslumbrante en el despliegue de las 71 obras expuestas ((pintura, escultura, miniatura, orfebrería, grabado, dibujo ) , un panorama de pintura medieval inédito, un contraste de dorados refulgentes con la blancura impoluta de los muros que impacta a primera vista. El discurso visual muestra imágenes que a veces estimularon los intercambios entre cristianos y judíos, pero que más a menudo contribuyeron decisivamente a difundir el creciente antijudaísmo que anidaba en la sociedad cristiana. Imágenes de propaganda para estimular la conversión de los judíos y para justificar la sincera decisión de los nuevos cristianos. Imágenes que irán tomando un enfoque más adverso hasta llegar a los primeros tiempos de la Inquisición.

Los frontales de Vallbona de les Monges, la Fuente de la Vida del taller de van Eyck o los retablos que realizó Pedro Berruguete para santo Tomás de vila, entre muchas otras, se unen a préstamos tan significativos como las Cantigas de Alfonso X el Sabio (Patrimonio Nacional), la Golden Haggadah (British Library) o el Fortalitium Fidei (Bibliothèque nationale de France), además de una relevante selección de obras procedentes de una treintena de iglesias, museos, bibliotecas, archivos y colecciones particulares nacionales e internacionales.

Seleccionada entre las 15 muestras imprescindibles de este otoño en Europa por la revista Arnet y, de las todas ellas, la nica dedicada a un tema anterior al siglo XX, la exposición ofrece una sugestiva panorámica de una serie de obras pictóricas influyentes en las relaciones entre judíos y cristianos en la España de los siglos trece al quince

El eje vertebrador de la exposición es la percepción que los cristianos tuvieron de los judíos y, a partir de 1391, de los conversos descendientes de judíos, una alteridad visual determinada por razones religiosas, sociales, políticas y, al final, incluso raciales. En definitiva, por las creencias, miedos y ansiedades de los cristianos.

Aunque numerosas obras destacan por su componente estético -y al respecto, sólo cabe indicar que entre sus autores encontramos sobresalientes maestros del gótico como Pedro Berruguete, Bartolomé Bermejo, Fernando Gallego o Bernat Martorell, entre otros-, la exposición también presenta un conjunto de piezas realizadas más allá de los cánones de la historia de los estilos -como caricaturas, sambenitos, grabados o bizarras esculturas. El objetivo es ofrecer una visión lo más completa y rigurosa posible de un tema que sólo podemos abordar desde una perspectiva que supere las fronteras tradicionales de la historia del arte.

Las imágenes desempeñaron un papel fundamental en la compleja relación entre judíos, conversos y cristianos. Si, por un lado, fueron un importante medio de transferencia de ritos y modelos artísticos entre cristianos y judíos, al tiempo que propiciaron un espacio de colaboración entre artistas de ambas comunidades; por otro, contribuyeron a difundir el creciente antijudaísmo que anidaba en la sociedad cristiana y un poderoso instrumento de su afirmación identitaria. Tras la masiva conversión de judíos al cristianismo como consecuencia de los pogromos de 1391, las imágenes de culto se situaron en el centro de la polémica, convirtiéndose en la prueba para afirmar la sinceridad de los nuevos cristianos o, por el contrario, para acusarlos de judaizar. La extensión de estas imaginarias sospechas de herejía judaizante se encuentra en la base de la fundación de la Inquisición española en 1478.

Aunque presenta un conjunto de obras absolutamente nico en toda Europa, puesto que responden a
las especiales circunstancias que determinaron las relaciones interreligiosas en los reinos peninsulares entre los siglos XIII y XV, se enmarca en un semejante contexto europeo, con dos particularidades nicas, los conversos y la inquisición. Organizada en cinco secciones, es una propuesta sobresaliente no solo desde el punto de vista artístico sino también de la narración que construye -enriquecedora, equilibrada, impecable- a la que solo falta una sala de contextualización europea que terminara de alejarnos que cualquier lectura de leyenda negra. Algo que por cierto e inexplicablemente han hecho no pocas de las reseñas publicadas en los medios; véanse algunos titulares: Cuando el arte en España también quemó judíos, El arte, espejo del odio cristiano contra judíos y conversos, El arte también fue cómplice de la demonización de los judíos y los conversos. Una exposición en el Museo del Prado recuerda que durante casi tres siglos la cultura se puso a la orden de la uniformidad identitaria ordenada por la Inquisición, El Prado construye el relato visual del odio a los judíos en la España medieval, El Prado muestra las imágenes del antijudaísmo en la España medieval. Pero la exposición intenta presentar una realidad un poquito más compleja y un poquito menos panfletaria, y ese es su segundo gran mérito tras el artístico.

Es de destacar el catálogo, que aborda mltiples perfiles del tema con rigor crítico, pero con un espíritu divulgativo. Lo componen once artículos firmados por destacados especialistas.

Vídeo avance de la exposición: El espejo perdido. Judíos y Conversos en la España Medieval

Aproximación a la propuesta (del 1 al 10)
Interés: 9
Despliegue: 9
Comisariado: 9
Catálogo: 9
Doumentación a los medios: 9

Museo Nacional del Prado
El espejo perdido. Judíos y conversos en la España Medieval
Comisariada por Joan Molina Figueras, jefe de Departamento de Pintura Gótica Española del Museo del Prado
Hasta el 14 de enero de 2024
En colaboración con el Museu Nacional dArt de Catalunya
Sala C del edificio Jerónimos hasta el 14 de enero de 2024.

ACTIVIDADES EN TORNO A LA EXPOSICIÓN
+CICLO DE CONFERENCIAS
El espejo perdido. La imagen del judío en la España medieval
8 de noviembre de 2023 18.30h.
El espejo cristiano. Judíos y conversos en el arte gótico hispano.
Joan Molina (Museo del Prado)
15 de noviembre de 2023 18.30h.
Antijudaísmo en la cultura visual del siglo XIII: de la Biblia de san Luis a las
Cantigas de santa María
Antonia Martínez (Universidad de Murcia)
22 de noviembre de 2023 18.30h.
Hagadás de Barcelona. El esplendor del gótico judío
Manuel Forcano (escritor)
29 de noviembre de 2023 12.00h.
El Asalto a la Fortaleza de la Fe
Mireia Castaño (Madrid, UNED)
+CLAVES
Charla para facilitar la visita autónoma del pblico a la exposición temporal,
proporcionando las claves esenciales para apreciar y comprender mejor las obras
que forman parte de las muestras.
Martes a las 11.00 y 17.00 h. A partir del 17 de octubre
+CONCIERTO
El canto espiritual juedeoespañol. Interpretado por Alia Mvsica, 3 de noviembre a las 19.00 h.
Auditorio. Este concierto pretende contribuir a la revalorización de la msica litrgica sefardí.
+TEATRO
Marrano: Interpretado por LaPercha Teatro, 10 de noviembre a las 19.00 h. Auditorio.
+CURSO PARA DOCENTES
El espejo perdido. Judíos y conversos en la España medieval
Actividad destinada a dar a conocer la cultura sefardí en España.
17,18, 23 y 25 de noviembre. Inscripción a través de la web del Museo
+ENCUENTRO PARA DOCENTES
20 de enero de 2024. Inscripción a través de la web del Museo
+CINE
7 de octubre. Alegría. Violeta Salama (directora y ponente)
14 de octubre. El ltimo Sefardí. Ricardo Huetos (ponente)
De 10.00 a 12.00 h. (proyección de la película) y de 12.30 a 14.00 h. (debate)
Auditorio

RÉGIMEN DE ACCESO
La compra de entradas se realizará en internet y taquilla, el precio de la entrada
general es de 15 euros (reducida o gratuita, conforme a las condiciones establecidas)
y permite también la visita a la colección permanente y las exposiciones temporales
coincidentes con su calendario de apertura.
De lunes a sábado de 18.00 a 20.00 horas, y domingos y festivos de 17.00 a 19.00
horas, todos los visitantes que quieran acceder a la exposición podrán beneficiarse
del horario de gratuidad. La adquisición de esta entrada se realiza exclusivamente
en taquilla.
El horario de visita a la exposición será de lunes a sábado, de 10.00 a 20.00h., y
domingos o festivos, de 10.00 a 19.00 h (ltimo acceso 45 minutos antes del cierre).

OTROS RECURSOS PARA LA VISITA
El folleto digital de la exposición, en español y en inglés, está disponible en
www.museodelprado.es al inicio de la exposición a través de un código QR.
También dispone de servicio de audioguías en español e inglés, que incluye El
espejo perdido y la Colección Permanente, al precio de 5 .

LA EXPOSICIÓN AL DETALLE

Toda imagen creada es un espejo que refleja unos modos de ver. Miramos el mundo
y a los otros en relación con nosotros mismos, a través de nuestra mentalidad y
actitud. Mediante una amplia selección de obras, esta exposición recupera un
espejo medieval: el retrato de los judíos y los conversos concebido por los cristianos
en España entre 1285 y 1492. Durante esa época, las imágenes desempeñaron
un papel fundamental en la compleja relación entre estos tres colectivos. Si, por un
lado, fueron un importante medio de transferencia de ritos y modelos artísticos
entre cristianos y judíos, al tiempo que propiciaron un espacio de colaboración entre
artistas de ambas comunidades, por otro, como sombrío reverso, contribuyeron a
difundir el creciente antijudaísmo que anidaba en la sociedad cristiana. En este
terreno, la estigmatización visual de los judíos fue un fiel reflejo del espejo cristiano,
de sus creencias y ansiedades, y, con ello, un poderoso instrumento de afirmación
identitaria. Tras la masiva conversión de judíos al cristianismo como consecuencia
de los pogromos de 1391, las imágenes de culto se situaron en el centro de la
polémica, convirtiéndose en la prueba para afirmar la sinceridad de los nuevos
cristianos o, por el contrario, para acusarlos de judaizar. La extensión de estas
infundadas sospechas de herejía judaizante se encuentra en la base de la fundación
de la Inquisición española en 1478. Consciente del poder de las imágenes, la nueva
institución hizo un uso intensivo de las mismas, ya fuese para diseñar poderosas
escenografías o para definir fórmulas de identificación visual de los conversos. Las
imágenes de esta exposición nos recuerdan que, si bien la diferencia existe, la
alteridad se construye.

SECCIÓN I. TRANSFERENCIAS E INTERCAMBIOS

Cristianos y judíos habitaban en un espacio compartido con unas fronteras
religiosas permeables. A pesar de las diferencias entre ambas comunidades, artistas
judíos fueron autores de obras para cristianos y viceversa, maestros cristianos
realizaron obras para judíos. Con frecuencia las transferencias e intercambios
fueron estimulados por los propios clientes. En una muestra de aculturación, la élite
judía encargó manuscritos iluminados, entre los que destacan las hagadás, con un
formato y tipología parecidos a los de los códices cristianos. Por su parte, algunos
pintores y comitentes cristianos se sirvieron de su conocimiento íntimo de las
costumbres y la vida ritual de los judíos para concebir retratos de diverso signo:
desde positivas estampas de ambientes y prácticas tradicionales hasta escenas
diseñadas a partir de un prisma claramente polémico. Las imágenes ponen de
relieve que para los cristianos ningn adversario religioso era más familiar, y
por ello mismo más difícil de ignorar, que los judíos.

Las hagadás: maestros cristianos en obras judías

La hagadá (en hebreo, contar) es la narración del Éxodo la salida de los israelitas
de Egipto camino de la tierra prometida que es preceptivo leer en casa durante el
séder, la comida ritual de la Pascua judía. El grupo de códices iluminados más
numeroso y espléndido de la Edad Media se confeccionó en Cataluña. Esos
manuscritos siguen de cerca los modelos de los libros cristianos coetáneos, tanto en
el estilo de las miniaturas como en la iconografía de las escenas del Génesis y el
Éxodo. Incluso en las ilustraciones del séder, que recogen rituales exclusivos del
judaísmo, se incluyen en ocasiones elementos extraídos de la cultura visual
cristiana. Nos hallamos pues ante testimonios del trabajo asociativo entre cristianos
y judíos.

Ritos y estampas judías en escenas cristianas

Las imágenes extraídas del mundo judío que encontramos en el arte cristiano
reflejan realidades de intimidad e intercambio entre ambas comunidades. La fiel
evocación de las sinagogas, los objetos litrgicos y las indumentarias rituales dan fe
de ello. En ocasiones, como sucede en la escena con Zacarías aquí expuesta, el
conocimiento de las costumbres judías fue tan notable que posibilitó la
representación de una tradición esotérica inspirada en el Zohar, el libro
fundacional de la Cábala. Otras veces, en cambio, se llevaron a cabo anacrónicas
reinterpretaciones de alguno de los ritos básicos del judaísmo, como la circuncisión,
con el objetivo de despojarlos de su sentido original y otorgarles una nueva lectura
cristiana.

SECCIÓN II. DE PRECURSORES A CIEGOS

En el concepto cristiano de la Historia de la Salvación, los denominados Antiguo y
Nuevo Testamento están indisociablemente unidos. De ahí que destacados
monarcas y profetas judíos fueran materia habitual de la iconografía cristiana,
donde se representaron como prefiguraciones de la Nueva Ley. Frente a esta visión
positiva, desde el siglo XIII los teólogos cristianos desarrollaron una actitud
claramente beligerante al incidir negativamente en la incapacidad de los judíos para
aceptar la naturaleza divina de Jess. Las imágenes, como los textos, se hicieron eco
de esta polémica mediante la explícita metáfora de la ceguera de los judíos, un tema
que conoció una gran difusión y que fue reproducido en todo tipo de obras y
soportes. Pese a que un buen nmero de autoridades siguieron defendiendo que la
conversión al cristianismo de los judíos era posible, la recreación figurativa de esta
ceguera abrió paso a la construcción de su alteridad. Con su negación del Mesías, el
judío empezó a convertirse en el Otro.

La Iglesia y la Sinagoga

Teólogos y dirigentes de la Iglesia medieval suscribieron la idea de la necesidad de la
existencia del pueblo judío dentro del orden cristiano para recordar al mundo su
obstinación, su ceguera al no reconocer al Mesías. Seguían así los postulados de san
Pablo y san Agustín, quienes profetizaron que los judíos aceptarían las Escrituras y
se convertirían al final de los tiempos. Las alegorías de la Iglesia y la Sinagoga, o las
escenas de predicaciones, prefiguran este reconocimiento futuro del cristianismo.
Sin embargo, la frecuente utilización de rasgos visuales segregadores y negativos
para evocar la ceguera de los judíos contribuyó a acentuar su estigmatización y, con
ello, dificultó la posibilidad de una reconciliación.

Matfre Ermengaud, Breviari damor

El prejuicio cristiano de la ceguera judía se manifiesta en un amplio ciclo de
imágenes del Breviari damor, un texto de carácter enciclopédico compuesto por el
franciscano Matfre Ermengaud hacia 1288. La obra alcanzó una gran difusión
durante los siglos XIV y XV en el sur de Francia y en Cataluña, ámbito del que
proceden suntuosos ejemplares iluminados. En algunos códices, como en el
expuesto de la British Library, el texto catalán se acompaña de la traducción al
hebreo de aquellos pasajes bíblicos que, segn el autor, los judíos se niegan a
aceptar como profecías del advenimiento del Mesías. Las imágenes enfatizan esta
mala lectura y la explican por la intervención del diablo.

SECCIÓN III. ANTIJUDAÍSMO E IMGENES MEDITICAS

A partir de finales del siglo XIII, en el contexto de una violencia sistémica contra los
judíos, se desarrolló una variada iconografía antijudía. En ella encontramos desde
retratos concebidos a partir de caricaturizaciones y signos denotativos
(indumentarias y rodelas) hasta escenas que presentan a los judíos como enemigos
de la fe cristiana. Como en el resto del Occidente europeo, además de expresar
intolerancia y prejuicios, a menudo la promoción de estas imágenes infamantes
obedece a estrategias de afirmación de la identidad cristiana. Solo hay que fijarse en
las escenas con actos de profanación de imágenes de culto y de la hostia o en los
ciclos de la Pasión. Desde un punto de vista cristiano, muchas de estas
representaciones fueron consideradas un eficaz medio para ratificar creencias que
habían despertado una viva controversia en el seno de la Iglesia, como el culto a las
imágenes y a la Eucaristía, o para difundir devociones de carácter cristocéntrico. La
deformada imagen del judío como profanador y deicida fue un reflejo del espejo
cristiano; una manifestación de las creencias, miedos y ansiedades de los fieles de la
Iglesia romana.

El poder de las imágenes

Las historias de iconos, crucifijos y estatuas de la Virgen que cobran vida sirvieron a
la Iglesia para legitimar el culto de las imágenes frente a quienes consideraban que
era una práctica idolátrica. En este contexto, la imaginación cristiana convirtió a los
judíos en protagonistas de violentas profanaciones que ponían de relieve la
naturaleza milagrosa de las imágenes. Algunas se recogen en las Cantigas de Santa
María, obra promovida por Alfonso X el Sabio (su autor en sentido medieval) que
incluye un amplio repertorio de ilustraciones de milagros marianos. Entre ellos se
cuentan los inspirados en narraciones procedentes de Bizancio o los incluidos en
elencos europeos que reflejan muchos de los mitos contra los judíos, desde su
asociación con el diablo hasta las acusaciones de profanación de imágenes y de
crímenes rituales.

Milagros eucarísticos

La coincidencia de un creciente clima antijudío con el desarrollo del culto a la
Eucaristía en auge desde la institución de la fiesta del Corpus Christi en 1264
propició la aparición de numerosos libelos que acusaban a los judíos de profanar la
hostia. Al margen de los detalles particulares de cada incriminación, todas ellas
presentan un rasgo comn: los judíos agreden una sagrada forma que
milagrosamente comienza a sangrar. Como sucedió con los debates sobre las
9
imágenes, las representaciones de hostias sangrantes fueron un medio eficaz para
divulgar un concepto teológico tan complejo y polémico como el de la presencia real
de Cristo en la hostia consagrada durante la misa. El reverso fue la creciente
estigmatización del pueblo judío.

Caricaturas

Los libros notariales cristianos conocidos como libri iudeorum registran las
transacciones financieras de los judíos en la Corona de Aragón, en especial sus
préstamos. Muchos de ellos incluyen caricaturas de judíos que reproducen un
estereotipo repetido desde el siglo XIII, determinado por unos rasgos faciales
exagerados, como la nariz y los ojos desmesurados o la barba descuidada. El recurso
iconográfico se basa en ideas del mundo antiguo que equiparaban la diversidad
física con lo exótico y lo monstruoso. Lo cierto es que las deformaciones fisonómicas
hay que interpretarlas como una forma de expresar una supuesta inferioridad moral
y dan vida a individuos extraños, incluso amenazantes. En definitiva, con ellas se
construye el paradigma del Otro.

En la Pasión

En la literatura medieval contra los judíos, el atenuante esgrimido por san Agustín
sobre la ignorancia de los judíos durante la Pasión de Cristo segn el santo, no
veían en él al hijo de Dios fue progresivamente dando paso a la idea de que habían
actuado con plena consciencia y de que, por tanto, eran culpables de un auténtico
deicidio. Tan terrible acusación tuvo eco en textos e imágenes realizadas en el marco
de diferentes movimientos devocionales bajomedievales que propugnaban una
aproximación empática a la Pasión de Cristo. El recurso era simple: con la
acentuación de la maldad de los judíos se buscaba aumentar el sentimiento de
conmiseración y dolor de los fieles cristianos ante el sufrimiento de Cristo. La
intensidad de las imágenes fue fluctuante, y abarcó un espectro que transita
desde lo estrictamente incriminatorio al antijudaísmo más descarnado.

IV. IMGENES PARA CONVERSOS, IMGENES DE CONVERSOS

Tras los pogromos que en 1391 asolaron buena parte de las aljamas peninsulares, un
gran nmero de judíos se vio obligado a abrazar el cristianismo. Lejos de acabar con
las tensiones, el proceso de conversión masiva aumentó el temor de que el
cristianismo estuviera ahora amenazado por el judaísmo desde su propio seno. A
través de la acusación de judaizar, los miedos y ansiedades se redirigieron hacia los
cristianos nuevos, es decir, hacia los conversos y sus descendientes. En esta
situación, nica en toda Europa, las imágenes fueron un medio activo y poderoso
para expresar deseos e inquietudes de muy diversa índole. Por un lado, los cristianos
favorables a la evangelización las utilizaron para transmitir la necesidad de la
conversión a todos aquellos que permanecían fieles a la Ley de Moisés. Por el otro, el
creciente clima de desconfianza impulsó a muchos conversos a encargar imágenes
religiosas para despejar las sospechas de judaizar. En un caso u otro, las imágenes
estuvieron en el centro de la polémica.

Evangelización y predicación

A las conversiones forzadas posteriores a 1391 se añadió, paralelamente, una intensa
política de evangelización de los colectivos judíos que permanecieron en el territorio
peninsular. Herederos de los postulados de san Agustín y san Pablo, los
predicadores cristianos defendían que el pueblo judío podría ser salvado si asumía
su error y participaba de una conversión universal que uniría a viejos y nuevos
cristianos. Esta labor de persuasión catequética se desarrolló al tiempo que se
promulgaban nuevas medidas discriminatorias, como las Leyes de Ayllón (1412),
que aumentaron la presión sobre los judíos. Los hechos señalan que el proselitismo
y el recurso a la predicación siempre fueron acompañados por las amenazas y las
medidas segregadoras.

Los cristianos nuevos y las imágenes

Estas cuatro representaciones de Cristo revelan la trascendencia que tuvieron las
imágenes para los cristianos nuevos. Una de ellas, el Cristo de la cepa, es un
milagroso testimonio de conversión, mientras otra, el crucificado encargado por
Alonso de Burgos, se antoja la expresión de una posición más ortodoxa. La presión
ejercida sobre los conversos y las cada vez más habituales acusaciones de judaizar
hicieron que las imágenes religiosas se convirtieran en auténticos certificados de
identidad cristiana, como sería el caso de los bustos de Antoniazzo Romano y
Juan Sánchez de San Román. Destaca igualmente la pluralidad de opciones
estéticas, que abarcan desde la rusticidad más bizarra hasta la más exquisita
sofisticación, apreciable en la combinación del naturalismo flamenco con modelos
de tradición bizantina.

Detalles judíos en obras de conversos

La existencia de un gran movimiento de falsos conversos o criptojudíos fue producto
de la imaginación de los inquisidores. En realidad, fueron pocos los conversos que
siguieron manteniendo creencias propias del judaísmo, siempre en grupos
reducidos, sin corpus doctrinal y sin organización. Otra cosa es que en algunas
imágenes se ofreciese una mirada cristiana con tintes judíos, la misma actitud que
impulsó a muchos conversos a mantener algunas tradiciones y costumbres de sus
antepasados (entre ellas, guardar los sábados o ciertos hábitos alimentarios). Es esa
original mirada la que parece reflejarse en algunas pinturas de Bartolomé Bermejo,
probablemente un pintor converso descendiente de judíos del que sabemos que,
durante su fructífera estancia en Daroca (h. 1470-76), mantuvo una estrecha
relación profesional con una dinámica comunidad de cristianos nuevos.

Conversos y judíos en la corte

El aumento de la presión sobre los judíos y las crecientes sospechas sobre los
conversos no impidieron gestos de tolerancia y deseos de reconciliación. Algunas
obras encargadas por nobles o monarcas castellanos expresan esta relación
ambivalente. Una de ellas es la Biblia de Arragel, un ejemplo de cooperación
entre judíos y cristianos fruto del interés de Luis de Guzmán por contar con una fiel
traducción de la Biblia hebrea. Por su parte, La Fuente de la Gracia, probablemente
destinada a la corte de Juan II o de su hijo el príncipe Enrique, traduce la línea de
pensamiento de destacados obispos coetáneos de origen converso, como Alonso de
Cartagena. Este defendió una actitud tolerante con lo que los teólogos de la época
denominaban la ceguera de los judíos, en espera de que pudieran alcanzar la
auténtica luz del cristianismo.

La Biblia de Arragel

En 1422 Luis de Guzmán, maestre de la Orden de Calatrava, solicitó a Moshé
Arragel, rabino de Guadalajara, la traducción al castellano de la Biblia hebrea.
Arragel incorporó comentarios propios al texto y proporcionó directrices
iconográficas a los pintores cristianos de Toledo que ilustraron el códice, lo que dio
lugar a un ciclo iconográfico muy original. En 1492 estas biblias en lengua romance
fueron prohibidas al considerarse como una fuente de malas interpretaciones, si
bien se permitió su posesión a algunos nobles fuera de toda sospecha. La curiosidad
y tolerancia de Luis de Guzmán se manifiestan desde una posición de superioridad
social y religiosa. Prueba de ello es el tópico retrato como judío de Arragel, con
barba y rodela, incluido en varias de las ilustraciones del códice.

V. ESCENOGRAFÍAS DE LA INQUISICIÓN

Durante el siglo xv, el clima de animadversión hacia los conversos fue en aumento y
acabó desembocando en el establecimiento de la Inquisición (1478), una institución
particular de los reinos hispanos fundada para perseguir a los nuevos cristianos
sospechosos de judaizar. A los recelos de índole religiosa se había añadido desde
1449, fecha de la promulgación de los primeros estatutos de limpieza de sangre en
Toledo, un prejuicio racial: la idea de que los conversos eran corruptos por tener
sangre impura. En este ambiente de persecución y sospechas, las imágenes
religiosas volvieron a desempeñar un destacado papel. Las acusaciones de su
profanación se convirtieron en uno de los argumentos más utilizados contra los
procesados por herejía judaizante. Las imágenes fueron también el medio para
diseñar retóricos programas que justificaban y enaltecían el proyecto represivo
desplegado por la Inquisición. Por ltimo, cabe destacar la creación de una
iconografía estigmatizadora de los conversos judaizantes, punto de partida de una
nueva e infamante alteridad visual. Un intenso proceso de creación figurativa que
alcanzó uno de sus momentos más álgidos en torno a 1492, cuando se decretó la
expulsión de los judíos.

Fortalitium fidei

El franciscano Alonso de Espina, confesor del rey Enrique IV, escribió la Fortaleza
de la fe (h. 1460) a partir de los sermones que había predicado en Castilla. El
resultado fue uno de los textos más violentos de la literatura contra judíos y
conversos. Desde la más absoluta intolerancia religiosa, la obra plantea la defensa a
ultranza de la fe cristiana ante sus enemigos doctrinales: herejes, judíos, sarracenos
y demonios. El manuscrito de El Burgo de Osma aquí expuesto es el más antiguo
conservado y fue encargado por el obispo Pedro de Montoya. Dado su inmediato
éxito, el texto fue objeto de diferentes traducciones a lenguas vulgares y presentado
en lujosas copias, algunas con miniaturas de gran calidad realizadas en Flandes, así
como en ediciones impresas distribuidas por toda Europa.

Las imágenes como testimonio acusatorio

De la misma manera que los partidarios de la catequesis persuasiva consideraron
que las imágenes eran necesarias para incitar a los conversos a practicar las formas
de devoción cristiana, los delirios de los inquisidores vieron en su maltrato una
acusación perfecta para condenarlos por prácticas judaizantes. No en balde, la
imputación de azotar un crucifijo aparece frecuentemente en las actas de los
tribunales de la Inquisición, así como en las condenas inscritas en los sambenitos.
Dado el creciente clima de intolerancia que marcó la segunda mitad del siglo XV,
judíos y conversos tenían que estar muy atentos a su relación con las imágenes del
culto cristiano. Cualquier sospecha sobre una manipulación irreverente podía
resultar fatal.

Tomás de Torquemada, Pedro Berruguete y el teatro de la Inquisición.

Tomás de Torquemada, inquisidor general de Castilla, convirtió el convento
dominico de Santo Tomás de vila en una de las principales sedes de la Inquisición.
Para ello contó con la colaboración de Pedro Berruguete, uno de los pintores más
afamados del momento, quien entre aproximadamente 1491 y 1499 ejecutó
diferentes obras en el marco de un retórico proyecto de decoración de la iglesia
conventual. Entre ellas destacan los tres retablos del presbiterio dedicados a santo
Tomás de Aquino (conservado in situ), santo Domingo y san Pedro Mártir, y
composiciones de menor formato como el Auto de Fe. Su lectura se vio reforzada
con la exposición en los muros de cientos de sambenitos, sentencias y otros
signos infamantes de los condenados.

El santo Niño de la Guardia

El caso del santo Niño de La Guardia es uno más de los muchos libelos antijudíos de
crimen ritual que se dieron en toda Europa durante la Edad Media. En un clima de
gran tensión tras el asesinato del inquisidor Pedro de Arbués, y de intensa actividad
de la Inquisición, en 1490 se acusó a un grupo de judíos y conversos de raptar a un
niño de Toledo y de someterle a las torturas sufridas por Cristo en su Pasión. Poco
después fueron juzgados en un auto de fe en vila que tuvo una gran resonancia. El
caso supone una variación castiza de la acusación de infanticidio ritual, ya que en
ella no solo se incrimina a judíos, sino también a conversos.